SEMANA llegó hasta el Centro de Confinamiento para el Terrorismo de El Salvador. Se trata de la cárcel más grande de América y quizá del mundo, con capacidad para mantener a más de 40.000 privados de la libertad. Es una mole de concreto imposible de penetrar y donde también resulta imposible pensar en una fuga, pero tiene un factor especial, los reclusos acatan las normas o son conducidos a celdas de castigo. Así son estos lugares.
La cárcel está dividida en ocho gigantescos pabellones que contienen más de 100 celdas, salas de audiencia, espacio de reseña, reconocimiento en fila de personas y también un escenario de castigo. Son las celdas de aislamiento diseñadas exclusivamente para los pandilleros más peligrosos de la MS y el barrio 18.
Las celdas de castigo están en el centro de los pabellones. Son 12 espacios de dos metros cuadrados cada uno, sin ninguna clase de iluminación, más allá de una pequeña rendija en lo alto de un techo de cinco metros de altura. Cuenta con una plancha de cemento, una pileta que eventualmente contiene agua para bañarse y un inodoro, todo en un solo espacio”.
“Las celdas de aislamiento o de castigo se diseñaron y construyeron para los delincuentes más peligrosos de estas organizaciones, también para quienes intenten alterar el orden o afectar la tranquilidad del penal. Nuestros hombres están capacitados para hacer los traslados y aquí permanecerán todos aquellos que causaron terror al pueblo salvadoreño”, dijo Osiris Luna Meza, viceministro de justicia director de centros penales de El Salvador.
SEMANA entró en una de estas celdas de castigo y la experiencia es perturbadora. Cuando se cierra la puerta blindada que lleva el pasillo, el reducido espacio queda en absoluta oscuridad, apenas la pequeña luz que se ve en lo alto del techo, en adelante hasta la respiración se convierte en eco. Es imposible saber dónde queda el inodoro en medio de la tiniebla.
”Los terroristas sabrán que este es un sitio de castigo, que no tiene ninguna clase de beneficio no tendrá más compañía que esta plancha de cemento y el baño. No verán la luz del día, estarán completamente aislados, así evitaremos que salgan nuevamente a la sociedad y causen el daño que hicieron por décadas”, dijo el viceministro.
Los pandilleros que ingresen a las celdas de castigo solo saldrán en caso de ser requeridos para una audiencia judicial o si las autoridades necesitan hacer una identificación en fila de personas. Para salir los controles son severamente estrictos.
”Los pandilleros tendrán que ponerse de espaldas sacar las manos por una pequeña rendija ahí el custodio ubica los grilletes en la mano cierran la compuerta y abren para que salga de espaldas, luego se ubican grilletes en los pies y comenzará su traslado”, explicó Osiris Luna Meza.
Quienes encuentren en esa celda de castigo no tendrán ningún tipo de comunicación, ni siquiera al interior de la cárcel, estarán completamente aislados y recibirán la comida por ese mismo espacio que se utiliza para ubicar las esposas e iniciar los traslados.
En cada uno de los ocho pabellones hay 12 celdas de castigo y la vigilancia la podrán hacer los custodios desde lo alto, a través de la pequeña rendija y en el suelo con una ventana blindada que permite ver al interior, solo cuando se usa una lámpara o linterna especial.
”La única compañía que tienen es una base de concreto donde duermen, una pileta que periódicamente se llena con agua para bañarse y un inodoro, no tienen comunicación y deben permanecer en este espacio”, dijo el viceministro de justicia y director de Centros Penales en El Salvador.
El Centro de Confinamiento para el Terrorismo de El Salvador está tan bien diseñado que los ingenieros se anticiparon a los intentos de sabotaje de los pandilleros que, por ejemplo, pretendan usar los baños para tapar las cañerías con ropa o con cualquier elemento. Adoptaron avances en diseño que permiten, en cuestión de minutos, destrabar todas las cañerías del penal.