Cuando María del Socorro Pimienta fue nombrada en propiedad por el gobierno de Gustavo Petro como superintendente de Industria y Comercio, su ratificación en ese importante cargo envió un mensaje a los funcionarios que habían hecho a pulso una carrera en las entidades públicas. Pimienta llevaba más de 30 años en ese organismo y había escalado todas las posiciones. Su salida, de manera abrupta y sin ninguna explicación, causó conmoción.

La exfuncionaria habló con SEMANA en medio de un enorme dolor. La botada genera un daño irremediable en su familia, cuenta casi entre lágrimas. “Soy una mujer profesional con una carrera pública intachable. Trabajo en la Superintendencia desde hace décadas. La conozco como a nadie. Estaba en 1991, cuando la entidad iba a ser desbaratada y fui parte de su transformación. Para llegar al cargo, a mí me tocó presentar un concurso reglado y cumplir una serie de requisitos. Estuve encargada desde el 30 de enero, pero cuando yo gané el concurso pensé que, además de ser un reconocimiento de todos los años de carrera, era un reconocimiento a los postulados que el mismo gobierno del cambio quiere defender”, dice.

María del Socorro Pimienta, superintendente de Industria y Comercio. | Foto: SEMANA

La mujer narra que sabía que querían su cargo, pero que no podía entregarlo, no por querer atornillarse, sino porque gracias a esos años de trabajo tiene una serie de prestaciones para su hijo que perdería en el momento en que quedara fuera de la entidad. Con el agravante de que esos beneficios eran de por vida si se pensionaba de la entidad, y ahora, por fuera, los pierde para siempre. “Yo estoy a nueve meses de jubilarme. Yo me he tenido que ganar con lágrimas cada uno de los ascensos. Tuve más de 12 ascensos”, relata.

“Me preguntan qué es lo que está pasando de este momento. En las últimas horas, he sido blanco de muchas calumnias. He recibido un acoso constante por diferentes fuentes y eso hace evidente la puja que hay por muchos intereses. Tenían interés de sacarme a las buenas y a las malas”, sostiene.

Nunca en los años que trabajó en la entidad, ni en estos últimos meses en que fue la directora, cuenta ella, pensó en buscar otro trabajo. “Una sola razón me mantuvo a mí. Soy madre de tres hijos. Uno es discapacitado, con un déficit por cuenta de una epilepsia. Yo he sufrido esa tragedia”, cuenta en detalle.

Declararla insubsistente le hace un enorme daño a su hijo Samuel, que hoy tiene 26 años. Cuando era más pequeño, tuvo un procedimiento ambulatorio y por un error le pasaron mal la anestesia. Tras esa situación, quedó con una condición de salud muy difícil. “Puede convulsionar 20 o 30 veces al día. A consecuencia de eso tiene un déficit cognitivo”.

“Si yo me hubiera jubilado, tendría dos prestaciones vitalicias. Ninguna madre estaría en disposición de lesionar a su hijo. Y yo menos después de estar a nueve meses de tener esa posibilidad. Yo necesito una pensión para darle a mi hijo una tranquilidad mediana al futuro”, asegura.

Pimienta cuenta su historia. “Cuando me casé con la Superintendencia, también me casé con mi esposo, con quienes tenemos un hogar sólido y firme. Tuvimos tres hijos, incluidos dos mellizos”.

María del Socorro Pimienta, superintendente de Industria y Comercio. | Foto: SEMANA

“Yo hubiera podido hacer una carrera descollante, pero decidí quedarme en la Súper porque tenía estabilidad y, entre otras cosas, me daba el derecho a tener un plan médico especial para mi hijo, que cubre esas necesidades complicadas. Tengo todas las certificaciones médicas. A mí la entidad me dio una prima de manera vitalicia por la discapacidad del niño. ¿Qué pasa a partir de hoy? Me suspenden el plan complementario médico y no me voy a pensionar de la Súper. ¿Cuál es el futuro que me depara con esto? Solo sé que está en manos de Dios”.

