La diferencia fue de apenas media hora. Al finalizar la tarde del pasado jueves, James Rodríguez –capitán y uno de los referentes del seleccionado colombiano– emitió un comunicado en el que señalaba que cualquier información relacionada con una pelea y diferencias internas durante el partido que jugó el equipo nacional contra Ecuador era falsa. Advirtió, incluso, de acciones legales si es necesario para defender su posición.

Unos minutos después, la Federación Colombiana de Fútbol rompió su silencio y en otro pronunciamiento dijo que cualquier versión periodística referente al supuesto enfrentamiento entre jugadores de la selección no era verdad y que en el interior del equipo se “vive un ambiente de cordialidad, compañerismo y amistad”.

Los dos comunicados no solo coincidieron en desvirtuar y desmentir las informaciones que crecieron como un tsunami sobre lo que llaman los expertos “el rompimiento del camerino”. También lo hicieron en que ninguno mencionó a Carlos Queiroz, el entrenador nacido en Mozambique, hoy en el ojo del huracán tras la más penosa y triste presentación de la selección Colombia en la pasada fecha de las eliminatorias a Qatar, al caer como local ante Uruguay por 3 a 0 y perder vergonzosamente contra Ecuador 6 a 1 en Quito. Esta fue la segunda peor derrota de la historia del fútbol colombiano en eliminatorias. La primera fue en 1977, cuando la tricolor perdió su encuentro con Brasil 6-0 en el Maracaná camino al Mundial de Argentina 1978 y en esa ocasión no acudió a la cita orbital.

Al cierre de esta edición, medios portugueses –como Record y O Jogo– señalaron que la salida de Queiroz era inminente y se daría luego de recibir una indemnización de dos millones de dólares, que se encuentra negociando con la Federación Colombiana de Fútbol, debido a que en el contrato se incluyó una cláusula bilateral de rescisión por este valor.

En la pasada fecha de eliminatorias nada funcionó para Colombia. No hay un plan B. Cuando Queiroz tiene que ajustar, los replanteamientos no dan resultados, han hecho ver mal a los jugadores y no logra una estructura equilibrada del equipo. Las constantes fueron las malas entregas, el desorden, la falta de cohesión y ninguna idea colectiva clara. Perder como se perdió es sinónimo de crisis para cualquier equipo con la calidad de jugadores de Colombia, máxime cuando en las primeras jornadas de la eliminatoria logró un contundente triunfo en Barranquilla ante Venezuela y sacó con casta y jerarquía un valioso empate en Santiago.

Por eso las dudas del cambio tan dramático en apenas un mes han generado suspicacias. Se cuestionó la actitud de los jugadores, se habló del popular “cajón al técnico” y de la desconfianza en su idea. Pero dos días después del juego en Ecuador estalló un nuevo capítulo: líderes de opinión en el periodismo deportivo colombiano hablaron de un equipo dividido, con relaciones completamente rotas.

Las hipótesis de los comunicadores señalaban peleas de James Rodríguez con compañeros como Wilmar Barrios, Jefferson Lerma y Luis Fernando Muriel. También se mencionó, incluso, la declaración de rebeldía del otro capitán de la selección, el arquero David Ospina, a Queiroz, que se habría negado a jugar después de expresar su desacuerdo por las decisiones en el planteamiento del partido.

Los cuestionamientos a la credibilidad y respeto que inspira en el grupo aparecieron entonces: ¿qué tan líder es Carlos Queiroz? ¿Con Falcao en el equipo esto hubiera pasado? ¿Qué tanta conexión ha tenido Queiroz con el grupo, en especial cuando en el pasado ciclo todos los jugadores comulgaban con la idea y planteamientos de José Pékerman?

Queiroz no solo tuvo una mala salida en lo futbolístico y en su relación con el grupo. En una rueda de prensa, antes de la pasada fecha, el seleccionador aceptó que en su seguimiento deportivo estaba presente Sebastián Villa, jugador de Boca Juniors investigado en Argentina por supuesto maltrato físico a su expareja Daniela Cortés. “No estamos para condenar a nadie”, comentó Queiroz, recalcando que el proceso judicial que se está llevando a cabo para encontrar las respuestas se debe dejar en manos de las autoridades correspondientes.

