Las recientes movidas de Gustavo Petro en su búsqueda por alcanzar la presidencia en 2022, así vayan en contra de las banderas que ha defendido por años, lo tienen en el ojo del huracán.
Un gran sector de sus electores se pregunta incluso si el Petro de hoy es el mismo de siempre o si, por el contrario, sufrió una metamorfosis. ¿Ha acudido al todo vale para tratar de llegar a la Casa de Nariño?
El arribo a la vista del exgobernador de Antioquia Luis Pérez al Pacto Histórico encendió las alarmas entre los seguidores de Petro. Figuras como la reconocida actriz Margarita Rosa de Francisco, los senadores Iván Cepeda –amigo personal de Petro– y Wilson Arias han rechazado públicamente la posible llegada de Pérez al Pacto Histórico. “Es preferible la dignidad que la derrota”, dijo De Francisco, quien le pidió explicaciones a Petro por su reciente movida política.
El nombre de Pérez ha generado ruido, y amenaza con deteriorar la imagen de Petro, porque, a diferencia de otros casos, el inconformismo está en el propio Pacto Histórico. “El Polo Democrático ha terminado en un silencio institucional insoportable frente al ingreso de Luis Pérez al Pacto Histórico”, afirmó Arias. “Se valen las alianzas, pero hay que ver con quién”, añadió la senadora Aída Avella.
En las filas petristas ya habían aceptado, en medio de cierta polémica, la llegada de Armando Benedetti, Roy Barreras y el líder cristiano Alfredo Saade, todos cercanos, en su momento, a los expresidentes Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos.
Pérez carga entre pecho y espalda su proximidad con el uribismo. En 2020, meses después de culminar su periodo como gobernador de Antioquia, escribió un polémico libro titulado Uribe, un soldado de la argumentación. “Nunca he sido uribista”, ha dicho el exgobernador. Su amistad con el expresidente César Gaviria y el oficialismo del Partido Liberal también le pasan una cuenta de cobro entre el radicalismo progresista, que pretende conquistar el poder alejado de los partidos tradicionales.
A Pérez, además, lo señalan de ser uno de los principales responsables de la Operación Orión, en la comuna 13 de Medellín, ocurrida a finales de 2002 y que habría dejado 450 detenciones ilegales, 75 muertos fuera de combate, casi 100 desaparecidos y más de 2.000 desplazados.
Aunque la izquierda desempolvó señalamientos en contra del exgobernador, él no tiene investigaciones pendientes con la justicia frente a ese tema. Es más, Petro, uno de los políticos que más denunció las atrocidades de las AUC, sostuvo sobre Luis Pérez: “Jamás encontré su nombre en mi investigación sobre el paramilitarismo en Antioquia. No está sindicado de actos de corrupción”.
Ante el coro de críticas contra el exgobernador, Petro salió en su defensa. Contrario a lo que muchos pensaban, se echó encima el piano de defender a su nuevo aliado político. Argumentó que el pacto no se hace con los mismos, sino con otros sectores. “Decir que al Pacto Histórico no entran quienes hayan sido uribistas es excluir a la mayoría de la población”, afirmó Petro.
De inmediato, congresistas como Gustavo Bolívar, María José Pizarro y David Racero, los más cercanos a Petro, cambiaron de discurso y empezaron a defender el ingreso de Pérez al Pacto Histórico, pese a no compartir sus ideas. “Muchos quisieran que llegáramos solamente los angelitos al poder”, dijo Bolívar. Su frase también causó controversia.
La estrategia de Gustavo Petro es clara y consiste en atraer a la mayor cantidad de fuerzas a su alrededor, así hayan estado con Dios y con el diablo, y, de paso, garantizar una masiva votación en la consulta de marzo, que marcará su punto de partida. Por eso, a diferencia de lo que ocurrió en 2018, cuando el entonces precandidato era dogmático, radical y excluía a varias figuras políticas solo por tener investigaciones en curso con la justicia, hoy entendió que la Casa de Nariño se gana sumando electores.
Para ser presidente de Colombia se necesitan más de 10 millones de votantes, y Petro en las pasadas elecciones obtuvo más de 8 millones. Con esas cifras, comprendió que en las urnas no solo se triunfa con el voto de opinión, sino con el poder de las maquinarias. Por tanto, al Pacto Histórico empezaron a llegar figuras como los senadores Benedetti –clave en la organización y estrategias del pacto– y Barreras, quienes formaron parte, en su momento, del triunfo de Uribe y Santos. Ahora con Pérez, el escenario es similar.