Pimienta lamenta lo que está viviendo. “Declararme insubsistente es un enorme daño, no solo a mí, sino a mi familia, a mi hijo. Mi hijo tiene un estado de vulnerabilidad porque yo perdí esas prestaciones después de haber desarrollado una carrera de muchos años. Yo amo la Superintendencia, amo lo que hice en la Superintendencia, pasé por ocho superintendentes distintos. Los conozco a todos. Ahora he percibido la peor agresión de mi vida, con la peor campaña de desprestigio. Me crearon un perfil de corrupta”, señala.

Narra que en las últimas semanas se dio cuenta de que la querían sacar a las “buenas o a las malas”. Y asegura que ha vivido un cubrimiento mediático injusto. “Yo creo en la libertad de prensa, pero también llamo a los periodistas a que no sean una caja de resonancia para desprestigiar una persona”.

La exfuncionaria agrega que sintió pánico “cuando se dio cuenta de que los ataques venían de redes de gente cercana al Gobierno”. Y advierte que la Superintendencia quiere ser tomada como un instrumento de venganza.

Sobre su gestión, asegura que entregó todo al día. “Tengo un equipo de trabajo excelente, absolutamente experto”.

Pimienta no señala al presidente Petro porque no habló con él y el decreto ni siquiera lo firmó él, pero asegura que le sorprende y le duele cómo “este gobierno, el defensor de la vida, de la mujer, sea el que vaya a atropellar los derechos de una mujer como yo. Soy madre y esposa hace 30 años. No me cabe en la cabeza que me dejen mancillar”, sostiene.

Y asegura que en el interés de que se apartara del cargo, le ofrecieron cargos diplomáticos. “El cargo diplomático es tentador para muchos, pero para mí significaba salir de la entidad y renunciar a las prestaciones vitalicias de mi hijo. No hay nada suficiente para compensar esa pérdida”. En esas llamadas, le dijeron que el presidente necesitaba “una recomposición política”. Pimienta asegura, sin embargo, que no da nombres. “Me precio de ser una dama, decente y respetuosa de las decisiones de gobierno. Yo no di pie a que ese decreto saliera así. Yo entendí las necesidades del Gobierno, pero el Gobierno no entendió las mías”.

Cuenta que desde que asumió las riendas de la entidad ha sabido que sus decisiones generaron malestar en muchos sectores, y que hay voces interesadas en hacer un “incendio” en el organismo. “La gestión de la entidad no es fácil. Hay temas álgidos”.

No sabe con certeza cuáles fueron los temas que incomodaron, pero tiene sus ojos en uno en particular: las decisiones que se tomaron sobre temas de fútbol. “Ahí comenzó de manera evidente la persecución contra mí”, dijo. Asegura que se trató de una decisión en derecho que buscó darles garantías a los trabajadores, es decir, a los futbolistas.

En ese caso cuenta que se ha mencionado al exsuperintendente Jairo Rubio, con el que ella trabajó, y quien es uno de los apoderados, pero que ella no tiene una cercanía distinta a haber trabajado en la entidad cuando él la dirigió, como lo ha hecho con los otros ocho superintendentes que han estado en ese cargo. “Simplemente, esas manos oscuras y esos intereses oscuros han querido centrar la atención en eso para desenfocar sobre el resto de cosas que estaban alrededor. Lo conozco como conozco a todos los superintendentes. Todos fueron jefes míos. Han armado una narrativa tendenciosa sobre los casos”, señala.

También cree que personas que ella despidió de la entidad están detrás de la campaña de desprestigio. “A muchas personas tuve que decirles, hasta aquí están. Yo tuve que tomar decisiones serias de funcionarios que se estaban prestando para lo que no era”, dijo. “Me dijeron, esto le va a salir mal. Va a terminar la vida a cuadritos”, agrega.

“Hoy me despierto pensando en lo que vivo. Yo apelaría a esos postulados que el gobierno del cambio ha defendido y que yo he defendido durante este tiempo. Yo llamaría al Gobierno a ver qué puedo hacer, en qué me pueden ayudar”, concluye.