Así como en las selvas de África no se concibe un Tarzán sin Chita, en el Amazonas pocos se imaginan un Kapax sin Catalicia. Hasta la estatua que le hicieron en Leticia lo inmortalizó con su anaconda entrelazándose con su cuerpo. Sin embargo, desde hace más de un mes Kapax no tiene a su amiga. Y quizás nunca más vuelva a verla. No se cansa de contar la historia de cómo la perdió y de cómo uno de los días más gloriosos de sus últimos años se convirtió en el comienzo del fin de su leyenda. Kapax es quizás el personaje más conocido de la Amazonía colombiana. En 1976, cuando tenía 29 años, logró la hazaña de cruzar a nado el río Magdalena (desde Neiva hasta Barranquilla). Y desde ahí coronó un lugar inamovible en la escasa farándula de la selva. Dejó de ser Alberto Rojas Lesmes y empezó a ser llamado como uno de los peces más ágiles del Amazonas. Por eso, cuando el presidente Juan Manuel Santos visitó Leticia a principios de marzo, no dudó en recibirlo. Como se hospedó en el hotel Decameron, donde trabaja Kapax, el encuentro fue casi fortuito. "A la primera dama le daba miedo la culebra, pero a Santos no", dice, orgulloso. Al primer mandatario le generó tanta empatía el llamado Tarzán colombiano que lo invitó al Acuerdo para la Prosperidad que se celebraba al día siguiente. Como no tenía en qué llevar la anaconda, Kapax cuenta que le ofrecieron un carro oficial y que así llegó. Una vez en el Acuerdo, Santos lo hizo protagonista. Frente a todos le dio la bienvenida a él y a su 'novia'. En su discurso lo nombró cuatro veces y varios miembros del gabinete se tomaron fotos con el legendario personaje y su compañera. "Yo quise invitar a Kapax a que viniera porque me impresionó lo que me mostró… Si hay un símbolo de una persona que ame la naturaleza, que ame los ríos, el agua, es Kapax. El país entero lo conoce", dijo el presidente. En ese Acuerdo para la Prosperidad, para la mala fortuna de Kapax, estaban también presentes las autoridades ambientales. Entre ellas la directora de Parques Naturales, Julia Miranda, y otras a quienes no les cayó muy en gracia el espectáculo. Tres días después, Kapax recibió un oficio de Corpoamazonia en que lo instaban a entregar el animal. Ni el alcalde ni otras personalidades de Leticia quisieron interceder por él. Las normas sobre animales silvestres son claras y no tienen excepciones, así se trate del Tarzán colombiano. Total: a Kapax le tocó entregar la anaconda. Lo mismo hubiera tenido que hacer el verdadero Tarzán con su chimpancé."Esa anaconda no es de Kapax, es del Estado", dice Luz Marina Cuevas, directora territorial de Corpoamazonia. La funcionaria aclara que ellos no se la decomisaron sino que él la devolvió "voluntariamente". Pero esa entrega tiene a Kapax destrozado. Él había encontrado a la anaconda en un riachuelo cerca de Leticia. La había bautizado Catalicia y la había visto crecer. No tenía más de un metro y llegó a medir cinco. Cada 20 días le daba siete kilos de carne. Le había construido un 'hogar' de 100 por seis metros en un zoológico abandonado. Y casi todos los días la llevaba una hora al Decameron para enseñársela a los turistas. "No era una mascota. Era una forma de pedagogía", concluye. Por este servicio el hombre recibía alguna propina para que pudiera mantener a su particular amiga.Resignado, decidió visitar a su anaconda días después, pero le esperaba otra sorpresa: uno de los celadores le dijo que se había escapado. A Kapax le preocupa su Catalicia. Como había vivido bajo su cuidado, probablemente no sabe cazar. *Este es el insólito oficio que recibió Kapax dos días después de haber llevado su anaconda al Acuerdo para la Prosperidad. **Vea aquí la galería de fotos