Gloria Cruz tuvo que abandonar su casa ante el peligro inminente de que una nueva lluvia afloje más el terreno y tire abajo la estructura. Su instinto de supervivencia la llevó a armar un cambuche sobre la carretera, justo al frente de la vivienda, para resguardar sus enseres del agua y pasar las noches mientras llega la incierta solución.
Como doña Gloria, son varias las personas que perdieron su patrimonio por el azote de la ola invernal en el kilómetro 59 de la vía Cali-Loboguerrero. Hace una semana, en este punto de la carretera, que también lleva a Buenaventura, el suelo se agrietó y se hundió tanto que se convirtió en un cráter de dos metros de profundidad.
Tal es el daño que, si no se supiera que fueron las precipitaciones las que provocaron, en parte, el origen del hueco, podría pensarse que un meteorito cayó justo en ese lugar y arrasó con todo a su paso. La falla que quebró la vía también derribó un ramillete de casas ubicadas justo a un lado de la carretera y dejó a otras en alerta máxima.
“Estamos en una situación crítica, la casa está que se cae hacia el río. Tuvimos que salir por necesidad, estamos a la intemperie. El terreno sigue cediendo y, si vuelve a llover, se va a ir hacia abajo, por eso tuve que salir”, relató Gloria, quien vive junto con sus hijos, entre ellos una joven en situación de discapacidad.
Gilberto Giraldo sigue abriendo su tienda con la premisa de que “Dios proveerá”. No tiene otra opción. Lo que antes era una abarrotada parada de buses que iban o venían del distrito portuario ahora es un lugar visitado por uno que otro habitante del sector. El cambio que ha traído el cierre total de la carretera, estimó, es “del ciento por ciento o incluso más”.
“Estamos de manos cruzadas. Aquí había un restaurante, una tienda y una venta de frutas y verduras. De hecho, estaba recién surtida y todo se perdió porque no hay a quién venderle. Esta es una vía nacional que la mueven los turistas. Antes paraba mucha gente porque aquí teníamos un puesto de control de varios buses y ya no queda nada de eso”, expuso el tendero. Y es que hasta el 27 de octubre, cuando el paso por el kilómetro 59, jurisdicción del municipio de Dagua, quedó obsoleto por las grietas, más de 100 buses salían cada día desde la Terminal de Transporte de Cali hacia Buenaventura. Ahora solo salen unos 20.
El flujo de pasajeros ha disminuido considerablemente y los costos de operación se incrementaron, pues los vehículos tienen que recorrer 50 kilómetros más para llegar al distrito portuario por la vía a Mediacanoa.
Esto implica dos horas más de recorrido, mayores gastos en gasolina y el pago adicional de un peaje. Ivanov Russi, gerente de la Terminal de Transporte de Cali, aseguró que el costo del pasaje no ha aumentado. Sin embargo, no descarta que suceda en los próximos días si no se atienden las peticiones de este sector. “Le estamos pidiendo al Gobierno que nos ayude con la exención del pago de uno o dos peajes. De lo contrario, se hace insostenible cubrir la ruta hacia Buenaventura”, señaló.
Andrés Ruiz, un conductor de buses intermunicipales de Dagua, dijo: “El flujo de pasajeros e ingresos disminuyó en 70 por ciento. La gente no está usando el transporte, pero aquí estamos presentes, tratando de cubrir la ruta para suplir las necesidades que tenemos y cumplirles a los usuarios. Hacemos lo posible por no causar golpes económicos a las personas, por eso, solo hemos aumentado en 1.000 pesos la tarifa”.
Debido al gigantesco cráter, quienes deseen ir hacia Dagua por esta vía o hacia Buenaventura, deben llegar hasta el sitio del daño, pasar a pie por un costado de la carretera que no se ha hundido y hacer un trasbordo al otro lado. Los pasajeros peregrinan, con maleta en mano, los 200 metros de longitud colmados de grietas para continuar su travesía.
Para los habitantes de Loboguerrero, más allá de la ola invernal, el responsable del daño en el kilómetro 59 es la presunta negligencia del Instituto Nacional de Vías (Invías). Aseveran que meses atrás la carretera empezó a romperse cuando aparecieron pequeñas grietas. Dicen que esta novedad fue reportada a algunos trabajadores de esta entidad y que la única solución que brindaron fue asfaltar lo que se pensaban que eran pequeños daños y que en realidad eran el principio del fin.
SEMANA consultó a Invías sobre las afirmaciones de la comunidad y negaron haber recibido las quejas: “En el sistema de correspondencia no se evidencia radicado alguno”. Entre tanto, la entidad ha dicho que un equipo técnico evaluó los daños y determinó que debe construirse “un muro de contención con cimentación profunda y realizarse obras hidráulicas en los taludes superior e inferior” para poner a punto la carretera. Las obras tardarían entre seis y ocho meses, tiempo que empezaría a correr cuando estén listos los recursos para adelantar los trabajos.
Desde el sector camionero puntualizan que no se han visto afectados por el cierre de la vía porque están acostumbrados a usar la otra ruta, es decir, la de Medicanoa. No obstante, el comercio en Dagua y el turismo en Buenaventura ya empiezan a sentir los estragos del cierre vial.
“Los pasajeros son los que mueven la economía al comprar frutas y comer en los restaurantes, por ejemplo. Los comerciantes están muy molestos con las pérdidas y me han manifestado que el periodo de tiempo de las obras es demasiado extenso, por eso le piden a Invías que se tenga en cuenta la posibilidad de habilitar la berma derecha de la carretera y que los vehículos pasen de forma alternada”, precisó la alcaldesa de Dagua, Ana María Sanclemente.
El turismo, golpeado
Por su parte, el secretario de Turismo de Buenaventura, Nixon Arboleda, afirmó que en vista del cierre han sido canceladas una gran cantidad de reservaciones. “Estimamos una afectación del 40 por ciento. En ese sentido, le hacemos un llamado a la gente para que no cancele sus viajes, el distrito sigue abierto”, añadió.
En medio de la profunda tristeza que la invade al pasar por este momento de vulnerabilidad, doña Gloria afirmó que la carretera es importante, pero que lo son más las personas damnificadas. “Lo único que pido es que nos solucionen, no podemos quedar en la calle”, dijo.
El subsidio de arrendamiento de 250 mil pesos por tres meses que les brinda la alcaldía de Dagua resulta insuficiente para los afectados, quienes piden ser reubicados antes de que las lluvias, que el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) prevé que se extiendan hasta diciembre, hundan más la vía y acaben con el resto de casas o inclusive con sus vidas. En este municipio hay 300 familias azotadas por la ola invernal.
Óscar Ortega, otro habitante del kilómetro 59, se unió a los reclamos: “¿Qué estoy esperando? Que en cualquier momento mi pieza se vaya al río porque el terreno sigue cediendo. Yo ni siquiera soy dueño, pago arriendo y me dicen que tengo que desalojar. Lo único que pido es que me den un lote, que me reubiquen, y yo me encargo de construir un rancho para vivir y no quedar en la calle”.
La alcaldesa de Dagua respondió a estas peticiones, al tiempo que instó al Gobierno nacional a centrar su atención en esta emergencia: “Entiendo que las ayudas resulten insuficientes y que muchas personas no quieran recibir el auxilio de arrendamiento ni desalojar las viviendas pese al alto riesgo porque reclaman soluciones definitivas, pero nosotros no tenemos capacidad financiera porque somos un municipio de sexta categoría”.
Las ilusiones de los habitantes de la vía Cali - Loboguerrero, al igual que la carretera, seguirán rotas indefinidamente.