Apenas se enteró del fallecimiento de Gilberto Rodríguez Orejuela, Aura Restrepo, la exreina y expareja sentimental del narcotraficante, terminó en llanto.
La administradora de empresas, alejada del capo desde hace más de diez años, desempolvó este miércoles los recuerdos que rodearon su tormentosa relación sentimental que sostuvo con Rodríguez Orejuela durante cinco años. Ella ha dicho que por amor lo arriesgó todo, incluida su vida y su libertad, pues alcanzó a pisar la cárcel.
En el baúl de los recuerdos de Restrepo aparecieron las cartas que, con su puño y letra, le escribió el narco. Algunas, más poéticas que otras, pero todas con una ortografía casi impecable y unos trazos precisos y admirados por quienes lo conocían.
Rodríguez Orejuela las escribió mirando fijamente a los ojos a Restrepo, con un rostro de hombre enamorado al que le fluían las letras con facilidad en una hoja en blanco. ”Solo se envejece cuando los sueños están más lejos de las esperanzas. Te deseo mil años de felicidad. Con mucho cariño, Gilberto Rodríguez”, escribió en una de sus misivas.
En otra carta, con membrete en el que aparece su nombre, le escribió: “Queridísima: este pequeño detalle, que más que valioso como joya, enamora el nombre que caprichosamente le puso el joyero ´el ruiseñor que vuelve a volar´. ¿Será que los ruiseñores solo cuando vuelan cantan? Un beso”.
Otro de los mensajes lo escribió Rodríguez en estado de embriaguez, en una celebración el 20 de febrero de 1992, según se lee en el escrito y en medio de las melodías de una serenata.
“Las sombras de mi amor no son media luna de un mal anochecer, sino el gran amor del mejor amanecer, pero a pesar de la distancia del amanecer al anochecer, yo te amo, yo te amo en el inmenso instante que la luna nos recuerda que tú y yo somos absolutamente iguales. Pero la belleza no existe en la igualdad sino en la realidad que tú y yo pensemos”, dijo. Joyas en diamantes y zafiros de regalo acompañaban los escritos.
En una más, Rodríguez Orejuela le escribió: “El amor es un intangible que tiene la virtud de volverse tan tangible en medida que una mujer como tú amanezca en mi vida”.
Aunque el amor de Gilberto Rodríguez Orejuela le transpiraba, él no quería más hijos, pero Aura, sí. Por esto, decidieron adoptar a una hija que hoy tiene 27 años.
La pequeña fue la causa de un nuevo escrito del narco el 12 de mayo de 1996. “Aura Rocío: la mamá que ama a sus hijos, que concibe del alma, es la más generosa y maravillosa de las madres. ¡Felicitaciones!”.
Ya, desde la cárcel, Gilberto Rodríguez Orejuela seguía enviando cartas a Aura, pero ella decidió cortar la relación. Estaba asfixiada y quería seguir llevando una vida como una colombiana del común. Ella culminó la relación sentimental con una misiva y él, en más de una oportunidad, le respondió.
“Finalmente, quiero que sepas que, aunque este momento ha sido difícil para mí, por lo inesperado de tu actitud, no puedo negar que fui feliz a tu lado, que siempre te amé, te respeté y te seguiré respetando como mujer y como ser humano. Además, agradezco el destino, no solo porque te puso en mi camino, sino que tuve la suerte de conocer y compartir con esa gran familia Restrepo Franco a quienes admiro por su grandeza espiritual y su calidad humana incomparable. Un fuerte abrazo”.
En esa oportunidad Gilberto ya no escribió con su puño y letra. Lo hizo por medio de un computador y reflejaba el grado de distanciamiento entre ambos.
Gilberto murió y Aura se quedó con el recuerdo y el anhelo de encontrarse de nuevo con él, de verlo físicamente y de cerrar más de un tema que entre ambos estaba pendiente. No lo hizo porque no tiene visa y el capo estaba en calidad de extraditado en una cárcel de máxima seguridad de Estados Unidos.