Son muy graves los señalamientos contra el ministro de Defensa, Iván Velásquez, en el marco del escándalo por el gigantesco montaje contra el general Jhon Jairo Rojas para sacarlo del Ejército. Las pruebas se derrumbaron y uno de los autores del montaje, el teniente Fredy David Acuña, le confesó al ministro los hechos, pero él no lo denunció; por el contrario, lo trasladó a la sede del ministerio, donde ha mantenido un conveniente silencio. ¿Por qué ministro Velásquez no ha tomado decisiones ni ha presentado la denuncia?

Esa la gran pregunta que gira en torno a este gigantesco escándalo en el que el aparato de inteligencia del Ejército se usó para hacer seguimientos ilegales al general Jhon Jairo Rojas y su familia, al parecer, nuevamente por “órdenes de arriba”, nada menos que del comandante del Ejército, general Luis Manuel Ospina, quien está en el ojo del huracán por un escándalo similar, cuando ordenó seguimientos contra el profesor de inglés de su esposa.

Y es que el silencio del ministro Velásquez resulta cómplice ante la gravedad de lo confesado por el teniente Acuña, quien contó a SEMANA todas las presiones de las que fue víctima cuando fue obligado a hacerle seguimiento al general Rojas. No hay denuncias en la Fiscalía ni decisiones en el Ejército frente a esas escandalosas faltas que comprometen a la cúpula.

Si algo queda claro es que el ministro de Defensa, Iván Velásquez, conocía los hechos; incluso ordenó el traslado del teniente Acuña, pero ni le ha puesto la cara ni ha presentado las denuncias.

Así narra el teniente Acuña la forma como, por teléfono, le contó a Velásquez de sus acciones emprendidas contra el general Rojas: “Señor ministro, yo participé en el montaje contra mi general Rojas”. Me dijo: “¿Cómo así, teniente, qué orden recibió usted?”. Le respondí: “Seguimientos ilegales, señor ministro, pero sin conocimiento”. Y le conté la historia. Todo lo que relato aquí se lo conté al ministro. Él es una persona muy calmada. Cuando tocamos el tema de mi general Rojas y el del otro señor general, me dijo: “El sábado lo llamo”.

Según la narración del teniente Acuña, la llamada no tuvo que esperar al sábado, unas horas más tarde llegó una nueva comunicación con el ministro de Defensa, quien aún dudaba de la versión, pero, al parecer, ya tenía contemplado mandarlo a la sede del ministerio.

Así lo contó Acuña a SEMANA: “Como a las diez de la mañana (fue la llamada) y me hizo una pregunta: “Teniente, si no lo saco, ¿qué va a pasar?”. Le dije: “Señor ministro, no estoy pidiendo que me saque, estoy pidiendo que me escuche, verifique la información que le voy a brindar para tomar decisiones. Pero si no me quiere escuchar y verificar la información, le digo que lo están engañando. Si usted no me permite eso, ministro, me retiro, pongo las denuncias respectivas por mi vida y me voy para otro país. Esas fueron mis palabras”.

En seguida, el ministro Velásquez asumió el compromiso de protegerlo, de “sacarlo”, y fue por eso que se dio el traslado. Pero esa protección significó en la práctica un silencio cómplice, no ha escuchado personalmente la versión del teniente delator, apenas sí se ha podido reunir con el coronel Juan Carlos Mazo, asesor personal del ministro.

Y al parecer no son muchas la muestras de que el ministro Velásquez quiera escuchar todo lo que rodeó el montaje contra el general Jhon Jairo Rojas y así mismo lo dijo el teniente: “Desde que llegué al ministerio me han dicho que el ministro va a hablar conmigo personalmente. Y siempre es: ‘Espérese, espérese’ (…) El ministro no se ha tomado la delicadeza de verificar la información, de hablar conmigo, tenemos contacto hace mucho tiempo y no ha sido posible”.

También lo señala el general Rojas

Tal como el teniente Fredy David Acuña le hizo la advertencia al ministro Iván Velásquez, el general Rojas, víctima del burdo montaje, al parecer ordenado por el comandante del Ejército, general Luis Manuel Ospina, le informó lo que estaba ocurriendo. Una vez más el ministro no hizo nada.

“Le solicité por chat al ministro que me escuchara. No tuve respuesta. Lo extraño es que hace un año, cuando hubo cambio de cúpula, llegó mi general Luis Mauricio Ospina a mi oficina con mi general Pérez y me dijeron: “Por recomendación del señor ministro de Defensa, usted debe seguir en el Comando Conjunto por el manejo social y de las operaciones”, contó a SEMANA el general Rojas.

Incluso, ya fuera del Ejército, pero con la esperanza de volver porque como ya se sabe su salida fue fruto de un burdo montaje, planteó que “estoy dispuesto a que si me llama el ministro, soy un soldado, quisiera sentarme a tomar un tinto con él y que me diga por qué, siendo ministro, permite que les ocurran estas injusticias a los soldados”.

El país, pero sobre todo la justicia, está a la espera de las explicaciones y las denuncias formales del ministro Iván Velásquez, quien se ha mantenido callado frente a los crecientes escándalos de persecución y seguimientos ilegales desde el Ejército, esta vez al general Rojas, pero también cómo lo reveló SEMANA, la inexplicable persecución a Leonardo Colmenares, profesor de inglés de la esposa del comandante del Ejército, Luis Manuel Ospina.

Sobre ese caso, Velásquez no solo no denunció, por el contrario, defendió al alto mando y en cortas palabras dijo: “No creo que haya una orden ilegal del comandante del Ejército. Cuando él pide la verificación de quién es la persona que ingresa al Cantón Norte, es un tema simplemente de seguridad, el reconocimiento de quiénes pueden estar en un entorno que podría generar eventualmente algún riesgo para el comandante del Ejército e inclusive para las instalaciones”.