La violencia no da tregua en la Sierra Nevada de Santa Marta y su zona de amortiguación. Las organizaciones criminales se mueven a sus anchas, bajo la mirada contemplativa e impotente de las autoridades. La noche de este jueves fue asesinado el líder comunitario Alejandro Llinás, una víctima más en la racha de asesinatos registrada en el departamento del Magdalena. Dos hombres armados llegaron hasta su finca Pura Latina, en el sector de Calabazo, en la entrada de El Pueblito, corregimiento de Bonda, y sin mediar palabra lo acribillaron. Llinás, un pensionado, excompañero del presidente Juan Manuel Santos en la Armada y miembro de una reconocida familia del interior del país, había llegado a la Sierra Nevada de Santa Marta hacía siete años y compartía su residencia con una familia indígena que lo ayudaba en las labores de la finca. Desde hacía seis años el líder comunitario, miembro fundador de la JAC de Calabazo Parte Alta, venía denunciando ante las autoridades locales irregularidades, como las especificaciones del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial de la zona. Y en los últimos meses, con cartas dirigidas al gobernador Carlos Caicedo, alertó sobre la reactivación del poder del paramilitarismo en la Sierra.

A finales de febrero le contó a SEMANA en una entrevista exclusiva, cómo estos grupos ilegales de extrema derecha habían retomado el mando absoluto en la región, sobre todo cómo obtenían rentas con los turistas que subían al Parque Tayrona y cómo restringían la libre circulación en el sector. “Instalan taquillas que funcionan de forma ilegal. Si alguien va a pasar por ahí, como turista o a las mismas parcelas le cobran peajes. A través de una antigua asociación de flora y fauna montaron una empresa de mototaxismo y entran al sector que es zona de amortiguamiento, que es supuestamente ecológica”, denunció.

Llinas había denunciado el creciente poder del "paramilitarismo" en el área de la Sierra Nevada. Los delincuentes usan la figura de una supuesta vigilancia para extorsionar. Para Llinás era obvio que estos cobros de grupos paramilitares se estaban haciendo con la complicidad de las autoridades, como la Policía, el Ejército, la gobernación del Magdalena y la alcaldía de Santa Marta. “Aquí hay una alianza fuerte entre el paramilitarismo, Parques Naturales, parapolíticos y los indígenas. Ellos no hacen nada para corregir eso, a pesar de que ya se ha denunciado.”   Llinás dijo que conocía varios casos en los que la gente tenía que pagarles a los paramilitares un porcentaje cuando se realizaban negocios grandes, como la venta de terrenos o fincas, “ahí ellos van a pedir su mordida”. La carta al gobernador Caicedo Sus denuncias habían llegado hasta la oficina territorial de Parques Naturales, pero nunca fueron escuchadas. Incluso, Llinás le mostró a SEMANA una carta dirigida al gobernador Carlos Caicedo, en febrero, en la que narraba todo lo que estaban viviendo los habitantes de la zona. Su intención era entregársela personalmente al gobernador, pero esto no se concretó, a pesar de que estuvo un par de veces buscándolo en su oficina. Al final tuvo que resignarse con dejársela en la Secretaría del Interior. Sospechosamente, a los pocos días, Llinás empezó a recibir llamadas de altos oficiales policiales en la que lo instaban a canalizar bien las denuncias y a dejar que ellos actuaran. “Prácticamente me amenazaron, me dijeron que evitara problemas”, le dijo Llinás a SEMANA.

El domingo 19 de abril Llinás contactó a otros líderes de la Sierra Nevada y les contó que había enviado una nueva carta a Caicedo, con copia a la alcaldesa de Santa Marta, Virna Johnson, y que nuevamente se habían reactivado las llamadas intimidadoras. “Se la envié al gobernador y no se la entregaron, la filtraron a la Policía y me han llamado de varias dependencias pidiéndome información y nombres. Me siento vulnerado y un poco atemorizado. Me gustaría entregársela a la autoridad civil. ‘Los muchachos‘ también se están tomando este territorio”, escribió a sus amigos En la segunda carta, Llinás denunció de forma más amplia las actividades paramilitares en la Sierra y sus zonas de reservas ecológicas. Además, contó cómo los comandantes de estos grupos estaban organizando reuniones y le pidió a Caicedo ayuda para controlar el desorden y evitar que las mafias del turismo se terminen de apoderar de la zona de amortiguamiento. “Tengo manera de demostrar y/o sustentar lo que digo. Solo pido que no pongan en riesgo mi seguridad”, se puede leer en el último mensaje enviado por Llinás a las autoridades. La ayuda para protegerlo, como en muchos otros casos de líderes sociales, parece que va llegar muy tarde.