Hace un año el puente Chirajara se fue al piso. En ese preciso momento José Prada miró el reloj y vio que faltaban 10 para las 12 del medio día. “Alcancé a ver cuándo todo se vino abajo”. De inmediato llamó a su jefe para decirle que el puente en el que llevaban trabajando tantos meses se había caído. No le creyó. Esperó hasta que llegaron los bomberos y vieron qué era lo que pasaba. José hizo su turno hasta que llegó la hora de irse a casa. Nueve personas murieronaquel 15 de enero de 2018. Faltaba poco para que cada punta uniera para formar, el que sería, el puente más largo del país. Le sugerimos: Así fue la implosión del puente Chirajara A los pocos días, recuerda José, exactamente el 8 de febrero, lo dejaron sin trabajo. No sabe las razones. Intentó imponer una tutela para recuperarlo. Pero nunca pudo obtenerlo de vuelta. Mientras tanto, su hijo, que había nacido con una hipoxia prenatal, pedía ayuda para que se le pudieran hacer las terapias correspondientes. José, con lo que podía, reunió para pagarle algunas. El desempleo lo cogió en el peor momento. “Nosotros lo que queremos es que aparezca un culpable”, reclama. Como José hay muchas personas que resultaron afectadas por la caída del puente y todavía no se recuperan del todo. La tragedia ocurrió hace un año y la Fiscalía, a propósito, publicó en un comunicado en el que asegura que la etapa de recopilación de documentos técnicos había terminado. Puede leer: El lío de los megapuentes Ese día, Yined perdió a su padre, Jorge Beltrán. Aunque asegura que la empresa Gisaico, a la cual estaba inscrito, ha cumplido con entregarles la pensión, una póliza de seguros y "las cesantías que le quedaban a mi papá del trabajo”. Sin embargo, la indemnización no se las han entregado. Yined ha llamado en muchas ocasiones a decir que Coviandes les dice que “no nos metamos en eso”. Dice que Gisaico les ofreció apoyo psicológico durante unas sesiones, pero que las otras entidades no han respondido como se debe. Yined reconoce que sirvió de mucho ese acompañamiento. A su familia la llamaron constantemente para saber cómo estaban, cómo seguían las cosas. “Nosotros lo que queremos es que aparezca un culpable”, reclama. Desde hace un año la familia Beltrán espera que alguien asuma y pida perdón “o que tengan la decencia de responder, pero se pasan la pelota entre ellos y no quieren hacer nada”, alega la hija del trabajador. Chirajara, un año sin responsables.