Pocas peleas empresariales han durado más, y han involucrado tanto conflicto de sangre y tanto glamur, como la que encarnan las primas Ventura. Ambas, protagonistas entrañables del jet set, dos mujeres hermosas que marcaron la parada, una en la sociedad del país y otra en la de Hollywood, hoy libran una violenta disputa en los tribunales por un legado tan simbólico como billonario: el laboratorio Lafrancol. Lo que han vivido es hostil y lo que viene podría ser peor. Una acusa a la otra de una estafa por 15 millones de dólares. SEMANA conoció los documentos clave del proceso.
La historia comenzó cuando los hermanos Viviane y Michael Ventura vendieron en 2010 sus acciones de la empresa, que fue de su padre, Michael, y de su tío, Robert. El emblemático laboratorio era para ese entonces ya una compañía gigante que había presidido por años la prima hermana de ellos, Esther. La empresaria fue la líder por décadas de este emporio y una de las mujeres más importantes de la alta sociedad, dueña a su vez de una de las grandes fortunas del país.
Discreta y aplomada, solía evitar las cámaras de las revistas, que apenas la retrataron en grande cuando el laboratorio cumplió cien años y ella botó la casa por la ventana en una fiesta en el Country Club tras la entrega de una condecoración por el entonces presidente Juan Manuel Santos. Con su esposo, el expresidente de Ecopetrol, Juan María Rendón, son una pareja emblemática de la clase empresarial colombiana.
Viviane, por su parte, ha sido por años una cara conocida en las revistas de farándula. Sus tórridos amores fueron de antología: desde el rey Hussein y el director de cine Roman Polanski hasta el cantante Julio Iglesias. Hizo más de una decena de películas en Hollywood, pero la más recordada es la primera cinta de los Beatles, A hard day’s night, en la que apareció al lado de Ringo Starr, con quien también mantuvo una amistad por años.
“Cuando Ringo cumplió 21 años, yo fui la que salí del ponqué”, le contó a la revista Hola hace poco. Amante como ninguna de las historias de Las mil y una noches, llamó a su hija Sheherazade, quien se casó primero con Zac Goldstein, hijo de James Goldstein, uno de los hombres más ricos del Reino Unido, y luego, tras separarse, contrajo segundas nupcias con el director de cine Alfonso Cuarón.
La pelea entre ambas primas es también de película. Viviane y su hermano Michael, tras la muerte de su padre, en 1989, decidieron confiar su legado en la farmacéutica a Esther, pues ambos vivían en el extranjero. Sin embargo, como sucede en todos las familias, los problemas personales comenzaron a pesar.
Según cuenta el escrito de acusación de la Fiscalía, Esther “mantuvo (a sus dos primos) aislados y no les informaba el estado y desarrollo financiero de la compañía, ni se verificaba el monto de su participación accionaria”. El documento judicial agrega que, por ejemplo, “en el año 1999 y 2000, Viviane no recibió ningún abono de dineros por concepto de rendimientos o utilidades”.
Pero hubo dos elementos que generaron molestia especialmente. El primero, que con los años la participación accionaria de los primos se fue diluyendo. Con la muerte de su papá, bajó del 22 al 15 %, y para 1994 ya era apenas del 7 % (3,5 % cada uno de los hermanos). El segundo también fue por plata. En 1998, Viviane le pidió a su prima 50.000 dólares que le faltaban para cubrir los gastos de la boda de Sheherazade con Goldstein.
Esther le giró el dinero, pero le pidió que respaldara la deuda con su paquete accionario. Hay dos versiones enfrentadas sobre lo que pasó. Viviane asegura que le mandó un cheque para quedar a paz y salvo. La Fiscalía afirma que este pago se dio por concepto de 99.000 dólares a Juan María Rendón. Esther sostiene, por el contrario, que no fueron solo 50.000 dólares, sino que ella le hizo varios pagos que correspondían realmente a la compra de sus derechos en la empresa y no a un préstamo.
Así se lo aclaró la misma Esther a su prima Viviane en una carta fechada en 2007, en la que le asegura que ella ya no es accionista, pues en 1998 le vendió todo. Según su defensa, estos movimientos están registrados en los libros de accionistas.
