Con 19 representantes a la Cámara y 20 senadores, el Centro Democrático tiene una fuerza parlamentaria con amplia capacidad política y mediática. Utilizó esa fuerza para promover el No en varias regiones del país y para articular redes de alcaldes, concejales y diputados. La campaña de la bancada uribista comenzó mucho antes que la del Sí, cuando en abril del presente año sus integrantes decidieron salir a las calles de las principales ciudades para recoger firmas por la ‘resistencia civil’. Aunque en teoría las firmas servirían para demandar el Acto Legislativo para la Paz en el que se contemplaba la obligatoriedad del plebiscito, esa campaña también estuvo acompañada de dos mensajes: No a los acuerdos de La Habana y No al gobierno de Juan Manuel Santos.Como en todos los partidos, en el Centro Democrático también hay divisiones que van más allá de las polémicas parlamentarias. Existe un ala radical, en la que están congresistas como María Fernanda Cabal y José Obdulio Gaviria, y otra –con fuerza en Bogotá– más abierta a la concertación, de la que hacen parte el exvicepresidente Francisco Santos y la representante Tatiana Cabello.En la última etapa de la campaña del plebiscito, además de Álvaro Uribe, la vocería del No la asumieron los tres precandidatos presidenciales del Centro Democrático: Carlos Holmes Trujillo García, Iván Duque y Óscar Iván Zuluaga. Con ello, el partido de Uribe quiso proyectar que su oposición a los puntos clave del acuerdo de paz durará un largo rato.Empresarios escépticosLos empresarios siempre han temido la convulsión política y más que corazón tienen intereses. A pesar de que algunos líderes empresariales abanderaron las bondades del proceso de paz, en el sector privado fue creciendo la preocupación de que la Justicia Especial para la Paz terminara por investigar a algunos que habían sido víctimas de coacciones en el marco del conflicto armado. La confusión se activó al aparecer una lista de 57 compañías que el Tribunal de Justicia y Paz había supuestamente vinculado con grupos armados ilegales. Aunque la lista era consecuencia de procedimientos iniciados con la aplicación de la Ley de Justicia y Paz, ajenos al proceso de paz, salió a la luz en un mal momento. Algunos empresarios también temían que los acuerdos fueran proclives al ‘castro-chavismo’. Fabio Villegas, líder de la Fundación Todos por la Paz que agrupó a empresarios con el Sí, aprovechó cada espacio gremial para explicar que los acuerdos no afectaban la propiedad privada. A pesar de su credibilidad, y de un centenar de intervenciones de Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo en eventos empresariales para reiterar lo mismo, algunos líderes del sector productivo prefirieron apostarle al No.El grupo de los juristasEn cualquier proceso político en Colombia siempre hay un grupo de juristas, exmagistrados y expertos en derecho que saltan al ruedo a reclamar el respeto a la institucionalidad. Con ese argumento y frente a los procedimientos normativos ligados a la implementación del acuerdo de paz, un grupo liderado por Jaime Castro invitó a votar en contra del mismo. Estaban inconformes con el fast-track como mecanismo legal expedito para aprobar la implementación de lo acordado, y las facultades extraordinarias que el Acto Legislativo para la Paz le entregó al presidente Santos. Además, criticaron que el acuerdo fuera considerado como Acuerdo Especial según los Convenios de Ginebra y que ingresara al ‘bloque de constitucionalidad’. Con los acuerdos “se creaba otra Constitución”, señaló en varias ocasiones Castro, quien –en su defensa del No– tuvo la compañía de otros abogados ya ajenos a la política partidista, como el exministro de Hacienda Hugo Palacios Mejía, el constitucionalista Hernando Yepes, el analista Pedro Medellín y el exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia Carlos Esteban Jaramillo, entre otros.Ciudadanos no uribistasAunque la historia reciente ha demostrado que las bases políticas del uribismo son consistentes y amplias, no todos los electores que prefirieron el No siguen a Uribe. Según la última medición de Ipsos Napoleón