Una organización delincuencial instaló en las terminales aéreas de Antioquia unidades de vigilancia para atracar a personas adineradas. Entre las víctimas hay miembros de la farándula colombiana y millonarios empresarios.
El grupo estaba integrado por 20 sujetos que ante la sociedad demostraban una vida exclusiva y patrullaban las calles en vehículos de alta gama con el propósito de pasar desapercibidos ante la abundancia de sus objetivos.
Los ladrones fueron formados para identificar objetos valiosos en las salas del aeropuerto internacional José María Córdova, en Rionegro. Ellos tenían interés en los pasajeros que llegaban de Estados Unidos, México y Panamá.“Los jóvenes actuaban como campaneros en la puerta de llegadas internacionales para rastrear dinero, relojes y joyas de lujo”, mencionó la investigadora de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá que los persiguió por 12 meses.
A través de un control técnico de comunicaciones, se estableció que los delincuentes perfilaban a la víctima y compartían la información en múltiples llamadas, en las que describían el físico y revelaban las placas del carro que había tomado.
En ese momento, entraban a la escena varias motocicletas cuya misión era fingir un accidente de tránsito con el automotor que transportaba al futuro afectado. Ellos se tiraban al piso, se lamentaban y pedían auxilio a gritos.
Por razones humanitarias, los conductores frenaban el recorrido y atendían el llamado de los supuestos heridos. Sin embargo, el suceso terminaba en violentas intimidaciones y millonarios desfalcos para los ocupantes.“En los casos que tenemos documentados, ellos se levantaban rápidamente del piso, amenazaban a las personas con armas, las despojaban de sus pertenencias y luego se escapaban descaradamente”, detalló la uniformada.
Ellos tenían un gusto particular por los Rolex y las cadenas de oro, pues fácilmente los pueden llevar a compraventas. En cinco minutos, tomaban posesión de estos elementos, avaluados entre 5 y 80 millones de pesos.
La misma fórmula usaban en el aeropuerto local Olaya Herrera, por donde se mueven cientos de pasajeros diariamente entre destinos nacionales. Allí solo importaba que la víctima tuviera colgada alguna pieza de oro para arrancársela rápidamente.
Lo más preocupante es que la persecución no se limitaba a un robo exprés. La investigación advierte que los ladrones perseguían por varios días a los viajeros desde que se bajaban del avión hasta que arribaban a un sitio vulnerable.
Los atracos se extendían a restaurantes y avenidas solitarias, aunque no importaba el lugar. “Ellos tenían que robar, no tenían límites ni se conmovían con las situaciones de los menores de edad ni de los adultos mayores”, agregó la detective.
Cuando el número de turistas caía, los delincuentes se infiltraban en los bancos del Valle de Aburrá y perfilaban a las personas que retiraban altas sumas de dinero para ponerlas contra la pared y adueñarse de su esfuerzo. Un soldado fue una de las víctimas. Apuntándole con una pistola a su pequeño hijo, lo obligaron a desprenderse de 20 millones de pesos que tenía listos para comprar una casa. Entre lágrimas, él pidió a las autoridades encontrar a los sujetos.
La Policía Metropolitana del Valle de Aburrá pudo detener a siete integrantes de la organización y notificó del proceso a otros dos que ya estaban en la cárcel, aunque la hipótesis es que tiene emisarios en las calles que siguen aterrorizando a la gente.
Todo esto se suma a las ya conocidas denuncias de la existencia de bandas delincuenciales dedicadas exclusivamente al robo de turistas en la capital antioqueña.
En algunos casos utilizan sustancias que sedan a las víctimas para después despojarlas de sus pertenencias. Lo anterior se ha detectado en hoteles y casas de recreo, donde dejan a las víctimas inconscientes luego de cometer el hurto. Principalmente, estas bandas trabajan con mujeres que hacen las veces de gancho para atraer la atención de los turistas masculinos.