La vida criminal de Álex Saab ha tenido un duro contrapeso: Armando.Info. El portal de periodistas venezolanos ha escudriñado al barranquillero y develó cómo se fue ganando la confianza de Nicolás Maduro y, con esta, sus millonarios contratos. Roberto Deniz, uno de sus sabuesos reporteros, ha pagado un precio muy alto por seguir esas oscuras pistas. Salió exiliado de Venezuela, y su familia, perseguida.
El periodista reveló los movimientos del llamado testaferro de Nicolás Maduro. Saab quiere demostrar en Estados Unidos su carácter de diplomático. La estrategia es clara: evitar la justicia del Tío Sam, a quien él mismo ha señalado de pretender “debilitar al presidente Maduro y a su Gobierno, intentando utilizarme para extraer ‘información para usar en su contra’”.
Los abogados de Saab presentaron documentos que dejan en evidencia que el Gobierno de Maduro presiona esta estrategia. El problema es el siguiente: existen dos pasaportes y el que alegan en el proceso no coincide con el que tenía Saab al momento de la captura. El primero es un pasaporte que apenas duró vigente un año (de marzo de 2019 a marzo de 2020, tres meses antes de la detención). Este asegura que la nacionalidad de Saab es venezolana y que su lugar de nacimiento es Barranquilla.
Además del pasaporte, Deniz encontró los indicios que demuestran que en un primer momento el Gobierno venezolano no lo consideraba un diplomático. Una carta de la Interpol menciona el pasaporte, pero nunca aclara la condición de diplomático.
También están las cartas que envió el canciller, Jorge Arreaza, para abogar por Saab ante Cabo Verde. El alto funcionario intentó mediar para lograr su liberación, a pesar de que sobre él pesaba una orden de detención emitida por Interpol.
En la carta, Arreaza cuestiona que esa orden fue publicada después de la captura de Saab, lo cual le parece “violatorio” de los principios del derecho. Llama la atención que el jefe de la cartera de Relaciones Exteriores no reivindique la condición de diplomático de Saab en su escrito ni llame a acoger la muy conocida Convención de Viena para tratar esos casos.
La investigación también demuestra que el pasaporte realmente se trataba de un documento ordinario, según lo señala en un documento el mismo Gobierno de Cabo Verde.
Sin embargo, cuando ya la situación de Álex Saab estaba muy complicada, sí apareció un pasaporte diplomático. Este fue emitido en marzo de 2020 y estaba vigente hasta marzo de este año. Tiene otro número, distinto al que registraba el Gobierno venezolano en sus peticiones cuando fue capturado.
¿Por qué Venezuela le expide un documento diplomático a una persona ya detenida y pedida en extradición por Estados Unidos? La respuesta es clara. “Se confirma que Maduro quiso cubrir con ‘inmunidad diplomática’ a quien para esa fecha ya era investigado en Estados Unidos, México, Colombia e Italia”, sostiene la investigación periodística. Y de ahí solo quedan preguntas: ¿Puede un “diplomático” venezolano negociar con Estados Unidos? ¿Es eso traición a la patria? ¿Por qué Maduro le da un pasaporte diplomático a un colombiano que nunca ha ejercido esa labor en Venezuela?
Saab, mientras tanto, permanece detenido en una cárcel estadounidense. Su corazón, partido en dos, pues se encuentra ante una encrucijada: si habla allá, pone en aprietos a su familia, pues su esposa encontró refugio con sus dos pequeñas niñas en el régimen de Maduro; si no habla, el Tío Sam lo podría apretar abriendo procesos contra su hijo mayor, que forma parte de su entramado societario.
El hecho de que él es el hombre que guarda los secretos de Maduro está ya claro. Como dijo el periodista Gerardo Reyes en su libro sobre el polémico empresario, Saab llegó a las “cumbres borrascosas del poder en Venezuela para convertirse en uno de los mercenarios logísticos de un gobierno en crisis permanente, desguazado y corrupto”. ¿Cantará?