La vacuna contra la covid-19 promete convertirse en uno de los temas centrales de la próxima campaña electoral. El Gobierno, la oposición, los partidos y líderes políticos ya protagonizan una fuerte controversia por su llegada y distribución masiva entre los colombianos, y tal como están las cosas el volumen de la discusión promete subir con el paso de las semanas.

El país espera la vacuna como la tabla de salvación. En ella están depositadas todas las esperanzas para garantizar la inmunización de 34 millones de personas en una nación donde ya han muerto más de 47.000 ciudadanos y en la que el segundo pico tiene al borde del colapso al sistema de salud. La vacuna promete también jalonar la esperada reactivación económica. Las cuentas del presidente Duque son claras.

En 2021, la vacunación iniciará con los mayores de 80 años y el personal de la salud, mientras que el grueso de los colombianos recibirán la vacuna en 2022, en pleno furor de la campaña política por el Congreso y la Presidencia de la República. Este plan de inmunización pondrá a prueba la capacidad logística del Gobierno y su eficacia para cumplir las metas, algo muy complejo a la luz de lo que se está viendo en Estados Unidos y en varios países de Europa, donde hay fuertes críticas a los programas de vacunación.

De salir mal, la vacuna sería el talón de Aquiles del Gobierno, cuyo trabajo por la pandemia ha sido reconocido hasta por los colombianos en las encuestas. Con la vacuna, Duque sabe lo que le espera. Por eso, pidió no hacer politiquería con los tiempos. “El proceso no tiene espacio para la demagogia”, dijo. Y anunció que no tolerará que se utilice como oportunidad de arma política.Aun cuando la vacuna ni siquiera ha llegado al país, la oposición ya puso contra las cuerdas a la Casa de Nariño. Por medio de acciones judiciales y una cascada de derechos de petición, intenta conocer los contratos entre el Ministerio de Salud y las farmacéuticas. La información, según ha insistido el ministro Fernando Ruiz, no puede ser divulgada por acuerdos de confidencialidad con las multinacionales, tal y como ha ocurrido en otros países. Felipe Botero, director de Congreso Visible de la Universidad de los Andes, asegura que es necesario separar la vacuna de la campaña política. Sin embargo, el senador Jorge Enrique Robledo, uno de los más duros contradictores del Gobierno, piensa lo contrario y dice que no se debe satanizar la crítica. “No hay un fenómeno en un país que no esté tocado por la política y eso no es negativo, es parte de la democracia”, señala.

Sin embargo, una cosa es hacer cuestionamientos y exigencias de control político, como querer conocer la fecha exacta del inicio de la vacunación, y otra es utilizar la inmunización como herramienta política en el futuro. “Para millones de colombianos la vacuna es una esperanza, para los populistas de extrema izquierda se convirtió en una excusa para mentir y hacer politiquería. ¡Infames!”, dijo Juan Espinal, representante a la Cámara del Centro Democrático. La oposición exige que “se publiquen las contrataciones”, según el exgobernador de Nariño Camilo Romero. Pero eso no podrá ser así, pues el Gobierno se expondría a incumplir los acuerdos de confidencialidad y poner en riesgo la llegada de las vacunas.

Eso no impide, sin embargo, que la Casa de Nariño se esfuerce para que el plan que se avecina sea lo más público y apegado a las fechas que se prometen. De esa manera evitará que el tema se politice más de lo esperado.

Más allá de las vacunas, hoy hay una preocupación central con la logística, aseguró José Julián López, director del Centro de Información de Medicamentos de la Universidad Nacional. En Colombia hay que tener en cuenta la variedad de climas, los refrigeradores de máxima potencia, la conservación, los listados de beneficiarios, las EPS, entre otros factores. Lograr tener el control de todo es el mayor reto de salud pública en la historia de Colombia. En ese sentido, una manera de reducir la presión para el Gobierno es permitir que alcaldes, gobernadores y privados compren directamente las vacunas.

Juan Carlos Ruiz, doctor en Ciencias Políticas y docente de la Universidad del Rosario, lo ve conveniente porque se agilizaría el potencial de beneficiarios. No obstante, advierte que se puede abrir una puerta gigantesca al desorden y a la politiquería, especialmente en regiones apartadas del país. “Puede suceder que se utilice con fines electorales y en la vacunación se den ciertos privilegios, como sucede con muchas cosas en Colombia”, dijo Ruiz.

Incluso no es descartable que algunos candidatos pretendan pescar en río revuelto y hacer promesas en las elecciones de 2022 a cambio de inmunizar a sus electores. “Cada ciudad es diferente, en cada localidad se establecería una estrategia que podría estar signada por el clientelismo, el amiguismo, la compra y venta de vacunas. Todo, seguramente, va a suceder y las autoridades deben estar en alerta”, agregó Ruiz.

Lo ideal es que la vacuna no se politice y no se convierta en bandera de las elecciones porque, como dice Patricia Muñoz Yi, directora de posgrados en Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana, hay problemas más profundos que deberían ocupar la agenda de 2022, como la pospandemia y la recuperación económica del país. “Debe calar entre los candidatos que la vacunación debe ser trabajada como un tema de salud pública, de necesidad nacional y urgente para evitar tantas muertes”, señaló. Y coincidió con Botero, quien precisó que “la inmunización debe ser un tema técnico y alejado de la especulación política”.

Pero el riesgo de que se haga proselitismo con la vacuna es una realidad. “Por esto, desde todos los frentes tenemos que hacer una causa común con los órganos de control para salirle al paso a una práctica que sería perversa, inhumana e intolerable”, aseguró Didier Tavera, director ejecutivo de la Federación Nacional de Departamentos.

El Gobierno debe tomar el sartén por el mango, adelantar un proceso de vacunación ágil, eficaz, coordinado y planeado, reduciendo los riesgos de favorecimientos e incumplimientos en las promesas. De lo contrario, el tema terminará infortunadamente en manos de la politiquería, a costa de la salud de millones de colombianos.