Apenas un mes despues del crimen de Jaime Garzón las balas asesinas acabaron con la vida de Jesús Antonio Bejarano. Esta vez los sicarios se metieron hasta las propias aulas de la Universidad Nacional. Allí, en medio de la penumbra, esperaron al ex presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) y sin mediar palabra le dispararon a quemarropa. En medio de la confusión y mientras los estudiantes auxiliaban a Bejarano los sicarios se perdieron amparados en la oscuridad de la noche sin que nadie los pudiera identificar.Una vez más el pánico y la zozobra se apoderaron del país. Y en especial de todas aquellas personas que han venido trabajando en procura de desentrabar el proceso de paz y de quienes no se han callado para denunciar los atropellos de esa guerra sucia que parece nunca acabar.¿Quién o quiénes pueden estar detrás del asesinato de Jesús Antonio Bejarano, un académico e investigador que dedicó su vida a buscar caminos que permitieran la paz en Colombia? La respuesta, como en los múltiples asesinatos de profesores, intelectuales, violentólogos y miembros de las ONG que han caído bajo el fuego inclemente de los sicarios en los últimos meses, todavía no se conoce. Por ahora solo hay hipótesis. Los organismos de Inteligencia no conocían de ninguna amenaza contra Bejarano. Tampoco tenía escolta ni ningún tipo de seguridad. Pero en privado el ex consejero de paz había manifestado su preocupación por su seguridad. Esto debido a la relación de su nombre con el supuesto golpe de Estado contra el gobierno de Ernesto Samper. Caso Alvaro GómezEsa es precisamente la primera hipótesis sobre los móviles del asesinato que manejan los investigadores. El nombre de Bejarano fue relacionado con la intentona de golpe contra Ernesto Samper. El historiador Hugo Mantilla, quien organizó una serie de reuniones para analizar la crisis que vivía el gobierno de Samper, dijo que Jesús Antonio Bejarano asistió a un almuerzo en el Hotel Casa Medina en compañía de otras 12 personas. Durante ese encuentro, según Mantilla, se buscaron fórmulas para encontrarle una solución a la crisis. En una entrevista con SEMANA Mantilla dijo: "En el almuerzo de Casa Medina el doctor Bejarano dijo que él creía que no se le debía pedir a los militares que intervinieran para solicitarle la renuncia a Samper porque eso les dejaría a ellos el gobierno. Yo creo, dijo Bejarano, que hay que presionar al doctor Samper para que renuncie y en su reemplazo se posesione Humberto de la Calle". Mantilla también señaló que en esas reuniones se propuso crear una junta cívico-militar que tendría funciones durante 60 días. De acuerdo con el relato, en esas reuniones sobre la crisis de Samper se llegó a diseñar una lista del posible gabinete, en el que curiosamente el ministro de Defensa sería un civil. Entre los nombres que consideraron para ese cargo estaba el del ex consejero para la paz Jesús Antonio Bejarano.Esa referencia específica que hizo Hugo Mantilla en sus declaraciones a SEMANA, y posteriormente a la Fiscalía en una declaración juramentada, tenía muy inquieto a Bejarano, quien las consideraba de extrema gravedad. Cuando fue llamado por la Fiscalía a declarar en la investigación por la supuesta conspiración el ex consejero para la paz fue claro y concreto: "No tengo ni idea quién me propuso en esa lista. Yo asistí a un almuerzo muy a comienzos de la crisis en el restaurante Casa Medina, al que asistieron el general Urbina, el doctor Luis Carlos Sáchica, Hugo Mantilla y un par de personas cuyos nombres no recuerdo. Pero en ningún momento asistí a reuniones a casas o lugares privados". Pero no sólo se dio a la tarea de aclarar esa situación ante la Fiscalía sino que también lo hizo en los medios de comunicación y en cuanto coctel asistió. Lo hizo con el firme convencimiento de que si su vida en algún momento corría peligro era en relación con el supuesto golpe de Estado. Los Guardias RojosLa segunda hipótesis que manejan las autoridades tiene que ver con la polarización política que se vive dentro de las universidades públicas. En Medellín este año han sido asesinados cuatro catedráticos y cerca de 50 estudiantes han sido amenazados de muerte. La Universidad de Antioquia se convirtió en un campo de batalla donde luchan por la supremacía los militantes urbanos de las Farc, el ELN y una fracción de ultraderecha representada por los paras y las Convivir.Esa radicalización también se está viviendo en la Universidad Nacional. Bejarano asumió un