Pero al terminar la rueda de prensa los micrófonos quedaron abiertos y la transmisión continuó, y al leer un trino de una periodista que cuestionó el papel de la Federación de cara a problemas sociales tan complejos como la violencia intrafamiliar, el técnico reaccionó diciendo: “Si todos los hombres que golpean a una mujer salieran a la prensa, estaríamos jodidos”.

¿Más afuera que adentro?

Más allá de los malos resultados de las últimas presentaciones, la lupa se puso en el seleccionador por la forma en la que Colombia se vio en el terreno. Sin líderes, sin una idea de juego clara y sin actitud, todo lo innegociable en cualquier equipo de fútbol. Pero, como siempre, es más fácil buscar la solución con la salida de uno que con la de un equipo completo.

SEMANA conoció que el pasado miércoles 18 de noviembre Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, y el técnico Carlos Queiroz se reunieron para evaluar lo sucedido contra Uruguay y Ecuador. Por la filtración en medios y la falta de respaldo de los jugadores y de la Federación al entrenador, todo indica que estarían negociando su salida y que el plan de pago de la Federación sería a cuotas.

La bolsa de candidatos empieza a agitarse. Reinaldo Rueda es el nombre más pronunciado para reemplazar a Carlos Queiroz debido al mal momento que atraviesa el colombiano con la selección chilena de fútbol. Sin embargo, su contrato va hasta marzo con “la Roja” y, al igual que con Queiroz, el despido del campeón de la Copa Libertadores en 2016 con Nacional implicaría una indemnización cercana a los dos millones de dólares.

Juan Carlos Osorio vuelve a hacer parte de la baraja, aunque es el más resistido por la afición colombiana.

También está en el abanico José Pékerman, quien después de dirigir a Colombia rechazó ofertas de selecciones como Venezuela, Ecuador y a quien actualmente sondearon desde Chile. El argentino se retiró del mando de la selección Colombia en agosto de 2018 y clasificó a la tricolor a dos mundiales consecutivos –Brasil 2014 y Rusia 2018–. Su mensaje de despedida en esa oportunidad fue premonitorio: “Le deseo al comité ejecutivo la mejor de las suertes y estaré pendiente de Colombia, como país, como gente. Ojalá los éxitos continúen y que todos los que plantean exigencias no se peleen, el fútbol es de mucha pasión, se pierde muy fácil la objetividad, se dañan cosas que cuestan mucho recuperar. Que puedan tener la claridad de pensamiento para tomar las mejores decisiones”.

Con las presentaciones recientes, Qatar cada vez está más lejos. Los rumores de peleas internas y diferencias en el camerino suenan tan fuerte como cualquier cántico de un hincha en la tribuna de un estadio sin pandemia y solo queda esperar si todo lo que hoy parece un rumbo perdido, se vuelve a encaminar para participar del Mundial 2022.

Si bien es cierto que Carlos Queiroz fue el responsable de la puesta en marcha de la llamada “Generación de oro” portuguesa potenciando jugadores como Luis Figo, Rui Costa, Fernando Couto, Paulo Sousa y João Pinto, llegó la hora de devolver la fuerza a un grupo de jugadores colombianos que en la actualidad parece debilitarse con mucha crítica y poco fútbol.

¿Y qué pasará con James?

El día que asumió como técnico, Carlos Queiroz se comprometió a “cuidar bien del patrimonio” refiriéndose al prestigio de la selección a nivel global, que obtuvo gracias a jugadores como James Rodríguez, de quien el técnico aseguró sería “el corazón de su Selección”.

Sin embargo, hoy parece no latir de la mejor manera. Al 10 se le cuestiona el liderazgo, más que el fútbol. El goleador de Brasil 2014 apenas suma una anotación de penal en esta era. Bajo las órdenes de Queiroz, la mejor actuación de James se vio en la Copa América, donde fue trascendental para que Colombia llegara a los octavos de final.

Los hechos que actualmente vinculan al jugador del Everton de supuestas malas relaciones con sus compañeros le quitan protagonismo a su talento en la cancha y refuerzan la hipótesis de tener un poder mayor al del entrenador. Además trae a la memoria la convocatoria para los amistosos de octubre en 2019 en la que, de acuerdo con versiones de prensa de la época, James llegó a un acuerdo con Queiroz para no estar presente en los partidos amistosos de septiembre y octubre con la idea de consolidarse en el Real Madrid, versión desmentida por el mismo técnico, que en un acto de autoridad asumió como suya la decisión y fue duramente criticado y señalado de contradecirse.