La última vez que los colombianos vieron a Jaime Bateman Cayón fue durante una entrevista que había sido grabada el 19 de abril. Aunque en el aire sólo estuvo unos breves minutos, en realidad la entrevista duraba casi dos horas, y en ella Bateman aparecía con la metralleta en bandolera, agresivo y enervado, sudando copiosamente. Fue el último testimonio del Bateman de carne y hueso. Una semana después, su vida y su muerte se convertirían en leyenda, en versiones anunciadas y desmentidas, en especulaciones, mito y humo. De todo el palabrerío que sobre el tema rodó en los días subsiguientes, SEMANA recogió seis versiones que, aunque contradictorias entre sí, son sustentadas por gente informada que tiene motivos para saber de qué está hablando.UN MAL VUELO Según la primera versión, Bateman se habría reunido en una hacienda en Magangué con un grupo de amigos íntimos para celebrar su cumpleaños. Testigos dijeron haberlo visto allí el día 22 de abril. Estando el grupo en la finca, habrían llegado funcionarios de la Aduana, intrigados por la presencia de varios automóviles Mercedes Benz y sospechando reunión de traficantes o contrabandistas. Inspeccionan la casa de la hacienda, pero no descubren la presencia de Bateman. Uno de los asistentes era, al parecer, el parlamentario conservador Antonio Escobar Bravo, hombre de gran fortuna de origen no preciso, quien habría dado orden de llamar a un piloto para que lo transportara a Panamá al día siguiente. Bateman habría manifestado su voluntad de sumarse a ese vuelo. Según lo planeado, el avión tendría que estar listo para despegar del aeropuerto de Santa Marta a las 7:45 a.m. Sin embargo, al llegar Escobar Bravo se encuentra con que el piloto no se ha hecho presente, y por tanto decide pilotear personalmente su avión. Cuando está calentando motores, se presentan agentes del DAS y de la DEA, y hacen una requisa de media hora. Finalmente despega y aterriza unos minutos más tarde en la finca donde lo espera Bateman. "Súbete a la carrera que me requisaron en Santa Marta", le habría dicho Escobar Bravo, ante las reticencias de Bateman para hacerlo por la ausencia del piloto. Finalmente habría accedido a abordar el avión, para ocupar el puesto del copiloto. Junto con él subieron Toledo Plata, tres mujeres de la organización y un quinto personaje, que el testigo que narró los hechos dice no haber reconocido, pero de quien afirma que debía se otro "pez gordo", por el trato que le daban los demás. Aquí termina la relación del testigo. Sin embargo, es posible encontrarle la continuidad a esta versión en los reportes que, según consta, presentó ese avión a distintas torres de control, como las de Santa Marta, Medellín, Bogotá y, finalmente, la del aeropuerto de Tocumen, de Panamá, reportando mal tiempo. "Tengo muy mal tiempo, carezco de visibilidad y no sé cómo buscar la entrada a ciudad de Panamá", habría quedado registrada en Tocumen la voz de Escobar Bravo. Según funcionarios de este aeropuerto, el avión nunca tocó pista. Le habrían perdido el rastro cuando sobrevolaba la región de Punta Ancón, un cerro muy alto cercano al lugar donde se estrelló el avión de Torrijos. La espesa vegetación y las ciénagas que caracterizan el área habrían ocultado los restos de Bateman y de los demás, en caso de que efectivamente se hubieran accidentado allí.EN MANOS DE LOS PANAMEÑOSEsta versión se contradice parcialmente con las declaraciones del general Gustavo Matamoros, según las cuales el Ejército había rastreado milimétricamente toda la zona sin encontrar rastros del avión. La segunda versión proviene de fuentes panameñas, quienes afirman que efectivamente el avión entró a Panamá con problemas serios de navegación, y que habría sido detectado por radares instalados especialmente para rastrear los vuelos rasantes que utilizan los traficantes de droga para dejarla caer en esa zona. Al parecer, aviones panameños habrían seguido al de Bateman hasta obligarlos a aterrizar. Grande habría sido la sorpresa de las autoridades de ese país al encontrar dentro de la nave a Bateman. Para evitarse el problema internacional, se habrían hecho los de la vista gorda, dejándolos librados a su propia suerte. Esta versión no sería contradictoria con las declaraciones del gobierno panameño en el sentido de que Jaime Bateman no estaba en su poder. Una tercera versión, al parecer salida del interior del propio M-19, atribuye la desaparición del dirigente --de quien sus propios compañeros tampoco tendrían ninguna pista-- a que este rompió el cerco de seguridad de la organización, tal como habría hecho en otras oportunidades, ganándose varias sanciones por incumplir las normas internas de seguridad.La cuarta versión es la que sostuvo El Tiempo el 16 de junio, según la cual Bateman estaría vivo y se encontraría en el Caquetá, donde habría sido visto por reporteros de ese diario. Según información extraoficial, sin embargo, el contacto se limitó a una comunicación telefónica, lo cual aún dejaba sombras de duda. Aparte de éstas, circulaban una serie de interpretaciones sin fuente conocida y que rayaban en el delirio: Bateman se habría fugado con 8 millones de dólares de la organización y habría desertado de ésta; tendría encima los 8 millones pero se los habría llevado a Libia para comprar armas y, finalmente, la más drástica de todas, según la cual habría sido "ajusticiado" por los miembros más radicales de su propia guerrilla. Sea cual sea la versión que finalmente se compruebe, lo cierto es que Bateman parece estar completamente perdido --aún para sus propios compañeros--; que su desaparición ha sido interpretada como un síntoma político por los distintos sectores de la opinión y que, de no tener base todo el revuelo que se ha ocasionado, Bateman no se ha ocupado de desmentirlo, o no ha podido hacerlo.No deja de ser extraño que todo el país esté alarmado por no saber el paradero de un personaje que hace años está en la clandestinidad y del cual, por antonomasia y por "gajes del oficio", se supone que nadie sepa dónde anda. Tampoco se sabía en enero de este año, ni en agosto del pasado. En realidad, nunca se supo nada a ciencia cierta de su paradero: un día aparecía con un periodista en el Caquetá, meses después se rumoraba que estaba en Cuba o en Nicaragua, después alguien decía haberlo visto en el centro de Bogotá.La única explicación plausible para la situación que se ha desencadenado hace referencia a la situación política que se vive: a raíz de la amnistía, los grupos guerrilleros, y en particular el M-19, están pasando por una seria crisis, la cual concuerda con una ofensiva particularmente dura del Ejército contra ellos. Dentro de este marco, es comprensible que la noticia --cierta o falsa-- de la muerte del principal dirigente guerrillero cause desconcierto en las filas de su movimiento y no es descartable que por ello se preste a la manipulación. Por otro lado, es explicable que una organización clandestina cruzada por la discusión interna tienda a descuidar sus mecanismos de seguridad, lo cual supuestamente hace a sus miembros blancos más fáciles. Según una última versión que llegó a SEMANA, podría tratarse de una coyuntura bien utilizada por los servicios de inteligencia, que buscarían acentuar las divisiones del M-19 sembrando la confusión. Según estas fuentes, si Bateman está vivo y hace un gran despligue para desmentir la falsa especie, arroja pistas que podrian conducir, esta vez sí, a su captura, y si por el contrario, no desmiente, contribuiría a fomentar la desorientación. Sea cual sea la versión cierta, es posible que pasen meses antes de que los colombianos lo sepan, dado que ni los militares, ni la propia guerrilla, parecen estar inmediatamente interesados en ponerle punto final al asunto.-