Lo que sería una tarde deportiva para los uniformados atrincherados en la estación policial del corregimiento de Chilví, un caserío ubicado a escasos 20 minutos de Tumaco (Nariño), terminó en tragedia. A las 4:35 de la tarde de este miércoles, dos niños de 13 y 14 años de edad se acercaron a la cancha donde el grupo de uniformados jugaban un ‘picadito’, y al parecer lanzaron una granada de fragmentación. Aún nadie entiende por qué razón, pese a que los menores salieron corriendo, la onda explosiva y las esquirlas del artefacto los alcanzó a ellos y les causó tantas heridas en sus cuerpos, que uno murió en el lugar de los hechos y el otro, cinco horas después mientras era atendido en un hospital. En el atentado sufrieron heridas leves ocho de los policías que jugaban el partido de fútbol en una pequeña cancha instalada en la parte trasera de la estación policial. Los uniformados se recuperan en el hospital del puerto, mientras que los dos niños que presuntamente lanzaron la granada, serán enterrados en las próximas horas. Los menores fueron identificados como Luis Sebastián Preciado Valencia de 13 años, y Pierrie Ángelo Cabezas Montaño, de 14 y según la versión oficial, “están sindicados del lanzamiento del artefacto explosivo”. En el boletín del comando de policía de Nariño, explican que información de inteligencia recopilada, permite inferir que los menores fueron usados por miembros de la columna móvil Daniel Aldana de las FARC, que delinque en esa región del país. En la minuta policial, aclaran que la granada fue lanzada entre la cancha de microfútbol y una de las trincheras de la estación. Al respecto, el coronel Héctor Álvarez, comandante de la Policía en Tumaco, se mostró indignado por lo que él llamó la 'barbaridad criminal' de esa guerrilla, “al usar los niños en la guerra, engañándolos y haciéndoles creer que manejar una granada es tan sencillo”, declaró ante medios locales. Esa misma columna guerrillera es la sindicada del secuestro, tortura y muerte del mayor Germán Méndez Pabón y el patrullero Edílmer Muñoz Ortiz, los dos policías que realizaban labor comunitaria en se poblado del Pacífico nariñense el pasado 16 de marzo, y que puso en jaque el proceso de paz en La Habana. Aunque suene absurdo, el país ya estaba acostumbrado a las atrocidades de esa organización subversiva, y de ahí que el uso de bicicletas, motos, carros y hasta caballos bomba para cometer atentados, tristemente se había vuelto paisaje en medio de la guerra; pero lo que no se sabía, era que hasta los niños se convirtieron en una estrategia sistemática para sus propósitos. Esas señales ya las habían mostrado en esa misma región hace un par de años cuando engañaron a otro niño de El Charco, Nariño, para que llevara un paquete bomba que hicieron estallar en sus manos. Y esta vez repitieron la técnica, pero en esta ocasión con dos menores. Así quedó demostrado con los ‘niños bomba’ que usaron en el atentado criminal en Chilví.