El muelle de Puerto Colombia en el Atlántico venía en un estado de deterioro en su estructura, debido a factores naturales. En 2016 comenzó el proceso de intervención de la obra y ahora el presidente Iván Duque hace entrega del resultado.
La tarea de hacer el muelle le fue encomendada a la empresa colombo-francesa Soletanche Bachy Cimas, que en 2019 procedió a la demolición completa de la emblemática infraestructura.
El de Puerto Colombia fue considerado como uno de los muelles más largos del mundo en su época y uno de los promotores del progreso del país a comienzos del siglo XX.
Con la remodelación, fueron construidos 200 metros lineales, una plataforma de 4,45 metros de ancho, soportada sobre pilotes metálicos hincados. Adicionalmente, cuenta con la instalación de barandas de protección e iluminación sobre toda la plataforma. Durante su ejecución, el proyecto generó más 200 empleos directos y 35 indirectos, beneficiando la economía del municipio y el departamento.
En este muelle de desarrollan actividades relacionadas con el turismo, lo que contribuirá a la reactivación económica tanto del Atlántico, como del país.
Este lugar, desde ya, es un atractivo turístico, pero de paso, se rescata un monumento histórico.
No en vano, el muelle original fue construido entre 1888 y 1923. Se le tiene como la puerta de entrada de todo el desarrollo y la migración, la cual siempre constituye un aporte para las naciones.
Desde el punto de vista de la ingeniería también constituye un hito.
Los cambios entre el muelle original y el de ahora
Cuando se hizo el muelle, los constructores pensaron en la madera inmunizada, la cual combinaron con acero para edificar la infraestructura de pilotes y la parrilla. Después de esa base, procedieron a recubrirlo posteriormente de concreto. Después de años de servicio, empezó el deterioro, por lo que el muelle, que en su vida útil fue catalogado como el tercero de mayor extensión en el mundo, fue cerrado en 1943.
El de ahora “cuenta con elementos estructurales clásicos de las construcciones marítimas de comienzos del siglo XX, tales como pilotes, tirantes y vigas de amarre que soportan la plataforma propiamente dicha, de cuyo diseño estructural son destacables su horizontalidad y transparencia, así como su configuración funcional en tres partes visibles: cabeza, nuca y viaducto”, según información de la Presidencia de la República.
Se destaca, además, la integración del muelle a la Plaza del Inmigrante, que fue entregada recientemente por la Gobernación del Atlántico.
Esa apuesta por el turismo, que beneficiará en primer lugar a Puerto Colombia y la región, pero en general al sector del turismo colombiano, es algo distinto a la vocación que tuvo la obra en sus orígenes.
Era la parte final del terminal marítimo de Barranquilla, por lo que se convirtió en epicentro del comercio exterior en las primeras décadas del siglo XX. Fue el puente de ingreso de holandeses, alemanes, irlandeses, italianos, judíos, árabes entre otras nacionalidades, que venían al país huyendo de los efectos de la Primera Guerra Mundial.
En el proyecto se invirtieron 19.600 millones de pesos, aportados en conjunto por el nivel central y el local.