papel muy crítico frente al proceso de paz. Por un lado no compartía la actitud guerrerista asumida por las Farc. Y no estaba de acuerdo con la mano tan amplia que brindaba el gobierno de Andrés Pastrana en este proceso de negociación. Tampoco aceptaba que se hicieran concesiones a los violentos y los grupos de ultraderecha en nombre de la paz. No era la primera vez que asumía ese papel. En el pasado, durante su gestión como negociador con la guerrilla en Caracas, su posición le había traído serios problemas con las Farc.Su pensamiento no sólo producía resquemor en los grupos subversivos sino también en los radicales de la Universidad Nacional, especialmente entre los Guardias Rojos, un grupo extremista de corte maoísta que a comienzos de 1994 izó su bandera en defensa de Sendero Luminoso. Los Guardias Rojos fueron conocidos dentro de la universidad por los rituales que hacían cada semana, en los que propagaban las ideas de Mao Tse Tung. Con una disciplina férrea y encapuchados, se paraban frente al estudiantado para levantar una gigantesca bandera roja que prácticamente veneraban. En esa época los Guardias Rojos no pasaban de 50 miembros. Pero sus apariciones siempre estuvieron acompañadas de actos extremistas y vandálicos. Cobraban 'vacuna' en las cafeterías e incendiaban los carros de los profesores, a quienes consideraban sus enemigos por su forma de pensar. En su mayor auge _en 1994_ las autoridades tenían pistas de que varios grupos guerrilleros subvencionaban a los Guardias Rojos. Pero con el paso de los años la agrupación fue perdiendo terreno dentro de la universidad, pues la mayoría del estudiantado no compartía sus acciones extremistas. En el último año, sin embargo, los Guardias Rojos volvieron a tomar fuerza. Y hacen parte de esa guerra dentro de la universidad. Desde hace varios meses comenzaron a circular una serie de volantes con amenazas contra algunos profesores que se atrevieron a criticar de frente la actitud de los Guardias Rojos. Ese mismo fenómeno comenzó a coger mucha fuerza en la Universidad de Antioquia. En el claustro paisa se les ha visto en grupos de 30 y 50 jóvenes encapuchados. Se visten como monjes y pregonan consignas guerreras, invitando a la revolución proletaria y a la toma del poder por el pueblo.Aunque las autoridades no los señalan como los directos responsables del asesinato de Jesús Bejarano sí están en la mira de los investigadores, pues sus acciones contra todos aquellos que no están de acuerdo con sus ideas son a través de actos violentos y por la vía de las armas.¿Y la derecha?La tercera hipótesis tiene que ver con los grupos de ultraderecha. A pesar del distanciamiento que Bejarano había tomado con los grupos de izquierda, y en especial con las organizaciones armadas, tampoco veía con buenos ojos la guerra sucia desatada por el paramilitarismo. Bejarano era un convencido de que los paras eran otro factor de desestabilización que en nada contribuía al proceso de paz. Igualmente defendía la teoría de que la extrema derecha quería desestabilizar al país con asesinatos como el de Jaime Garzón con la única intención de crear un ambiente hostil a nivel internacional con el fin de justificar una intervención extranjera en el conflicto armado colombiano.Por esa razón el próximo 27 de septiembre iba a reunirse con varios representantes del Congreso norteamericano para exponer, junto con otros compañeros, la tesis de que en Colombia había intereses de un pequeño sector en buscar la intervención estadounidense en el país. Y que ese era un error que Estados Unidos no podía cometer. La pelea con las FarcLa cuarta hipótesis tiene que ver con las Farc. En las conversaciones de negociación en Caracas en 1991 Bejarano sentó una posición clara y no dejó que los negociadores de las Farc lo manosearan. Eso le generó una serie de fricciones y un alejamiento total de los hombres fuertes de este movimiento subversivo, que terminaron por levantarse de la mesa de negociaciones. Pero quizás el momento más crítico de esa relación ocurrió hace un año cuando Bejarano le prestó una asesoría académica al general Bernardo Urbina, comandante de la Brigada XX. Para las Farc el trabajo de asesoría de Bejarano no era otra cosa que la de filtrar documentos contra los grupos subversivos. Por esa razón lo declararon objetivo militar. El rompimiento definitivo con las Farc sucedió cuando lo nombraron presidente de la SAC. Para las Farc esa sociedad representa la derecha del establecimiento. Lo que