La canciller María Ángela Holguín visitó este viernes dos zonas asediadas por el conflicto armado y presentó dos proyectos bandera que buscan cambiar la realidad del país en las fronteras. Cuando la comisión del Plan Fronteras para la Prosperidad (PFP) pisó por primera vez el corregimiento de Piñuña Negro, en Putumayo, pidió perdón a sus más de 2.000 habitantes por el olvido. Luego de tantos años de ser un pueblo perdido en la selva, la población volvió a sentirse recordada. Gracias al acompañamiento de la Cancillería, Piñuña Negro ya no es un punto perdido en el mapa. Es una prioridad para el país. El pasado viernes 21 de marzo, en un maratónico viaje en helicóptero y lancha, la canciller María Ángela Holguín, acompañada del ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, llegó hasta donde muchos no habían llegado. Visitó la población de Piñuña Negro para inaugurar el internado Luis Vidales, que beneficiará a más de cien niños cansados de tener que caminar más de tres horas para poder estudiar. Gracias al Plan Fronteras para la Prosperidad, ahora podrán dormir en el colegio de lunes a viernes y tener la posibilidad de pensar un futuro diferente a los rifles. La canciller también aprovechó para presentar el proyecto de Telemedicina, que beneficiará a más de 2.000 personas con servicios especializados de salud, en donde los médicos atenderán en tiempo real a los habitantes. Con estos dos proyectos la Cancillería pisó fuerte. El Plan Fronteras para la Prosperidad ha invertido más de 80.000 millones de pesos en los 13 departamentos de frontera. En el caso de Putumayo, Piñuña Negro es una de las zonas más calientes de la guerrilla. En este territorio opera el frente 48 de Las FARC y es además uno de los lugares con mayor producción de cocaína en el país. El hecho de que sea epicentro del conflicto armado y al mismo tiempo frontera con Ecuador ha convertido este lugar en una tierra de nadie. Su población parecía condenada al olvido. Como lo señaló el gobernador del Putumayo, Jimmy Harold Díaz, “Vivir en la frontera es vivir en desventaja”. Por eso la canciller está convencida de que lo mejor para frenar el abandono es hacer presencia y lograr que la población se sienta respaldada. “Llegamos pero no nos vamos”, dijo la ministra durante el evento. El objetivo principal de este tipo de proyectos es precisamente fortalecer a la población de las fronteras para así mejorar las relaciones con los vecinos. “Si nosotros no empezamos por mejorar las condiciones sociales de la gente que vive en la frontera, no podremos integrarnos con los países vecinos”, añadió. Ese mismo día, la canciller visitó Buenaventura para hablar con los 77 jóvenes beneficiados por el proyecto de Diplomacia deportiva. Este último busca promover intercambios deportivos para evitar el reclutamiento de los jóvenes a la guerrilla. Como Piñuña Negro, Buenaventura también es un foco del conflicto armado. La falta de oportunidades y los escasos escenarios de esparcimiento hacen que los jóvenes sean presa fácil para los grupos al margen de la ley. Holguín escuchó los testimonios de jóvenes que gracias al proyecto viajaron a países como Estados Unidos, Venezuela, Inglaterra, España, Jamaica y Ghana practicando rubgy, atletismo y fútbol. Luego de sus viajes, volvieron con la expectativa de hacer de Buenaventura una tierra de paz. Porque más allá de la experiencia, está la necesidad de convertir a los jóvenes en multiplicadores de la no violencia. Ese es el caso de Asly Pamela Alomia, una niña de 17 años que viajó a Londres durante los Juegos Olímpicos y regresó convencida de que debía hacer algo por cambiar la realidad de su territorio. “Cuando regresé empecé a preguntarme ¿por qué si Buenaventura es el puerto más importante del país, debemos vivir así?”. Del 2011 al 2013 se han realizado 35 intercambios deportivos que beneficiaron a 547 niños de departamentos como Antioquia, Valle del Cauca, Córdoba y Chocó. Para este año se tienen proyectados 14 intercambios que beneficiarán a 210 niños de nueve departamentos. Además, se abrirá la posibilidad de practicar deportes como surf, tiro con arco, bádminton y squash. Putumayo y Sucre harán parte por primera vez del proyecto. Que los jóvenes puedan conocer otras latitudes se ha convertido en un reto para la Cancillería, pues en el deporte y en la cultura está la respuesta a la violencia. Porque si algo es cierto es que para abrir la mente también es necesario ampliar las fronteras. La visita terminó con una buena noticia: Para finales de año, la Cancillería se comprometió a construir una cancha sintética de rugby en Buenaventura, un territorio en donde el recrudecimiento de la violencia por cuenta de la guerra a muerte entre las bandas criminales de los 'Urabeños' y la 'Empresa' mantienen la ciudad en un limbo interminable. El abandono del Estado en las fronteras es una deuda histórica por la que todavía falta mucho por hacer. Lugares como Piñuña Negro y Buenaventura demuestran lo que pasa cuando nadie se atreve a pisar esas tierras condenadas al olvido. Por eso alguien tenía que dar el primer paso.