En los últimos meses algunas de las viejas casas de Usaquén, un pueblo colonial que hoy es uno de los barrios más exclusivos del norte de Bogotá, están sufriendo una importante transformación. Las salas, alcobas, patios y demás espacios han sido restaurados y transformados en restaurantes, cafés, bares y sitios de comercio. “Es como irse un rato de Bogotá”, dicen espontáneamente algunos visitantes cuando hablan de por qué prefieren a Usaquén frente a otras de la ciudad. La plaza colonial y sus manzanas vecinas ofrecen probablemente la carta más diversa de comidas de Bogotá, por eso algunos han empezado a llamarlo la ‘Zona U’. Si bien esta transformación empezó desde finales de los 80, la aparición de otras zonas nuevas en la ciudad, como la Zona G y la Zona T, frenó un poco esta dinámica. Pero desde hace meses, Usaquén vive su renacimiento. Nuevos restaurantes y bares como Bogotá Beer Company, entre otros, son una verdadera opción para las personas que quieren huir de la rumba estridente y prefieren hablar y comer lo mejor. Es así como en menos de 20 manzanas, los visitantes pueden encontrar múltiples opciones de entretenimiento, tales como grata caminata por el barrio, exóticos platos y bebidas que se ofrecen en los distintos restaurantes especializados y cafés, o el comercio artesanal y los cuenteros que los domingos y lunes festivos se exponen en varios puntos del barrio. Tal como lo señalan habitantes y comerciantes, el principal gancho del sector es su arquitectura. La parroquia de Santa Bárbara de Usaquén, que data de 1665, es una de las edificaciones emblemáticas que conserva intacto su estilo colonial, así mismo se pueden apreciar muchas fachadas coloridas a lado y lado de calles adoquinadas y enmarcadas con faroles de tenue luz. Varias de estas edificaciones han sido remozadas y, sin perder su forma original, se han adecuado para el funcionamiento de establecimientos comerciales. Pero hacer de Usaquén “un pueblito lindo dentro de la ciudad”, como lo define la directora de Fenalco Norte, Margarita Toro, no fue nada fácil. Por varios años los habitantes se opusieron al comercio, argumentando que los negocios arrasarían con la belleza y la tranquilidad del sector. Sin embargo, los comerciantes aprovecharon y preservaron esos atractivos para hacer de Usaquén una zona de interés cultural, turística y a la vez rentable, como ocurre en el tradicional mercado de San Telmo en Buenos Aires, o en El Rastro, en Madrid. Se podría decir que el nacimiento del nuevo Usaquén comenzó, primero con la apertura del centro comercial Santa Bárbara, en 1989, y después, en junio de 1990, cuando 80 pequeños comerciantes, entre ellos anticuarios, pintores, artesanos, coleccionistas y buhoneros, alinearon sus negocios en pequeñas tiendas y se establecieron formalmente como Los Toldos de San Pelayo. De un momento a otro, visitar las curiosidades de este mercado de las pulgas se convirtió en un plan de fines de semana. A la par, varios cafés y restaurantes, especialmente en el marco del parque, abrieron sus puertas. En un proceso lento, el barrio empezó a cambiar. Sin embargo, el ruido, el aumento de la inseguridad y la ocupación del espacio público por los carros de los visitantes desesperaron a los residentes de Usaquén, quienes también se organizaron e interpusieron acciones legales para detener el fenómeno. Luego de varios años de mutua oposición, residentes y comerciantes empezaron a llegar a acuerdos y compromisos de autorregulación. El gran florecimiento comercial evidente hoy en Usaquén se dio particularmente a partir de 2004, con la expedición de la reglamentación de la Unidad de Planeación Zonal (UPZ Usaquén), que a partir de las directrices del Plan de Ordenamiento Territorial, permitió la convivencia de residentes con comercio de bajo impacto. Con la apertura de varios parqueaderos de amplia capacidad, la organización del mercado de las pulgas en tres zonas, el fortalecimiento de la vigilancia y el compromiso de continuar preservando y embelleciendo la arquitectura, los comerciantes, organizados como Corporación Turística de Usaquén, han demostrado que su proyecto no desmejora las condiciones de los habitantes. “Por el contrario, el comercio abierto acorde con el valor histórico de Usaquén, además de valorizar el sector, ofrece empleo a los vecinos”, opina el edil Orlando Amorocho. No obstante, algunos residentes como Cecilia de Cortés, de 74 años, persisten en su oposición“aunque los comerciantes han atendido nuestras quejas, todavía hay muchas cosas por mejorar. Usaquén se volvió sólo mercado de pulgas y negocios”, afirma esta mujer que ha vivido más de 60 años en el barrio. Por su parte, Lida Prieto Pinto, representante legal de los expositores de los Toldos de San Pelayo, recuerda que “el año pasado el Concejo de Bogotá declaró el mercado de las pulgas como actividad de interés cultural”. Sólo en lo que va corrido de este año, se han abierto más de 10 restaurantes de primer nivel. Esto hace que la ‘Zona U’ sea un destino ‘obligado’ de extranjeros, lo que ha hecho que en varios establecimientos tengan empleados bilingües o tengan cartas en dos idiomas, tal es el caso del ya tradicional restaurante italiano Pomodoro, donde las pastas, las carnes y los vinos son la especialidad. Restaurante Zhang es uno de los nuevos establecimientos. Allí, además de una excelente carta, los clientes pueden disfrutar de un bello diseño interior en el que se mezclan el confort, la elegancia y algunos divertimentos tecnológicos. En la esquina de la calle 118, a un costado de la plaza principal, se encuentra 80 Sillas, otro nuevo restaurante especializado en comida de mar que acoge a sus clientes en una vieja casona restaurada por el arquitecto Luis Restrepo. Vitrart Galería, Nepal y el Vivero Plantamos son interesantes opciones para quienes buscan elementos decorativos y ornamentales. Además de estos y otros nuevos establecimientos, Usaquén ofrece alternativas ya tradicionales como el Café Martí, Cinema Paraíso y la Tienda del Café. Si bien los comerciantes admiten que en los últimos meses Usaquén está siendo ‘descubierta’ por más gente, varios de estos opinan que falta voluntad y decisión por parte del Distrito para promover la zona como un punto de interés para el turismo nacional e internacional. Un paso importante sería avanzar en la adoquinación de las calles faltantes. Ya que actualmente sólo está contratado el proyecto de la calle 117. “Usaquén tiene todos los atractivos que busca el turismo: ubicación, cultura, historia y comercio. Desde hace un año venimos trabajando en un proyecto de autoabastecimiento que nos permita producir en la localidad lo que se consume y vende en Usaquén”, puntualiza Toro. Otra idea es que la Escuela de Caballería sea convertida en Parque y se pegue, como debe ser, a Usaquén. n