posiblemente nunca supo la gente de las Farc es que Bejarano tampoco se dejó imponer la autoridad dentro de la asociación, y eso le generó una serie de enfrentamientos con varios de sus miembros. La gota que rebosó la copa se presentó hace un par de meses cuando Bejarano tomó la decisión de no asistir al desagravio ofrecido al general Rito Alejo del Río. Un sector de la SAC interpretó esa posición como un desafío al establecimiento y antes de generar una gran polémica el ex consejero de paz renunció a su cargo.El problema para los investigadores hasta ahora es que hay más hipótesis que claridad en el asesinato de Bejarano. La bala, como en el caso de Jaime Garzón, pudo haber venido de cualquier lado. Lo único claro por el momento es que se trata de un crimen político. Pero quién dio la orden de apretar el gatillo es el interrogante que muy pocas respuestas tiene. Lo cierto es que esta guerra sucia parece un caballo desbocado del que no se sabe dónde va a parar. Un hombre hecho a pulsoJesús Antonio Bejarano, al igual que su coterráneo Alfonso Palacios Rudas, era un hombre que no tragaba entero. Su sentido crítico era lo que caracterizaba su pensamiento. En materia del proceso de paz se había despojado por completo de posiciones sentimentales, ideológicas o voluntaristas. Pero ello lo hacía sospechoso a los ojos de los radicales de izquierda o derecha. Seguramente por eso lo mataron.No lo querían porque era capaz de desnudar las agendas secretas de los militaristas de los grupos armados que a cualquier costo justifican la legitimidad política del uso de la violencia. Pero también levantó ampollas entre los pacificadores a ultranza que, por la vía de las concesiones sin límite, le abrían espacio a la guerra. La posición de Bejarano era de compromiso con los valores democráticos, rechazo al paramilitarismo, apoyo irrestricto a las negociaciones de paz y, la más importante quizá, la convicción de la necesidad de una transformación social como fundamento de la paz verdadera.Pocos colombianos saben que a Bejarano se le debe en gran parte el diseño y puesta en marcha del Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), que se inició en el gobierno de Virgilio Barco. Bajo la orientación de Carlos Ossa, y en compañía de Rafael Pardo y Gabriel Silva, diseñaron el PNR como fundamento de la estrategia de paz. Y pocos recuerdan que siendo consejero de paz del gobierno de César Gaviria, en las conversaciones de Caracas de 1991, estuvo a punto de firmar una agenda de negociaciones con la entonces denominada Coordinadora Guerrillera, la cual agrupaba a Farc, ELN y EPL, proceso que se frustró por el secuestro y muerte en cautiverio del doctor Argelino Durán Quintero.En lo personal, Jesús Antonio Bejarano era, literalmente, un hombre hecho a pulso. De familia humilde, nunca tuvo padrinos ni alguien que le abriera camino distinto a su propio esfuerzo y a un talento especial que lo caracterizó: una capacidad infinita para llegar al meollo de los problemas. Ejercía la academia y la vida intelectual con sentido práctico. Era hombre de teorías, pero de teorías simples, dichas con palabras simples. Se abrió camino primero como historiador. Junto con Jorge Orlando Melo, Alvaro Tirado Mejía, José Antonio Ocampo, Carlos Eduardo Jaramillo y otros formó parte de ese selecto grupo de investigadores que escribió la nueva historia de Colombia, reinterpretando buena parte de nuestros fenómenos sociales. No hay un solo estudiante de economía en Colombia que a lo largo de las dos últimas décadas no haya tenido que leer uno o varios libros de Bejarano en alguna de sus clases. En su vida privada era sencillo. Le gustaban la tertulia y los amigos. Lector incansable, siempre estaba al día en los temas que le interesaban. Era, sin embargo, un lector que no acumulaba libros. Los leía pero no los guardaba. Lo que sí guardaba con celo y orgullo era su música. Desde los acetatos hasta los discos compactos, pasando por los casetes, tenía una envidiable y completa colección con toda la salsa y todos los boleros del mundo.Su carrera política se quedó a medias. Hace años acarició la aspiración de llegar a la gobernación del Tolima pero nunca le cuajó la idea. Y también le coqueteó a la política nacional. Participó activamente en la campaña de Alfonso Valdivieso.Vivió con alegría y desprendimiento en compañía de los suyos y de Consuelito, su esposa. Y su memoria perdurará y se acrecentará con el tiempo como un símbolo del pensamiento libre y crítico.