Franco para SEMANA, RCN Radio y RCN Televisión, en septiembre, con el paso del tiempo, el rechazo a los acuerdos avanzó entre los jóvenes menores de 25, quienes en menos de un mes aumentaron su apoyo al No del 31 al 46 por ciento. En cuanto a la percepción de distintos sectores socioeconómicos, sorprendió la caída que en la etapa final de la campaña tuvo el Sí entre los colombianos de mayores recursos. Así, en los estratos 4, 5 y 6 se desplomó la intención de voto a favor del plebiscito de 72 por ciento a 53 pr ciento en septiembre, y, en el mismo lapso, en los estratos bajos el No pasó de 26 a 32 puntos. A la fuerza que fue tomando la campaña del No, se suma el hecho de que ocho de cada diez colombianos dicen que preferirían ver a los guerrilleros tras las rejas que haciendo política (88 por ciento), y que durante todo el proceso el presidente Santos no logró mejorar su imagen. Algunos analistas han insistido en que, como ocurre en la mayoría de los plebiscitos, estos terminan siendo sobre la gestión presidencial. “Los taxistas le cobraron a Santos no tomar medidas contra Uber, los cristianos votaron No por una decisión del Ministerio de Educación, los camioneros por su descontento de siempre, y así el No terminó sumando catarsis contra el gobierno”, señaló a SEMANA el académico Francisco Gutiérrez.Andrés Pastrana y Marta Lucía RamírezDos figuras visibles del Partido Conservador, el expresidente Andrés Pastrana y la exministra Marta Lucía Ramírez se opusieron a los acuerdos en contra de las mayorías de su colectividad. El No de cada uno fue diferente. El de Pastrana fue abierto y desde el primer momento ligado a los argumentos de Uribe, con quien el expresidente conservador publicó un video para señalar que “Coincidimos en el No a la entrega de Colombia, su justicia, sus instituciones a las Farc. Y sobre Venezuela contra la dictadura”. Ramírez, en cambio, fue más diplomática y ponderada. Rechazó que su partido no hubiera convocado a una convención antes de definir el apoyo al plebiscito y asumió posiciones críticas frente a algunos puntos del acuerdo. Mientras las bases políticas de Pastrana hoy en día son casi inexistentes, las de Marta Lucía conservan algo de la fuerza que le dio haber obtenido 2 millones de votos en la anterior campaña presidencial. La gran pregunta es si después de este proceso terminará volviendo al Centro Democrático, partido que ayudó a fundarOrdóñezAl día siguiente de salir de la Procuraduría, Alejandro Ordóñez, como era de esperarse, se metió en la política. A pesar de las coincidencias que tiene con Álvaro Uribe, el exfuncionario tiene vuelo propio en lo que representa su lucha por recuperar los valores morales del catolicismo. Además, a diferencia de Uribe, se perfila como candidato presidencial. El día que el Consejo de Estado anuló su reelección en el Ministerio Público señaló que era la primera víctima del ‘castro-chavismo’ que se consolidaría con la firma de la paz. Aunque es imposible determinar la dimensión de sus seguidores, su No fue sonoro y radical.Creyentes, curas y pastoresMiembros de la comunidad evangélica y algunos católicos fueron definitivos en los resultados del 2 de octubre. Como quedó en evidencia en agosto, cuando marcharon para protestar por las cartillas contra la discriminación por orientación sexual, les preocupaba que los acuerdos de La Habana reivindicaran la “ideología de género”. Mientras la Iglesia católica apoyó al Sí tímidamente y más de un púlpito respaldó el No, las evangélicas mostraron unidad de cuerpo. Con el reclamo de que el acuerdo buscaba transgredir la composición de la familia –institución en la que cimentan su fe–, miles de evangélicos protestaron contra lo acordado en las Farc. Y cuando los negociadores del gobierno explicaron que la “ideología de género” no tenía nada que ver con los acuerdos, la cruzada ya había tomado una fuerza imparable. Según el Consejo Evangélico de Colombia, en el país hay 10 millones de ellos y se calcula que más de un millón se movilizaron por el No. La influencia de esos creyentes en la política ya se ha visto en otros países como Brasil y México.