SEMANA: Usted tiene la agencia de viajes más grande del país. Pero no hay viajes desde marzo. ¿Cómo sobrevive Aviatur?  Jean-Claude Bessudo: Es una pregunta como para sacar un paquete de Kleenex. Yo soy el presidente de la junta directiva de la asociación de agencias de viajes. Estamos totalmente paralizados y tenemos ya pérdidas enormes.   SEMANA: Si había un sector más o menos advertido era el turístico por lo que se había visto en el mundo. ¿Alcanzó a prepararse para lo que está viviendo?  J.B.: Nadie estaba realmente advertido. Todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Lo que sí pasó fue que al comienzo hubo información que no fue precisa sobre lo que iba a suceder o, en el mejor de los casos, no la supimos interpretar. Nos dijeron, por ejemplo, que los cierres eran de tres meses. Y todos nos programamos con eso. Al final, fueron muchos más. Entonces estamos como en el cuento del pastorcito mentiroso: que se va a abrir en un mes, en dos... La verdad es que nadie sabe realmente qué va a pasar. 

SEMANA: ¿Cómo así pastorcito mentiroso? J.B.: Por ejemplo, en el tema del transporte. Las aerolíneas han cambiado como seis veces la fecha de iniciación de sus vuelos nacionales. Se ha dicho que se pueden vender vuelos internacionales a partir del 1 de septiembre. Pero eso no significa que la gente pueda viajar. Esa forma de hablar del Gobierno nos ha inducido a errores y nos ha hecho tomar decisiones equivocadas. Nadie sabe hoy a ciencia cierta si, por ejemplo, usted compra un vuelo a Francia, si ese país tendrá las fronteras abiertas ese día o, peor aún, en la fecha prevista para el regreso; teniendo en cuenta que todo sucederá de lo que pase en el exterior, país por país. Y en lo nacional, ciudad por ciudad o región por región. Solo se sabe que no se pueden hacer previsiones. Y así nadie va a comprar unas vacaciones y sería muy difícil vender una excursión. Habría sido bueno entender las normas del tema desde el comienzo. Porque esa vaina de que cuando suba la curva, cuando baje la curva no la entiende nadie.  “A nosotros todo el mundo nos había dicho que el turismo era el nuevo petróleo. ¡Hoy no se sabe si eso es un piropo o una desgracia!”. SEMANA: Usted es parte de un sector que estaba creciendo mucho y al cual el Gobierno le estaba metiendo todas las apuestas. ¿Qué ha pasado con eso? J.B.: A nosotros todo el mundo nos ha dicho que somos el nuevo petróleo. ¡Hoy no se sabe si eso es un piropo o una desgracia! Fuimos los primeros en pedir auxilios. El Gobierno nos ha dado, la verdad, gusto en todo a nuestras solicitudes gremiales, pero es un problema que va para muy largo. Escuché a la vicepresidenta de Avianca María Paula Duque decir que ve el tema para tres años. Necesitaremos para regresar a la normalidad mínimo hasta principios de 2023. Necesitamos financiación, préstamos con bajísimo interés, cogarantías para no destruir el tejido empresarial del turismo en el país. Después de este lapso podremos comenzar a pagar algo que conoceremos como ‘impuesto coronavirus’ en nuestros balances. Perderemos mucho, pero necesitamos evitar el cierre de las empresas.  SEMANA: ¿Y la salida está en los créditos?  J.B.: Hay un adagio famoso y es que solo se les presta a los ricos. Lo cierto es que las empresas que pierden dinero tendrán muchas dificultades para tener acceso a los créditos. La otra cosa que debería hacer papá gobierno es buscar medidas equitativas de ayuda a las compañías. Hay países que han pagado las nóminas casi en su totalidad, como Alemania o España; 350.000 pesos por empleado durante tres meses no resuelven el problema de largo plazo. Hay que tratar de vislumbrar el total de la película con las diferentes entidades, tanto Bancóldex como el Fondo Nacional de Garantías y el Ministerio de Hacienda. De lo contrario, se hundirán más las empresas. 

SEMANA: ¿Cómo es el caso de Aviatur?  J.B.: Yo siento que la situación en nuestro caso va para largo. Hemos hecho los siguientes pronósticos: a finales de este año tendremos una reducción del 80 por ciento de las ventas que tuvimos en diciembre de 2019. A finales del año entrante estaremos en un 50 por ciento. No veo una recuperación rápida.  SEMANA: ¿Ha tenido que hacer recortes? J.B.: Nuestra empresa tiene 63 años. Siempre pagamos cumplidos las cuentas. Hemos recortado en publicidad, mercadeo, relaciones públicas, todo lo que se podía cortar lo hicimos. Cerramos muchas oficinas. Pasamos los colaboradores a centrales de reservas. Vamos a volcarnos más hacia una empresa online. El tinto que se tomaba la gente para planear las vacaciones se acabó por un buen rato. Tenemos en este momento 1.500 cargos suspendidos, de un total de 5.000 personas vinculadas entre las diferentes empresas. Intentamos hacer pronósticos realistas y, con eso, tratar de salir adelante. 

