Hace pocas semanas el país se enteró por medio de una columna de José Obdulio Gaviria de la existencia de un libro en el que estarían consignados documentos inéditos de Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo. La historia de cómo este dossier llegó a sus manos tiene algo de místico. Según el columnista "Los designios del Creador son insondables. La Providencia quería poner en mis manos un documento histórico y determinó hacerme ir hasta un sitio insólito para recibirlo: al aeropuerto del Caguán....A las 3 de la tarde de un lunes del mayo florido del 2012, cuando esperaba el avión que me regresaría a Bogotá, una persona que quería hablar conmigo desde hacía meses y que no tenía idea de cómo localizarme pudo verme. '¡Dios me lo mandó!', dijo. "¡No se mueva que voy a traerle una cosa!". Y el anónimo desmovilizado después de esto le entregó lo que sería un libro de cartas y documentos de Tirofijo entre 1993 y 1998. El columnista describió su contenido como "una caja de Pandora".El libro de Tirofijo no ha salido a la venta en librerías, pero se puede comprar por 12 dólares en la página web de la fundación Centro de Pensamiento Primero Colombia que dirige José Obdulio. En 1.203 páginas el documento contiene escritos que supuestamente aclaran algunos episodios de la historia reciente de Colombia. Habla sobre el asesinato del líder de la UP Manuel Cepeda Vargas, de relaciones de las Farc con el cartel de Cali, del asesinato de la familia Turbay Cote, del secuestro del japonés Chikao Maramatsu, entre otros. También menciona a diversos personajes de la vida pública como el exgobernador Horacio Serpa, los negociadores de paz Álvaro Leyva y José Noe Ríos, y los intentos y negociaciones de paz durante el gobierno de Ernesto Samper y Andrés Pastrana. Son varias las referencias al actual presidente Juan Manuel Santos, en particular en lo relacionado con el intento de proceso de paz que este buscó en 1997 como solución a la crisis del proceso 8.000.En esas páginas hay de todo. Pero lo que más ha llamado la atención ha sido una revelación bomba que ya ha sido publicada y curiosamente ha pasado relativamente inadvertida: el reconocimiento de que las Farc mataron a Álvaro Gómez. En cinco presuntas comunicaciones enviadas por el fundador de las Farc al Secretariado quedaría claro que ese magnicidio provino de ese grupo terrorista. La primera carta está dirigida al Mono Jojoy y tiene fecha del 3 de noviembre de 1995, un día después del asesinato del líder conservador. "Sobre el ajusticiamiento de Gómez Hurtado (sic), podemos hacer un intercambio de opiniones en el Secretariado, para ver hasta cuándo se puede mantener en reserva o en qué momento oportuno podemos decirlo", dice uno de los apartes.En una segunda carta, fechada el 5 de noviembre de 1995, dirigida presuntamente a los miembros del Secretariado Tirofijo escribió: "Lo de la muerte del Señor de las Repúblicas Independientes", (calificativo con el que la guerrilla se refería a Álvaro Gómez) creo que podemos estudiar cuándo conviene hacerlo saber". Una tercera carta fue enviada el 2 de diciembre a Cano en la cual Tirofijo dice: "Camarada Alfonso. Lo saludo cordialmente y aprovecho para contestarle. Lo de Gómez, mejor no decir nada. Se llegará el día para ello". Y días después, el 4 de diciembre, Marulanda le escribió al Secretariado: "Lo del señor Gómez, debemos mantenerlo en secreto, para ver cómo vamos ayudando a profundizar las contradicciones, mientras bajamos otros".La quinta y última misiva que contiene el libro sobre el magnicidio, con fecha 8 de diciembre, es del mismo Tirofijo al Secretariado en los siguientes términos: "Recuerdo muy bien con motivo de la muerte de Gómez, cuál postura deberíamos asumir, para ver cómo se profundizaban las contradicciones en los partidos y ello se produjo… nosotros no estamos obligados a dar explicación a nadie de cosas como estas".Lo desconcertante de esas revelaciones es que en los 17 años que ese magnicidio ha sido investigado por la Justicia, por periodistas y por la misma familia nunca se había mencionado la hipótesis de que la guerrilla fuera responsable. Cinco fiscales han tenido el caso en sus manos y aunque ninguno se ha atrevido a llegar a una conclusión definitiva, casi todas las teorías han apuntado a sectores militares o narcos. La familia Gómez, por su parte, siempre ha sostenido que se trató de "un crimen de Estado" en el cual estarían involucrados directa o indirectamente Horacio Serpa y Ernesto Samper. Esta versión no ha sido acogida por ningún ente fiscalizador, pero las otras sí. El comandante de la brigada XX en ese entonces, coronel Bernardo Ruiz Silva, fue