Daniel Jaramillo llegó a abrir su negocio —una droguería ubicada en el barro Caballas, de Bello, Antioquia—. Era 17 de marzo de 2022, a las 9:30 a. m. Un escalofrío recorrió su cuerpo en el momento que vio que los candados de seguridad estaban violentados. Llamó a sus vecinos, temía lo peor, así que preguntó si habían visto algo raro; frente a la negativa, tomó fuerzas y subió la reja.
Lo que sintió en el momento que vio todas las estanterías desocupadas es indescriptible, el esfuerzo de toda su vida se lo habían robado literalmente y con él la estabilidad y el sustento de su familia. No es un secreto que el municipio en el que vive tiene fama de ser peligroso, por eso él siempre pensó en montar su negocio cerca del CAI de la Policía. Como era de esperarse, apenas se dio cuenta del hurto corrió a denunciar, estaba a muy pocos metros y rodeado de cámaras.
“Uno de los policías dio aviso al cuadrante y llegaron al lugar más de 12 policías, entre ellos un mayor y un capitán, y dos hombres que se identifican como personal de la Sijín pero de civil. En ese momento empieza lo que yo pensaba era la ‘reacción correcta por parte de la policía’, pero no fue así ya que manipularon los candados, la reja y se dieron ingreso al local (los de la Sijín); se comunicaron con los de la cámara de vigilancia del 123 y vieron el carro de marca Citroen, dos sujetos montando las bolsas en el vehículo y la placa del carro, pero no nos quisieron proporcionar esa información, solo nos lo dijeron, mas no nos lo mostraron”, relató Daniel en su denuncia.
Considera que algunos de los uniformados actuaron de manera extraña, pues lo primero que hicieron fue requisarle el celular de la víctima. “Los policías encargados de la atención del caso me tomaron el celular, me lo revisaron por todas partes, en un momento lo apagaron y se quedaron con él. Ellos empezaron a tratarme a mí como si yo fuera un delincuente y me revisaron todo el bolso, las llaves que tenía en el bolsillo, mi billetera, incluso una requisa. Me dijeron que los debía convencer de cómo me habían robado, en pocas palabras me hicieron sentir como un sospechoso sabiendo que era el perjudicado”, denunció ante la Fiscalía luego de dos días tratando de radicarla, pues lo remitían de un lado a otro según lo que le contó a SEMANA.
Asegura que fue a la Fiscalía de Copacabana zona norte, esperó tres horas por su turno y cuando por fin llegó la hora de que tomaran la denuncia el receptor de ella le dijo que eso no era con él, así que lo enviaron a dos lados más sin éxito: “Diciendo que eso no les corresponde a ellos y más porque la policía que atendió el caso realizó un mal procedimiento alterando la escena al entrar a la farmacia y todos manipular los candados, también dijo que ellos, si iban a remitir el caso a la Fiscalía, debían acordonar el área para que nadie la alterara en busca de una pista que diera con los responsables”.
La víctima del hurto pide una revisión exhaustiva del caso, porque no entiende cómo estando a tan pocos pasos del CAI se presentó el hurto, que tuvo que tardar mientras cargaban toda la mercancía, el dinero de la caja, los computadores, al vehículo en el que huyeron los delincuentes. Sin contar con que tenían conocimiento del circuito de cámaras de seguridad pues cortaron los cables y se llevaron el servidor.
Sin embargo, una cámara ubicada a las afueras del establecimiento debería revelar más información de los hechos, información que asegura la víctima no ha sido reportada y a la cual considera tener derecho. Asegura que por más que ha solicitado qué policías estaban de turno la madrugada del hurto —aproximadamente a las 4:10 a. m.— nadie le ha querido dar razón. “Hasta el momento hemos hablado con más de 20 personas y ninguno nos da respuesta”, señala.
Los elementos robados en la farmacia fueron un computador de escritorio con impresora térmica, un lector de código de barras, un sistema de facturación, un computador portátil en el que se llevaba la contabilidad del establecimiento, un inventario aproximado de 75 millones de pesos y 2.800.000 en efectivo con el que se iba a pagar pedidos.
Luego de dos días de travesía le recibieron la denuncia en la Fiscalía y solo espera que las autoridades resuelvan pronto el caso, a ver si alcanza a recuperar algo de la mercancía hurtada o por lo menos dar con los responsables y evitar que otros empresarios caigan en sus redes. En la Policía están adelantando la investigación correspondiente a los hechos denunciados para determinar si se cometió o no algún tipo de irregularidad.