Andrea Petro encontró la manera de que su hermano Andrés no se sintiera ausente del importante momento familiar que vivieron el pasado 7 de agosto, cuando su papá se posesionó como el nuevo presidente de Colombia. Andrés había enviado un video en el que explicaba por qué no estaba en la tradicional foto familiar del 7 de agosto de la familia presidencial.

“Soy un refugiado aquí en Canadá y como refugiado no puedo volver a mi país de origen hasta no tener la ciudadanía o, en su defecto, la residencia permanente. Intenté por varios medios poder recibir un permiso especial de Canadá, pero desafortunadamente hicimos las diligencias muy tarde, no hubo tiempo para viajar a Colombia”, afirmó el hijo del presidente.

En esa comunicación, Andrés aseguró que en una familia en que sus miembros viven en diferentes países, la reunión de todos era un momento muy especial, al que él no pudo asistir, lamentablemente.

“Me arrepiento bastante de no haber podido estar presente, sobre todo porque es un momento en el que podía ver a todas mis hermanas y hermanos”, dijo. En el video, contó que ese día vio la posesión a través de una pantalla y eso le generó tristeza, pero a la vez sintió alegría por el momento especial para su padre, para él y su familia.

Sin embargo, su hermana Andrea encontró una muy simpática forma de que él quedara en esa foto para la historia. Lo incluyó con un programa de edición de imágenes. Así, en todas las fotos que ella publicó en Twitter se ve a Andrés Petro, a pesar de que la realidad es que él vio el evento a través de unas pantallas. “No te preocupes, hermanito, yo me encargo que siempre estés con nosotros”, dice el mensaje que ella publicó en Twitter.

Antes de las elecciones para segunda vuelta, Andrea Petro habló con SEMANA sobre su papá, la infancia que tuvieron en Europa, las razones que la llevaron a vivir a Francia, el exilio de su hermano a Canadá y lo que espera del gobierno del Pacto Histórico. Lea la entrevista.

SEMANA: ¿Cuáles son los primeros recuerdos que tiene de su papá?

Andrea Petro (A. P.): En Bélgica, cuando vivimos allá y yo tenía tres añitos, fue muy alegre y feliz. No conocía lo que era Colombia. Cuando volvimos ni siquiera hablaba español, solamente francés; mi papá y mi mamá tuvieron que aprender a hablar francés porque no nos entendían ni a mí ni a mi hermano, que en esa época tenía un año y medio. Cuando llegamos a Colombia y comenzamos a ver lo que era la política, la vida de un personaje público, fue difícil. A medida que los años van avanzando, uno va entendiendo más, pero cuando eres un niño de seis, cinco, siete, ocho, nueve años, así tengas quince, no entiendes por qué la gente te juzga y te señala.

SEMANA: ¿Qué recuerda de esos años cuando vivieron en Europa?

A. P.: Nunca supe que estábamos allá por las violencias, lo supe supremamente tarde, como a los 12 años. Pensé que mi papá había ido allá solamente a trabajar. Toda esa parte de miedo que podíamos tener en Colombia nunca nos la transmitieron. Los recuerdos que tengo con él son de libertad y de la vida plena que teníamos. Nos iba a dejar al jardín, andábamos agarrados de la mano. Cuando nevaba, agarraba bolas de nieve y se las botaba encima, y él jugaba igual. Fueron recuerdos de infancia muy bonitos.

SEMANA: De regreso a Colombia estudiaron en el Liceo Francés. ¿Cómo fue esa experiencia?

A. P.: Fue brutal el choque cultural porque yo no hablaba español, mi hermano tampoco; entonces, la única oportunidad que teníamos era integrar una educación francesa para que nos pudiéramos comunicar y aprender a hablar bien español. Tenía acento francés y los niños se burlaban de mí. Poquito a poquito me volví completamente colombiana.

SEMANA: ¿Cómo era el tema de seguridad y ver que su padre era un político importante?

A. P.: A él le costó muchísimo privarse de ese lado de libertad que tenía en Europa. Comenzamos a tener escoltas, no podíamos salir del colegio, a nuestros amigos les daba pena o miedo venir a nuestras casas porque podía haber un atentado. En Bogotá había muchas alertas por las bombas, todo el mundo vivía con miedo. Ya después, creciendo, a la edad de siete años, cuando entiendes y comienzas a vivir el bullying en el colegio por ser el hijo de alguien, te das cuenta de la realidad, empiezas a ver quién eres y qué representas.

SEMANA: ¿Sus padres cómo explicaban esa situación?