investigado y eventualmente absuelto en dos oportunidades como uno de los presuntos ejes de esa conspiración. Lo mismo ocurrió con otros miembros de inteligencia militar que fueron vinculados al caso. Hace dos años el narcotraficante extraditado Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño, mediante una serie de declaraciones que la Fiscalía y la Corte consideraron falsas, intentó desviar la investigación hacia la Policía. Esto fue interpretado como un intento de proteger al Ejército, que era sobre el cual se habían clavado los ojos de los investigadores.Todas estas pesquisas están consignadas en miles de folios en los cuales diversas alianzas narcomilitares de derecha se echan la culpa las unas a las otras. Pero ninguno de los acusados ha señalado jamás a la guerrilla. Ni siquiera lo han hecho los oficiales del Ejército que fueron acusados y detenidos durante un tiempo que fácilmente podrían tener interés en mencionar a la guerrilla por estrategia de defensa o por convicción. Todo esto se ha traducido en que investigadores que han examinado en forma detallada el libro de Tirofijo han llegado a la conclusión de que la gran mayoría son apócrifos. Hay dos razones por las cuales los archivos del líder guerrillero no suenan convincentes. La primera tiene que ver con el hecho de que en ninguno de los 700 computadores que el Ejército, la Policía y la Fiscalía le ha incautado a las Farc aparece una sola referencia al reconocimiento de culpabilidad en ese magnicidio. En algunas pocas ocasiones se menciona el nombre de Álvaro Gómez en términos despectivos, pero no como un ajusticiado por parte de ese grupo guerrillero. Por ejemplo, en una carta de Tirofijo haciendo el recuento de la historia de las Farc anota "por primera vez en 34 años de confrontación armada declarada por el Estado en 1964 a 48 hombres con la asesoría militar y ayuda económica del gobierno de los Estados Unidos, quien le entregó 500 millones de pesos al presidente de entonces Guillermo León Valencia, para acabar con las supuestas 'repúblicas independientes' , que existían tan solo en la mente del Parlamento, en cabeza del doctor Álvaro Gómez (que en paz descanse) quien promovió un fogoso debate en el Congreso contra estas". En otra carta, seis años más tarde, lo describen como "godo de ideología y anticomunista visceral". Esos términos definitivamente no son elogiosos pero son comparables a la forma como se refieren las Farc a prácticamente todos los representantes del establecimiento, comenzando por casi todos los presidentes. Y esa no es la única incongruencia. No menos sorprendente es el hecho de que de los 1.553 correos que figuran en el libro de Tirofijo solo 43 aparecen en los 700 computadores decomisados. Se podría alegar que pueden existir otros computadores que no han sido encontrados que hubieran podido ser receptores de esos correos. Pero si se tiene en cuenta que en los discos duros incautados hay una continuidad en la comunicación entre Tirofijo y sus tres lugartenientes (Cano, Jojoy y Reyes) durante esos cinco años no es fácil entender por qué los correos del libro no aparecen en los dispositivos. Y esa falta de coincidencia no es el único elemento sospechoso. También es bastante inusual que la fecha de la primera carta de Tirofijo en lo que reconoce la responsabilidad por el asesinato de Gómez Hurtado esté fechada menos de 24 horas después del crimen. En todas las otras comunicaciones que se han encontrado sobre hechos violentos de las Farc como el asesinato de los diputados, la bomba contra El Nogal, el asesinato de Liliana Gaviria, esos temas son comentados días o incluso semanas después. La cercanía entre la fecha del magnicidio y la carta de Tirofijo han hecho pensar que se podría tratar de la fabricación de una coincidencia para apuntalar la versión de la autoría de las Farc. Otra razón que ha puesto a la gente a dudar es el hecho de que si el libro fue editado por las Farc, como se afirma, no tiene sentido que reconozcan crímenes que nunca han reconocido hasta la fecha, incluyendo no solo atentados y asesinatos sino su participación en el mundo del narcotráfico. Una cosa es que esas barbaridades se hayan descubierto en los computadores incautados y otra que estén revelados por Tirofijo en un libro editado voluntariamente. Y por último, hay otra coincidencia cronológica que despierta suspicacias. Si este libro cubre el periodo 1993-1998, ¿por qué sale a la luz pública exactamente en medio de los rumores de que el presidente Santos está a punto de anunciar un proceso de paz con las Farc? ¿Por qué no fue revelado en los últimos 14 años? A este rompecabezas le faltan muchas piezas.