SEMANA: Lo de la gente es siempre lo más duro. ¿Qué ha hecho ahí? J.B.: Pedimos permiso al Ministerio del Trabajo para crear una nueva empresa, de servicios temporales. A través de esta compañía trataremos de colocar la mayoría de nuestro personal que tenemos suspendido en otros lados. Algunos supermercados desean contratarlos para servicio de mensajería, y algunos bancos han estado interesados en nuestro personal bilingüe. En otras palabras, estamos tratando de lograr recursos para nuestros colaboradores, además de los auxilios que daremos adicionales a los que da el Gobierno. No quiero dejar a la gente sin recursos.  SEMANA: ¿Qué está pasando con otros jugadores de la industria?  J.B.: Muchos han decidido cerrar, pero todo el mundo desea ver hasta dónde llega el daño y qué alcanzará a salvar de sus empresas. Todo dependerá de la reanudación de los vuelos tanto nacionales como internacionales, dándoles confianza a los usuarios.   “La forma de hablar del gobierno nos ha hecho tomar decisiones equivocadas”. SEMANA: Los paraísos naturales se habían convertido en una gran apuesta para Colombia. Usted conoce bien el Amazonas, Gorgona, el Tayrona. ¿Qué va a pasar allí? J.B.: En el mundo, el futuro es el turismo ecológico, el turismo verde. Hay gente que viene a Colombia a conocer una lagartija azul en Gorgona, una mariposa morfo en el Chocó o un ave en la Sierra Nevada. El turismo de nichos específicos, en grupos muy pequeños, es el turismo del futuro. Colombia es un país absolutamente privilegiado. No debemos enviar turistas en donde las comunidades no los quieran, como los koguis, por ejemplo, en la Sierra Nevada. Pero en donde sí lo desean, el turismo puede ser un apoyo muy valioso también para la conservación de estos lugares. Colombia es una maravilla de país con una maravilla de gente sonriente. Ojalá sigan siéndolo después de este confinamiento forzoso. Los colombianos tienen una infinita capacidad de resiliencia.  SEMANA: Las ventas virtuales se están volviendo la regla. ¿Cómo se siente Aviatur frente a eso?  J.B.: Mi hijo, Samy, pertenece a la nueva generación del mundo online. Lo entiende y lo goza. Tiene un departamento de tecnología de más de 100 personas. Hace convenios con otros países. Samy ya nos había preparado para el futuro. El petróleo demoró millones de años para crearse. Nosotros en la industria turística tenemos la eternidad para nosotros. Ojalá muy pronto esto del coronavirus sea un recuerdo. Como hoy lo es la peste negra de la Edad Media.  

SEMANA: Muchas personas han estado muy aburridas encerradas. ¿Es previsible que una vez se termine la cuarentena las personas quieran salir a viajar, en especial por Colombia?  J.B.: El coronavirus no es la primera ni será la última crisis que ha vivido Colombia o el turismo. Tuvimos la toma de la Embajada de República Dominicana; la toma del Palacio de Justicia, que aniquiló todos los esfuerzos de posicionar al país en esa década; la época de Pablo Escobar, en la que aviones se caían, había bombas en centros comerciales, vivíamos atentados todo el tiempo… Cuento todo eso para decir que aun así nosotros nunca dejamos de creer en el país. Nunca quisimos desaparecer del mapa turístico mundial. Con los acuerdos de paz, nuestra imagen de país inseguro cambió y muchas personas en el mundo empezaron a ver Colombia como un país viable. El turismo fue el sector que más cosechaba esos frutos. Éramos los grandes beneficiados de esa negociación… Para volver a su pregunta, sí veo venir un deseo de viajar, pero viajes en grandes espacios, en poblaciones de baja densidad, de descubrimiento. En un principio, el riesgo va a quedar latente y, por esa misma razón, la gente va a querer un turismo diferente. Personas que antes querían pasar en un hotel en Barú dos noches hoy me preguntan si pueden quedarse un mes.  SEMANA: Usted tiene 5.000 empleados, una empresa enorme y casi ningún ingreso. ¿Cómo maneja esa presión?  J.B.: Cuando comenzó la pandemia, lo único que se me ocurrió fue mandarles a todos mis colaboradores un poema de Rudyard Kipling que se llama Si… En este poema se dice: “Si puedes ver cómo se destruye todo aquello por lo que has dado la vida, y remangarte para reconstruirlo con herramientas desgastadas…”. Entonces, realmente lo que pienso es, si nuestro esfuerzo permite aminorar las pérdidas humanas, vale la pena estar dispuestos a volver a empezar.