A. P.: Ellos decían que no prestáramos atención, pero es que uno no le puede decir a un niño “no prestes atención”; no saben lo que tú vives. Mi hermano y yo siempre hemos tenido una fuerte personalidad, hay muchas cosas que no nos han afectado, pero a los 12 años ―y sé que a mis hermanas les ha pasado―, que tratas de salir, tienes tus amigos, comienzas a dormir en las casas de otras personas, y que los padres, de la noche a la mañana, te digan “guerrillera, comunista, ¿qué haces acá?”, o amigos que me decían “ya no quiero ser tu amiga porque mi mamá y mi papá me prohibieron hablarte”. Yo llegaba a la casa y les decía a mi mamá y a mi papá “pero es que no entiendo”.

SEMANA: Háblenos de Mary Luz Herrán, su madre y exesposa de Gustavo Petro...

A. P.: En la autobiografía que él hizo habla muchísimo de ella. Mi mamá fue su compañera de guerra, ella también estuvo en el M-19 desde muy temprana edad, es una mujer política, toda su vida se la ha dedicado a la política. La gente ve en ella a la ex de Gustavo, pero es una mujer extremadamente fuerte e inteligente y es tan política como Gustavo Petro.

SEMANA: ¿Cómo se enamoran ellos en el M-19?

A. P.: Fue amor a primera vista. Los mismos ideales, las mismas situaciones, estaban en una época en que los mundos se cruzaron y ahí se quedaron durante más de 15 años, nueve de matrimonio.

SEMANA: ¿En qué momento se distanció de Gustavo Petro?

A. P.: Para mí fue muy duro porque tenía nueve años y mi hermano, ocho. De la noche a la mañana, ya no estaba papá todos los días. Tampoco es que estuviera todos los días porque él ya tenía su carrera política y ha sacrificado su vida familiar por la política. El núcleo familiar, así estuviéramos con mi mamá, se realizó de manera paralela con Verónica, su actual compañera, y con mis nuevos hermanos. Sofía acababa de nacer, luego vinieron Antonella y Nicolás, que no es nuestro hermano de sangre, pero todos nos criamos juntos y siempre tratamos de preservar ese núcleo familiar Petro, así hubiera tres mamás diferentes.

SEMANA: ¿Cómo ha sido la relación con su padre en la distancia y cómo se han vuelto a encontrar estos últimos años?

A. P.: Es muy difícil porque fui la primera de sus hijas en irse del país, hace 12 años. Llegué aquí, a Francia, para hacer mis estudios, me volví independiente muy rápido. Me pagué yo misma mis estudios y ya soy profesional. Siempre traté de costearme mis propios gastos porque no me mandaban dinero y no me interesaba para nada que lo enviaran. Con mi papá no nos comunicamos todos los días, pero cuando realmente es necesario, cuando queremos decirle “te extraño”, siempre nos comunicamos.

Andrea y Andrés Petro son hijos de la segunda esposa de Gustavo Petro. Ambos viven fuera del país (Andrés está asilado en Canadá), pero han venido a Colombia para acompañar a su papá en la campaña.

SEMANA: ¿Cómo se dio el viaje de su hermano Andrés a Canadá?

A. P.: Para él fue difícil. La mitad de la familia se fragmentó después de los debates de la parapolítica, porque tuvieron que irse refugiados políticos a Canadá. Fue un momento muy crítico porque no estábamos acostumbrados a estar separados. Desde hace años, él debió haberse ido, no quería irse. Hubo un momento en que dos personas en TransMilenio lo amenazaron. Él tomó conciencia y decidió hacer todo el dosier para irse como refugiado a Canadá. Las amenazas comenzaron a multiplicarse; en la casa entraban muchas veces, rompían los vidrios, recibimos ladrillos con amenazas; una vez nos cortaron los frenos del carro. Llega un momento en el que dices “me tengo que ir”.

SEMANA: ¿Cómo ha sido vivir en Francia?

A. P.: Yo he sido completamente normal y eso es lo que me agrada de estar acá. Sobre todo, poder darles a mis hijas una vida estable. Trabajo, pago mis facturas, mi arriendo, a mí nadie me da dinero de más. Cuando viajo a Colombia, el mundo cambia completamente y me meto en este rol de ser la hija de Gustavo Petro.

SEMANA: ¿Cómo les explica a sus hijas que su abuelo puede ser presidente de un país en el que ellas no han vivido?

A. P.: Son muy chiquitas para darse cuenta de la magnitud de las cosas, pero están familiarizadas con verlos en la tele, le dicen “papa Gus”. No se dan cuenta, para ellas es normal. Nos regalaron muñequitos de trapo con la cara de mi papá, o cogen el libro y le dan besitos, pero bueno, se trata de tener una relación a distancia. La chiquita estaba emocionada de verlo. Siempre trato de mostrarles fotos, videos, decirles quién es la familia.