Si Gustavo Petro quería mostrarse como un candidato centrado que le permitiera, además de la izquierda radical, atraer a otros sectores políticos, sus últimas salidas están demostrando lo contrario. 

La más reciente propuesta de suspender la explotación petrolera en Colombia al día siguiente de su posesión presidencial desató una tormenta y llevó a más de un sector económico a encender las alarmas porque a menos de seis meses de la primera vuelta presidencial, el líder de la Colombia Humana compite solo, sin un precandidato fuerte que amague, de momento, igualarlo.

La iniciativa de Petro no es nueva. Desde agosto pasado, su propuesta por suspender la explotación de crudo y hacer una transición energética lo llevó a enfrentarse con el senador Jorge Enrique Robledo, su exfórmula política durante años en el Polo Democrático, y quien cree que el hoy precandidato del Pacto Histórico tiene perdida esa pelea porque sus electores desconocen que la industria petrolera genera más de 65.000 empleados en el país. 

La Agencia Nacional de Hidrocarburos confirmó que el petróleo es el primer producto de exportación, con el 55,4 por ciento del total de las exportaciones, y es el principal contribuyente de las finanzas del Estado. “En caso de que Petro se quede con la presidencia y ejecute su plan, sería pasar una factura de cobro por una gasolina 50 por ciento más costosa”, afirmó el senador Rodrigo Lara.

Más allá de que Rodolfo Hernández asegure que Petro habla carreta y que el candidato presidencial del Partido Conservador, David Barguil, estime que ni siquiera Hugo Chávez se atrevió a tanto, el precandidato del Pacto Histórico ha venido insistiendo en su propuesta con la que busca, entre otras cosas, atraer el voto joven y ambientalista del país. “Pero anuncia el suicidio de la economía colombiana”, dijo Juan Carlos Echeverry.

Petro es sincero, o al menos así se muestra. Anticipadamente, les está mostrando a sus electores lo que serían cuatro años de su presidencia o muchos años más si al final decide continuar con su proyecto progresista. Contrario a Chávez, que se mostró uno y terminó siendo otro apenas llegó al Palacio de Miraflores, el hoy candidato ha venido lanzando propuestas que han generado ruido y que tienen a varios sectores con los pelos de punta. A comienzos de noviembre propuso bajar el precio de los arriendos en Colombia.

En un video en el que apareció sentado en una silla y rodeado de varias costureras, manifestó que reducir los costos de la renta les haría rendir el salario mínimo. La iniciativa gusta entre las clases populares, especialmente entre quienes ganan un salario mínimo o menos, pero sobre el terreno es inviable porque el mercado inmobiliario funciona según la dinámica de oferta y demanda, y el Congreso y la Corte Constitucional ya establecieron reglas de juego claras frente al tema.

¿Qué busca Petro con estas polémicas propuestas? De entrada, hay que aclarar que el precandidato es experto en ciencias económicas de la universidad Externado y Javeriana, y tiene claro el efecto adverso para las finanzas de una reforma tributaria en la que se cobre exclusivamente impuestos a 4.000 colombianos de estratos altos en un país de más de 50 millones de ciudadanos. Lo mismo que poner a emitir al Banco de la República para atender la crisis que dejó la pandemia por la covid-19, como lo propuso en julio pasado.

Las iniciativas del líder petrista apuntarían más a una estrategia de marketing con las que pretende generar ruido y mantener la atención de la prensa, los precandidatos presidenciales con los que compite y, de paso, la opinión pública, según Carlos Suárez, CEO de Estrategia y Poder. De paso, atrae la atención de las clases populares y sus bases ciudadanas que ven en él el hombre perfecto para el cambio porque va en contravía de la institucionalidad. “No son metidas de pata de Petro, es un tema calculado”, dijo Suárez.

Las propuestas de Petro asustan, especialmente a los sectores de centro y centroderecha, pero él tiene claro que ese no es su nicho y jamás los convencerá. Su interés es terminar de radicalizar al grueso de su electorado que lo conoce, justifica sus ideas y lo respalda hasta las urnas.Lo cierto es que las iniciativas de comprar las fincas de Álvaro Uribe, la fama que no se ha podido quitar de encima de un político expropiador, e incluso el anuncio del enjuiciamiento a Iván Duque, pareciera que le han funcionado. La más reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría para CM& lo ubica con una favorabilidad del 22 por ciento. 

Sin embargo, tiene a más de uno preguntándose si sus polémicas salidas en falso hacen parte de una estrategia de marketing o su campaña está basada en promesas incumplibles y una que otra mentira, como han venido denunciando los candidatos presidenciales de derecha que encaminaron sus campañas a contradecir a Petro.