En la Gobernación de Antioquia el exmandatario obtuvo 814.000 votos, una cifra atractiva para un candidato presidencial a escasos seis meses de la primera vuelta. Asimismo, el hoy aspirante paisa goza del respeto del sector empresarial de su región, lo que enviaría un mensaje importante a los industriales a quienes les asusta la posible llegada del petrismo al poder.
Con esa movida de Petro, también garantizaría la conquista de un sector de Antioquia, un departamento con alta incidencia uribista y al que el progresista ha querido cautivar. Así lo demostró en su reciente visita a Jericó el fin de semana pasado.
Con la llegada de Pérez a la izquierda, se aglutina igualmente a un importante sector del Partido Liberal en torno a la izquierda, la cereza del pastel que todos los presidenciables quisieran tener.Debido a la ruptura del expresidente César Gaviria con Alejandro Gaviria y la falta de decisiones de la dirección del oficialismo liberal, el grueso de los dirigentes rojos no tienen claro qué camino presidencial tomar. Y Petro, aunque espanta a algunos sectores de la colectividad más inclinados hacia la derecha, aprovecha el turbulento escenario rojo y se está convirtiendo en una propuesta atractiva para una porción importante del partido.
El senador Luis Fernando Velasco –uno de los más acérrimos opositores a César Gaviria– lidera una disidencia liberal que, sin duda, podría volcar a varios dirigentes liberales hacia el petrismo. Piedad Córdoba y Guillermo García Realpe, entre otros, van por la misma línea.
La llegada de Luis Pérez al Pacto Histórico es inminente. Y más allá de las opiniones de algunos dirigentes del Polo y de la Unión Patriótica, la pista de aterrizaje del antioqueño está preparada. Al fin y al cabo, a escasos nueve días de presentar la lista cerrada al Senado, no hay tiempo de maniobra para que ningún rebelde amague con desertar de las filas de Petro.
Pérez le interesa políticamente a Petro, pues gracias a su amistad con César Gaviria lo intenta convencer de que el camino es con la izquierda para “revivir al partido”. Sin embargo, no será fácil. Solo con el exgobernador antioqueño de su lado, además de otros disidentes del partido, la estrategia del petrismo de reventar al liberalismo, y no entregarlo en bandeja de plata a la derecha como ocurrió en 2018, está en marcha.
¿UNA MALA JUGADA?
Como en política cualquier cosa puede pasar, en el Pacto Histórico hay quienes creen que Petro está jugando con candela, porque, así él tenga un voto fiel a sus principios ideológicos, el exgobernador Pérez representa a las maquinarias políticas en el país. “Pregunta elemental: en una consulta presidencial del Pacto Histórico en la que esté Luis Pérez y Gustavo Petro, ¿por quién ordenaría votar el uribismo?”, se interrogó Iván Cepeda.
SEMANA conoció que la estrategia de Pérez es no llegar solo al Pacto Histórico. Quiere competirle a Petro, pero no repetir la historia de soledad con la que llegó al progresismo Barreras o el pastor cristiano Saade. Su arribo será después de garantizar el respaldo del grueso de senadores y congresistas liberales, además de las bases y la militancia rebelde que esté dispuesta a dar la pelea por los votos de la izquierda. “No me voy a adherir a Petro, le voy a competir”, anunció.
Aunque esta jugada le puede garantizar a Petro una importante votación, también provoca decepción y una posible desbandada entre sus propios seguidores que empezaron a mostrar cansancio por sus polémicas alianzas.
Internamente, nadie imagina una fotografía de Petro en una tarima posando con Cepeda, y al lado Pérez o Bolívar con Barreras, por cierto, hoy distante de Petro. Al jefe de la Colombia Humana no le conviene ceder terreno frente a los electores que ya están de su lado. Según las más recientes encuestas, ya tocó techo y su aceptación ha venido aumentando, pero no como él esperaba. En otras palabras, cualquier salida en falso podría costarle políticamente. Conclusión: con cualquiera de sus próximos movimientos, podría estar apostando más de lo debido.