La vida de Yeison Cruz, un niño de 5 años, y su hermanito de 9 se convirtió en una tortura diaria desde que su mamá, Olga Lucía Cruz, de 26 años, inició una relación sentimental con un hombre que le doblaba la edad y que más tarde, según la Fiscalía, se convirtió en asesino del menor de sus hijos. Fue identificado como Miguel Giovanni Ángel.
Los dos niños pasaban los días entre la calle y un desbaratado rancho de tejas y palos, sin habitaciones, cocina o baño; una triste imagen de la pobreza extrema, en una zona de invasión en lo más alto de la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá. Fue en esa casa donde mataron a Yeison, mientras su hermano corrió por ayuda.
SEMANA conoció todo el expediente de este doloroso caso. Las declaraciones de los vecinos, de la propia mamá y de la abuela del niño, el dictamen de Medicina Legal, las fotos del lugar de los hechos, una compulsa de copias de la juez 72 penal de control de garantías contra el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y hasta un diario en el que la mamá de los niños alertó del maltrato perpetrado por Miguel Giovanni.
Falló el Estado
Las versiones que recaudaron los investigadores del grupo de homicidios de la Sijín, en la Metropolitana de Bogotá, entregadas por los vecinos, revelaron que los menores eran víctimas de las agresiones del hombre desde varias semanas atrás, por eso alertaron al ICBF en el barrio El Lucero, en Ciudad Bolívar, pero nada pasó. Los vecinos le contaron a SEMANA que tienen los radicados que les dieron en cada llamada, pero el maltrato continuó hasta la muerte del más pequeño.
Fue justamente esa la razón que descompuso a la juez de garantías, quien tras escuchar los testimonios no dudó en solicitar una investigación a los funcionarios del ICBF que fallaron en la protección de los niños. “La molestia de la juez fue evidente, los vecinos y familiares del niño alertaron lo que ocurría en esa casa y no hicieron nada, por eso compulsó copias”, señalaron los investigadores del caso.
Desde el ICBF advirtieron que están revisando lo sucedido y la compulsa de copias. Adjuntaron un pequeño comunicado de prensa en el que confirman que efectivamente recibieron una llamada a la línea 141 en mayo y un funcionario del Instituto se acercó, pero la ubicación aportada por los denunciantes “no era precisa”, por eso llegaron a la conclusión de que la información no era “suficiente” para verificar las denuncias.
“Durante la búsqueda en la zona se evidenció que las indicaciones de ubicación aportadas no eran precisas. Se indagó con los vecinos y con la comunidad, quienes indicaron no conocer ninguna situación como la expuesta en la denuncia”, señalaron desde el ICBF.
Sin embargo, los vecinos y familiares tienen otra versión, la misma que dejaron por escrito en las diligencias de entrevista que entregaron a la Sijín en las que insisten que fueron varias las denuncias que hicieron para evitar los maltratos que venían padeciendo los menores.
“Los niños se acercaron a una vecina para pedirle que los dejara quedar porque les pegaban mucho, incluso se ofrecieron a trabajar para pagar el alojamiento. Ella se negó, pero avisó al ICBF”, explicó un investigador que logró obtener la orden de captura contra el padrastro de los niños.
El crimen
El día de los hechos, el pasado 20 de agosto, en la casa se encontraban Yeison, su mamá y el padrastro. La mujer salió a reclamar un giro de dinero y cuando regresó encontró al niño asustado y con golpes en la cara, de un momento a otro se desmayó y llamaron una ambulancia, mientras aseguraban que no sabían qué le había pasado al niño, simplemente se desmayó. Los paramédicos llegaron y la primera imagen obligó a llamar a la Policía. Las lesiones en la cara y la cabeza del niño eran evidentes. Ya estaba sin vida.
La noticia se esparció por el barrio, los vecinos que sabían de los maltratos llegaron a la casa a exigir justicia. Cuatro horas después de la primera llamada a la línea de emergencia el cuerpo de Yeison seguía en el piso de tierra en la improvisada vivienda. Cuando la Sijín llegó, arrancó con las entrevistas y mientras investigaban, una multitud, con más de 200 personas, estaba por linchar al presunto agresor.
La turba enfurecida por el asesinato del niño, y las denuncias que no tuvieron efecto, se lanzó contra el hombre, la Policía tuvo que intervenir y hasta el Esmad llegó al sitio. Al final, el padrastro del niño recibió tres puñaladas y un policía resultó herido. “Miguel fue trasladado al hospital de Meissen, estuvo allí por cinco días, cuando salió estaba la orden de captura”, explicaron los investigadores.
La mamá del niño rindió una diligencia de entrevista en la que confirmó que su pareja sentimental maltrataba al menor, que ese día salió y al regresar lo encontró “asustado con muchos morados y esquivo”, posteriormente cayó al suelo y el padrastro no dio ninguna explicación, es cuando decidió llamar una ambulancia.
Los investigadores entregaron las declaraciones y la fiscal del caso estimó necesario vincular a la mamá del niño por omisión de socorro. Ella era consciente del maltrato y no hizo nada, nunca avisó a las autoridades, no protegió a los niños de las agresiones de su pareja, incluso trató de llevar a un error a las autoridades cuando llamó al 123. Ordenaron su captura y fue judicializada.
Confesión
SEMANA obtuvo lo que sería un diario, al parecer, redactado por la mamá de los niños, que presentarán como prueba para demostrar que no solo los menores, también la mamá era víctima de las amenazas y maltratos del padrastro, del hombre capturado e imputado como presunto responsable del crimen.
El diario, escrito de puño y letra de Olga Lucía, la mamá de los niños, contiene una confesión en la que advierte que es víctima de violencia intrafamiliar, que piensa en acabar la relación antes de que pase algo peor, todo mientras los niños deben soportar los episodios de violencia. “No sé qué hacer, si seguir adelante con esta relación y ver que de pronto el día de mañana me mate o peor me deje en silla de ruedas, no sé qué hacer y me doy cuenta de que no debo dejarme golpear”, se lee en ese diario.
La familia de la víctima aseguró que en repetidas oportunidades le advirtieron a Olga que los niños contaban cómo el hombre los maltrataba, mientras ella aseguraba que no era cierto, con excusas tan débiles como que un perro mordió al niño, que fue el hermanito quien le pegó, pero al final los niños contaban la verdad, su padrastro era quien los golpeaba.
“Él no la dejaba hablar con nosotros y se veía a escondidas con la familia, nunca le decía que estaba con nosotros, cuando la llamaba ella decía mentiras, no quiso contar que ella también era víctima de maltrato”, señalaron los familiares del niño y su mamá.
La pareja no aceptó los cargos que imputó la Fiscalía por homicidio agravado y violencia intrafamiliar, el caso irá a juicio, donde esperan demostrar la responsabilidad del hombre en el asesinato del niño y como prueba presentarán el dictamen de Medicina Legal con resultado contundente: se trató de una muerte violenta por un trauma craneoencefálico severo.
Los fiscales pedirán una condena ejemplar para los responsables de este crimen, por eso presentaron el escrito de acusación que esperaban convertir en una cadena perpetua, pero como la Corte Constitucional tumbó esa ley, fue necesario reajustar el documento con el mismo propósito, una pena que se compadezca con el daño causado.