La muerte de Catalina Gutiérrez Zuluaga, residente de la Facultad de Medicina de la Pontifica Universidad Javeriana de Bogotá, ha generado dolor e indignación. También ha despertado una reflexión profunda sobre las condiciones y los abusos que viven los médicos en formación y la impunidad que existe alrededor del acoso laboral y sexual en muchas de esas facultades.
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Desde que se conoció su deceso, decenas de médicos han salido a narrar su propia historia. Uno de ellos es el destacado médico Carlos Jaramillo, uno de los más reconocidos del país. En entrevista con SEMANA, el doctor hizo una cruda narración del dolor que vivió en su residencia de cirugía en la Javeriana, al punto que decidió renunciar. Estas son sus frases más impactantes.
1. “ Siempre ha sido normal que a los residentes los maltratan”
El reconocido médico dijo que según la experiencia que él vivió, los maltratos dentro de los centros médicos son normal en el ambiente hospitalario. “Es demasiado aterrador. No es solamente un estudiante. Esto no es que “ay, pobrecita la maltrataron solo a ella y ya”. Es algo que viene siendo así desde hace muchos años. Siempre ha sido normal que a los residentes los maltratan, los atropellan, los acaban. Como te dicen a ti desde el primer día: “Hermano. Esto es un tema de aguantar”, dijo en diálogo con SEMANA.
2. “Un profesor me llamó a pedirme perdón”
De igual manera, Jaramillo contó que él se retiró de la residencia de cirugía de la Universidad Javeriana por los malos tratos recibidos y las presiones de las cuales era víctima en su momento, algo que si bien dudó en su momento, califica que es la mejor decisión que ha tomado en su vida.
“Hace como año y medio tuve un profesor que me llamó a pedirme perdón por todo lo que me había maltratado. Y luego, me pidió ayuda porque estaba mamado de la cirugía y quería dedicarse a hacer algo como lo que yo hago hoy en día”, dijo el profesional de la salud a SEMANA.
3. “Me empezaron a tratar con xenofobia”
Carlos Jaramillo contó que a pesar de tener una gran hoja de vida tras estudiar medicina en la Universidad de la Sabana y haber continuado con sus estudios en Estados Unidos, recibió el rechazo de sus compañeros en la Universidad Javeriana al entrar en la residencia solo por venir de otra institución educativa y no de la misma del Hospital San Ignacio.
“El primer impacto para mí, fue que me empezaron a tratar con xenofobia. Sí, xenofobia por no ser Javeriano. Decían que mi plaza ya se la habían prometido a otro que se quedó sin estudiar por mí. Era de frente. Me decían “el de la Sabana”. El maltrato en una residencia comienza cuando uno llega”, contó Jaramillo.
4. “No tienes hora de salida”
Sobre los horarios que se manejan en las residencias médicas de las universidades, en este caso del Hospital San Ignacio de la Universidad Javeriana, Carlos Jaramillo también criticó el cómo los horarios son sumamente difíciles y poco definidos para todos los que viven en dicha profesión.
“Hay que llegar allá todos los días a las 5:30 de la mañana, no tienes hora de salida, pero nunca es antes de las 6: p. m., y cada cuatro días, debes pasar toda la noche. Eso es lo que se llama quedarse de turno. Eso es lo normal. Llegas a las 5:00, porque a las 6:00 empiezas a pasar revista y a las 7:00 ya empiezas a operar o a estar en urgencias”, narró el médico.
“Piensen como se sienten después de una noche de no haber dormido. Imagínense cómo se toma una decisión sobre la vida de una persona y cómo son tus habilidades después de llevar 36 horas sin dormir, de manera repetida por dos años. Uno entra con toda la ilusión de este mundo, después de haber sido elegido por encima de una multitud, pero son cuatro años en los que te dicen todo el tiempo que eres lo peor que ha existido”, dijo sobre cómo hizo para soportar todas estas situaciones.
5. “Llegaban borrachos al turno”
Finalmente, Jaramillo tuvo suficiente y pasó su carta de renuncia a la Universidad Javeriana luego de una experiencia negativa que lo marcó a él y lo hizo dejar de lado cualquier sueño por ser médico residente. Pero que además, según cuenta a SEMANA, también demuestra el pesado ambiente que se vive en los recintos.
