Desde el próximo martes, el Congreso enfrentará una de sus principales pruebas de fuego tras los más de 45 días de paro que pusieron en jaque al Estado. El Capitolio lució desconectado y alejado de la realidad del país, a pesar de los esfuerzos de algunos parlamentarios.

Las bancadas de Senado y Cámara tienen en sus manos la oportunidad perfecta para enderezar el rumbo y conectarse con la sociedad, mediante acciones como descentralizar las sesiones en las regiones. De lo contrario, el nuevo periodo legislativo podría convertirse en el trampolín perfecto hacia una derrota en las urnas en marzo de 2022, cuando pretendan revalidar sus credenciales. “Los congresistas tratarán de sacar proyectos concordantes con las expectativas de la ciudadanía para brindar mejores oportunidades”, reconoció César Lorduy, representante de Cambio Radical.

El reto no es menor. La legislatura empieza este 20 de julio y termina el 16 de diciembre, cinco meses claves para tramitar iniciativas importantes y dejar atrás el 87 por ciento de desaprobación, según la más reciente encuesta de Invamer. La cifra es una muestra del nivel de inconformismo de la ciudadanía en las calles. Los congresistas volverán en marzo de 2022, luego del receso, pero en ese momento ya no habrá mucho por hacer, pues las elecciones estarán a la vuelta de la esquina.

Retornar a la presencialidad será uno de los principales retos. Este martes, el grueso del Congreso se volverá a encontrar cara a cara tras más de año y medio de pandemia. Ese día, escogerán a los nuevos presidentes del Senado y la Cámara, Juan Diego Gómez y Jennifer Arias, respectivamente. En la Cámara Alta, 67 senadores permanecerán en el salón principal, y el resto, en el Constitucional.

El 90 por ciento de los parlamentarios están vacunados contra la covid-19, y algunos avanzan en ese proceso; pero no es un secreto que aún existe el temor del retorno a la presencialidad, porque varios cuentan con comorbilidades.

En materia legislativa, algunos congresistas buscarán reformar la Ley Quinta que rige el funcionamiento del Capitolio. Pretenden impulsar la virtualidad, no como consecuencia de la pandemia, sino buscando la modernización y digitalización, teniendo como referente al Parlamento norteamericano.

La reforma tributaria, presentada con mensaje de urgencia desde la Casa de Nariño, se robará la atención de las primeras semanas. El Gobierno le pondrá el acelerador, y las bancadas necesarias para sacarla adelante ya están concertadas. La oposición buscará contradecir la iniciativa, pero las mayorías aprobarán lo propuesto por el ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo. “Creo que no era necesario presentar una tributaria ahorita, ya perdimos la calificación; el Gobierno hubiera podido haber esperado hasta el año entrante”, criticó el senador Rodrigo Lara.

Una vez saldado el tema de la reforma tributaria, Iván Duque le apuntará a sacar adelante el proyecto que pretende regular el vandalismo. La iniciativa despertará polémica, especialmente en los partidos de oposición que han respaldado la protesta. El riesgo está latente, y el Gobierno no se puede dar el lujo de que vuelva a ocurrir lo que comenzó el 28 de abril. Precisamente, el 20 de julio, cuando el presidente y los congresistas estén en el Capitolio, los promotores del paro convocaron a una nueva movilización. De hecho, el Comité del Paro buscará impulsar diez proyectos, algunos de ellos repetitivos o difíciles de aprobar.

En propuestas legislativas, el Gobierno no puede ser ambicioso. El último año es el menos productivo, y para ese momento los congresistas ya tendrán la mente ocupada en cómo mantendrán su curul o quién los reemplazará. Sin embargo, no podrán dejar de lado importantes iniciativas dentro del paquete anticorrupción, como la disminución de sus sueldos y la reducción del periodo de sus vacaciones, con lo que se enviaría un buen mensaje al país.

De la importancia de los debates e iniciativas, además del equilibrio entre la campaña política y las sesiones, evitando el ausentismo, se sabrá si el Legislativo pasará la prueba o terminará sin pena ni gloria.