Pero en 2010 este pleito familiar pasó a ser una guerra. Esther le ofreció a Michael comprarle sus acciones. Como la situación ya era tensa y la plata no les caía mal, él consideró la propuesta. Según relata el escrito de la Fiscalía, para convencerlo de vender, Esther se acercó a él y le presentó un avalúo realizado por la firma Estrategias Corporativas en el cual se tenía como resultado un presunto valor total equivalente a la suma de 38 millones de dólares. El valor inicial del avalúo era de 80 millones, pero restaba deudas por cerca de 40. Como Michael tenía el 3,44 % de la empresa, le correspondían 1,3 millones de dólares.
Michael no estaba seguro de hacer la transacción y Esther entonces le ofreció mucho más que el dinero del avalúo y le pagó 3.800.000 dólares. A Viviane no le ofreció esa suma, pues a juicio de Esther ella ya le había vendido su parte. Sin embargo, le pidió firmar una transacción en la que Viviane recibía una “donación” por un millón de dólares, condicionada a que se abstuviera a futuro de “iniciar cualquier tipo de acción judicial que permitiera recuperar su participación en la empresa Lafrancol S. A., así como de la cláusula de confidencialidad respecto a esta transacción”, según relata la Fiscalía. Una de las principales prohibiciones era hablar del caso con los medios.
Los primos quedaron tranquilos con el negocio hasta que, dos años después, en 2012, recibieron un tramacazo. En los medios se publicó que Lafrancol fue vendida por 530 millones de dólares a la Corporación Farmacéutica Recalcine (CFR), hoy adquirida a su vez por Abbott.
Para ellos, la venta no fue más que un engaño para sacarlos de la empresa pagándoles un precio muy inferior al real. En este contexto, denunciaron penalmente a Esther por estafa agravada a título de dolo, que calculan en 15 millones de dólares. El caso se ha demorado, pues solo la imputación se aplazó siete veces por medidas judiciales impuestas por la defensa de Esther.
Viviane y Michael creen que ella siempre supo lo que realmente valía Lafrancol y que el avalúo formó parte de una inquina para estafarlos. Aseguran que Esther había recibido una oferta de compra de Europharma por 238 millones de dólares. La Fiscalía recoge su malestar diciendo que Esther Ventura “indujo en error a los denunciantes, pues solo tuvieron acceso a un avalúo por un valor sensiblemente menor, ocultando así el valor real de sus acciones.
De igual forma, se incurrió en una maniobra engañosa mediante la orden dada por la señora Ventura para que se impidiera el acceso a la información financiera y contable, realizar un estudio independiente sobre el costo real de la compañía”.
El caso ya había tenido un capítulo que había cerrado ese pleito desde el punto de vista comercial. El conflicto había sido presentado ante el Tribunal de Arbitraje Internacional (Camara de Comercio Internacional de Paris) cuyo fallo le había dado la razón a Esther y por lo tanto a juicios de su defensa constituye cosa juzgada. Por otro lado, la Corte Suprema de Justicia también emitió un pronunciamiento a su favor. Lo que sigue en el momento es el proceso penal, frente al cual la defensa de la empresaria elevó una queja frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pues considera que se le han violado sus derechos procesales.
Luego de más de una década en los tribunales, el año pasado la Fiscalía presentó la imputación contra Esther Ventura y ya radicó el escrito de acusación. La defensa de la empresaria perdió la semana pasada un round cuando un juez le negó la nulidad que había presentado frente a la imputación. Otra imputación ya había sido declarada nula en el pasado. El caso enfrenta a dos de los abogados más prestigiosos del país. Del lado de Viviane, el penalista Jaime Lombana y del de Esther, el exmagistrado Ricardo Calvete.
En una situación atípica en los tribunales, el juez que llevaba esa nulidad se declaró impedido para conocer el caso, pues considera que luego de haber tramitado esa solicitud ya no tiene un criterio objetivo sobre el asunto.
“Por cuanto para este funcionario es claro el iter criminis y los ardides por los cuales Esther Isabel Ventura terminó por sustraer a los señores Michael David Ventura y Viviane Dayanne Ventura de sus derechos accionarios, engañándoles para que no conocieran del valor de los mismos, hasta lograr obtener de ellos la cesión de tales propiedades y el enriquecimiento a partir de vender dichas participaciones societarias”, escribió en su providencia. Tras años de pleito, el proceso sigue y cada vez está más cerca de resolverse.