La presión a las tropas para reportar resultados —y los premios a quienes reportaban bajas— fue un incentivo perverso que gatilló los falsos positivos que ocurrieron de forma sistemática entre 2002 y 2008. Si bien las nuevas políticas que reveló el New York Times no son idénticas a las del pasado, Human Rights Watch ha tenido acceso a documentos inéditos que son llamativamente similares a los que existían durante el gobierno de Álvaro Uribe. La comisión que anunció el Presidente Duque debería denunciar el evidente peligro que conllevan.Nos referimos a documentación que demuestra que los comandantes de la Segunda División del Ejército crearon tablas de las unidades militares de la división en función de los resultados operacionales —muertes y capturas— logrados en el año. En la práctica, se trata de un ranquin. Si bien los documentos no tienen fecha, en función de los incidentes detallados y otros antecedentes a los que tuvimos acceso, parecen haber sido elaborados recientemente, cerca de junio de este año.Una de las tablas presenta a las unidades militares según las muertes en combate. El primer lugar lo ocupa el Batallón de Operaciones Terrestres no. 9 (conocido por su acrónimo BATOT9), con 5 muertes en 2 combates, y el segundo el Grupo de Caballería Mecanizado No. 5 GR. Hermógenes Maza (GMMAZ), con 5 muertes en 3 combates. El Batallón de despliegue rápido no. 7 (BADRA7) y el Batallón “General Custodio García Rovira” (BIROV) figuran terceros con una muerte ocurrida en un único combate. En total, la tabla señala que la Segunda División fue responsable de 12 “MDOM”, el acrónimo que usan las Fuerzas Militares de Colombia para referirse a “muertes durante operaciones militares”.Otra tabla presenta a las unidades según las capturas que realizaron. Lidera la tabla el Batallón de Artillería de Defensa Aérea No. 2 "Nueva Granada" (BAADA2), con 95 capturas, seguido del Grupo de Caballería Mecanizado No. 5 GR. Hermógenes Maza (GMMAZ), con 91. Y una tercera tabla presenta a las unidades según el número de combates en los que han participado.La utilidad de estas tablas parece dudosa, puesto que comparan unidades militares de distintos tamaños, capacidades, funciones y jurisdicciones. Pero lo más preocupante es que son muy similares a las que existían en la época de los falsos positivos. Como documentó Human Rights Watch, los comandantes de la época periódicamente ranqueaban a las divisiones, brigadas y batallones según sus resultados. Estas se referían al número de tropas enemigas muertas, capturadas o desmovilizadas. Sin embargo, aquellas unidades con mayor número de muertes en combate eran ubicadas en las mejores posiciones del ranquin, aun si lograban pocas capturas o desmovilizaciones.No está claro cómo se usan las nuevas tablas. En estas, a diferencia del pasado, se presenta de forma separada cada uno de los resultados operacionales, de manera que no parecen priorizar un resultado operacional concreto (muertes o capturas). Lo que sí es evidente es que estas tablas podrían generar una peligrosa presión y competencia entre las tropas que termine poniendo en riesgo a la población civil.Mientras más sabemos de las nuevas políticas del Ejército, mayor pareciera ser el riesgo que regresen los falsos positivos. El gobierno debería intervenir de inmediato derogando las nuevas políticas para evitar previsibles abusos y enviar un mensaje serio de que ha aprendido las lecciones de uno de los capítulos más oscuros de la historia de Colombia.