“Yo tenía que ponerle a un paciente un catéter central. Llamé al profesor y le dije necesito subir al paciente que sale de cirugía para poner ese catéter. Nos vemos allá. Él se quedó dormido. Cuando llegó, yo ya había puesto el catéter, porque, si no, el paciente se me moría. El cirujano me dijo que los próximos fines de semana que yo no tuviera turno iba a tener un turno de castigo por haber desacatado la orden de haberlo esperado. Es decir, para él era más importante que yo había desacatado la orden que atender un paciente que se estaba muriendo y que se iba a morir si yo no lo intervenía porque él se quedó dormido”, contó.
Pero además, asegura que dichos episodios eran más comunes de lo que se podría pensar en principio. “Vi profesores que llegaban borrachos al turno y nos dejaban a los residentes operando solos. Llegaban con tufo y decían que no los levantaran a menos de que llegara una persona herida por un helicóptero. Ese era el chiste”, dijo el médico.
6. “Es como un gallinero. Las gallinas de arriba cagan en las de abajo”
Así mismo, narró que son los mismos residentes que llevan más años dentro de la institución son los que maltratan en primer lugar a los que recién ingresan a trabajar dentro de las residencias, pero es un ciclo que se perpetúa, ya que estos son maltratados por sus superiores, y así sucesivamente en todo el recinto de salud.
“Ellos son los primeros maltratadores, junto con los profesores, porque a ellos mismos los maltrataron. Eso es como un gallinero. Haz de cuenta que las gallinas de arriba cagan en las de abajo y las de arriba a las de abajo. Y las de abajo cagan en las de más abajo. Todos los que ya fueron maltratados se sienten en capacidad de maltratar”.
7. “Me pegaban con las pinzas de acero”
Sobre si el maltrato era directo o más indirecto, Jaramillo no dudo en contar su experiencia y cómo los tratos se volvían directas agresiones físicas por cosas tan simples como ser zurdo, algo que está mal visto para los cirujanos más experimentados.
“Era más directo, de frente. Pero también había formas indirectas de hacer presión y ejercer una presión muy fuerte. Entonces, por ejemplo, maltrato directo es que le peguen en las manos por operar con la mano izquierda porque eres zurdo. Yo soy zurdo y me pegaban en las manos. Me pegaban con las pinzas de acero cuando estaba operando. Y me decían: “opere con la derecha”. Eso va en detrimento del paciente”, narró Jaramillo a SEMANA.
8. “Me advirtieron, además, que iba a tener grandes repercusiones”
Jaramillo contó que cuando pasó su carta de renuncia, el director del programa lo llamó a reclamarle por su salida de la residencia, a la cual aseguraron que no entendían las razones a pesar de los maltratos, además de tratarlo de malagradecido y amenazarlo con que la decisión iba a afectarle su vida por abandonar el recinto de salud.
“Cuando yo pasé mi carta de renuncia a la residencia, me llamó al otro día el que era en ese momento el director del programa a decirme que yo era malagradecido. Que ellos me habían recibido sin ser javeriano, y que no entendían por qué yo estaba tomando esa decisión. Me advirtieron, además, que iba a tener grandes repercusiones en mi vida. También me preguntaron si iba a dejar tirado el turno de la noche y me reprocharon que si era consciente de que estaba dejando a mis compañeros clavados. Es decir, yo era un irresponsable porque tenía turno esa noche”, dijo a SEMANA.
9. “Les pasan el codo para sentir los senos de ellas”
Sobre las mujeres, el médico también dice que el acoso sexual es bastante común. “Pero también cosas como las estrategias de coqueteo de algunos maltratadores con las estudiantes. Las tratan mal para que los odien tanto que después a la más mínima atención los aman. Profesores que se les paran detrás a las estudiantes mientras están operando, y les rozan las nalgas. O les pasan el codo para sentir los senos de ellas. Es asqueroso”.
10. “Lo clavan con el argumento de que “detrás suyo hay 200 personas más”
Sobre por qué no hay una legislación que los proteja, Jaramillo asegura que sí existe, pero en las residencias se olvida totalmente a propósito por los líderes del centro médico.
Hay una ley firmada por el presidente Santos que establece los horarios y la cantidad de horas y todo que puede trabajar un residente. Les tiene sin cuidado. A uno lo clavan con el argumento de que “detrás suyo hay 200 personas más que se quedaron por fuera y que darían la vida por estar aquí y ninguno de ellos se va a quejar”. A eso se suma que los médicos son los únicos que son terriblemente duros con sus colegas. Yo no he visto nunca a los abogados ni a los diseñadores cascándoles a otros abogados o a otros diseñadores.