El senador Gustavo Petro ha decidido jugarse una carta costosa de cara a las elecciones presidenciales de 2022: apoyar al senador Gustavo Bolívar, uno de los hombres más controvertidos de las últimas semanas en el Pacto Histórico, y sobre quien recaen varias críticas y opositores, incluso en la propia izquierda.
La decisión de Petro es compleja porque, contrario a lo que se creía, en lugar de desmarcarse y tomar distancia de algunas de las acciones del libretista de cine, terminó respaldándolo.
En las últimas horas, lo hizo, por ejemplo, pese a que Gustavo Bolívar utilizó un lenguaje pasado de quilates contra la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. Es cierto que hubo entre la Colombia Humana por los señalamientos de la mandataria en contra del petrismo y Bolívar, a quienes señaló de estar detrás de los hechos de vandalismo que han sacudido recientemente a Bogotá, pero no eran suficientes para que Bolívar la llamara “rastrera de la peor calaña”, además de “mediocre”.
El nivel del lenguaje dejó mal parado a Bolívar porque, aunque Claudia López acostumbra a desviar la atención de sus problemas buscando responsables en otros sectores políticos, entre ellos, la izquierda y la derecha, no es la expresión que debería utilizar un congresista contra una mujer, más allá de sus diferencias ideológicas.
Concejales como Emel Rojas, del Partido Colombia Justas Libres, contradictores de la administración distrital, salieron en defensa de la mandataria. “Soy crítico de la alcaldesa Claudia López, pero entiendo que la política debe hacerse con respeto y altura. Por eso rechazo el bajo ataque desesperado del senador Gustavo Bolívar”. La política- según él- es con argumentos, no con insultos. Varios opositores a López salieron en su defensa porque el uso desproporcionado del discurso no le hace bien al país, y menos a Bogotá, una ciudad actualmente envuelta en un problema serio de seguridad.
Petro, en lugar de apartarse del lenguaje utilizado por Bolívar, no lo hizo. Y nuevamente, salió a respaldarlo. “El ataque de Claudia contra Bolívar es electoral y trapero. Bolívar no le quita los ojos a los jóvenes. No destruye humedales, y no le regala el dinero público a los operadores privados de TransMilenio…”, escribió Petro en Twitter.
En el Pacto Histórico hay líderes que, aunque no lo dicen públicamente, tienen claro que respaldar a Gustavo Bolívar no es la mejor carta que se está jugando Gustavo Petro porque el director de cine, a juicio de varios dirigentes de la Colombia Humana consultados por SEMANA, en lugar de sumar, le resta.
Más allá de su radicalismo extremo que genera temor entre los electores, Bolívar no ha logrado despojarse del piano que carga encima tras el apoyo que brindó a los jóvenes de la primera línea, una estigmatización que no lo dejará en paz al menos hasta pasadas las elecciones de 2022 y que, sin duda, le costará políticamente al líder de la Colombia Humana.
En pleno furor del paro y las movilizaciones que empezaron el 28 de abril en el país, Bolívar movilizó a sus seguidores en busca de la financiación de gafas y cascos de protección para la primera línea, un hecho que lo puso en el ojo del huracán de la Corte Suprema de Justicia y la Procuraduría y que amenaza con dejarlo sin curul, en caso de confirmarse la supuesta financiación a grupos delincuenciales.
Aunque la opinión pública, e incluso algunos sectores de la propia izquierda, pensaron que Gustavo Petro desautorizaría la colecta, se quedó callado y su silencio se interpretó como un apoyo a Bolívar.
El problema es que los colombianos- conscientes de las nefastas consecuencias que dejó el paro, los más de 15 billones en pérdidas económicas y los más de 30.000 desempleados nuevos-, no respaldan a la primera línea, el grupo enigmático que inició como apoyo a los indígenas y manifestantes el 28 de abril, pero terminó convertido en el principal dolor de cabeza de las autoridades e incluso de la alcaldesa Claudia López.
La primera línea- según dijo a SEMANA el fiscal Francisco Barbosa-, es un grupo delincuencial y están probados sus nexos con grupos armados como el ELN, las disidencias de las Farc (el ala de Iván Márquez), y el Clan del Golfo.
El hecho de que Petro no desautorice a Bolívar, y al contrario haya dicho que una manifestación no debería obligar a que sus integrantes, para poder salvar la vida, tengan que utilizar cascos y gafas, tiene un costo político alto para el Pacto Histórico, donde el escritor de Sin Tetas sí hay Paraíso genera resistencia.
El senador Roy Barreras, por ejemplo, cercano a Gustavo Petro dijo en su momento a SEMANA que Gustavo Bolívar cayó en una trampa al haberse dejado engañar para financiar la primera línea. A esas diferencias, se suman las que tuvo el artista con el senador Armando Benedetti.
En marzo de 2021, tras la investigación de la Corte Suprema contra Benedetti por supuesto enriquecimiento ilícito, Bolívar aseguró: “Creo en la Corte. Si Benedetti es culpable irá preso, si es inocente será absuelto”.
El comentario no l cayó bien en Benedetti, quien le respondió: “Su clasismo y su machismo, sumado a su afán de protagonismo, son el verdadero obstáculo que tiene el Pacto Histórico. Me voy no por su petición si no por su actitud desleal, canalla y de un hijueputa”.
La exprecandidata vicepresidencial de Gustavo Petro, Ángela María Robledo, se marchó de la Colombia Humana alegando machismo político. Y aunque no mencionó a Bolívar, internamente se especuló que tenía diferentes con el senador.
Actualmente Bolívar goza del afecto y la confianza de Gustavo Petro y está listo para intentar repetir una curul en el Senado a nombre del Pacto Histórico.
El aprecio de Petro hacia Bolívar es tan grande que los domingos presentan un programa en redes sociales llamado Los Gustavos, una sobreexposición mediática que ha disgustado a los demás precandidatos al Congreso de la izquierda porque creen que los aventaja. Eso, sin contar con que internamente creen que él ocupará uno de los primeros lugares en la lista cerrada del Pacto Histórico, una decisión que tiene molesto al Polo.
Para rematar, Gustavo Bolívar recibió una dura estocada esta semana tras la denuncia en su contra del actor Bruno Díaz, también de la Colombia Humana. Catalogarlo como un deudor moroso de una millonaria suma a su hijo fallecido lo dejó mal parado no solo entre la opinión pública, sino con sus electores porque su discurso adornado de justicia e igualdad quedó en entredicho.
Petro, como ocurrió en los anteriores casos, se dio la pela y prefirió el desgaste político al apoyar nuevamente a Bolívar. “Si Avianca quiebra hay que ayudarla, si Bolívar quiebra hay que criminalizarlo. Triste lógica de la prensa...”, dijo.
Gustavo Bolívar, más allá de la oposición que ejerce y su amplio poder de convocatoria en las redes sociales, enfrenta un desgaste de grandes proporciones que quedó demostrado en la derrota que sufrió en la vicepresidencia del Senado el 20 de julio pasado, un hecho suficiente para que varios sectores consideren que no le suma a un perfil como el de Gustavo Petro que busca en los próximos diez meses calmar las aguas, generar confianza y enviar un mensaje claro y contundente a sus electores. Gustavo Bolívar no le suma, sin duda le resta por cuenta de sus escándalos y actitud radical.