No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, dice el adagio popular que ayuda a explicar lo que viene sucediendo en el nuevo ajedrez político del Valle del Cauca y su capital, Cali. Y aplica también para el largo periodo de pésimos y hasta penosos gobiernos y escándalos que protagonizó buena parte de la clase política en esa región.Primero, en los años noventa algunos caciques y reconocidos políticos terminaron salpicados por el proceso 8000, que dejó al descubierto el ingreso de dineros del cartel de Cali a las campañas y bolsillos de la dirigencia local. Entre ellos aparecieron, por ejemplo, el ex contralor general Manuel Francisco Becerra y el entonces alcalde de la ciudad Mauricio Guzmán Cuevas, quien tuvo que renunciar en 1997. Los capos del cartel del Norte del Valle replicaron ese patrón en buena parte del departamento para apoderarse de las administraciones. Incluso, un rosario de dirigentes quedaron salpicados por lo que se conoció como la narcopolítica, pero el asunto no avanzó más allá del escarnio mediático y se estancó en lo judicial.Luego llegaron los escándalos protagonizados por Juan Carlos Abadía Campo y el senador Juan Carlos Martínez Sinisterra. El primero ganó la Gobernación del Valle, pero fue destituido por participar en política, y el segundo terminó condenado por parapolítica. Y ni hablar de la tragedia que vivió Cali durante los mandatos de alcaldes como Jhon Maro Rodríguez y Apolinar Salcedo, este último destituido antes de culminar su mandato en 2007.Con la clase política tradicional hecha trizas en medio de una profunda crisis del departamento, sus líderes gremiales y empresariales observaban con tristeza lo ocurrido, en especial la pérdida de confianza y liderazgo de la región. Cansados de tener que vivir con ese sino, en 2010 decidieron pasar de las cartas y pronunciamientos a tomar el toro por los cuernos y asumir las riendas del poder público. Ese proyecto, más circunstancial que planeado, ya completa ocho años y tiene para mostrar dos alcaldes de Cali, un concejal, dos candidatos al Congreso y una docena de dirigentes integrados al poder público tanto de la Alcaldía de Cali como de la Gobernación del Valle. También un grupo de destacados profesionales, miembros de la elite empresarial, han trabajado en el gobierno nacional y regresaron para sacar adelante al departamento y su capital.Le sugerimos: “A la presidencia no se puede llegar a aprender”: Vargas Lleras sobre DuqueEl primero que saltó de nuevo a la arena política fue Rodrigo Guerrero Velasco en 2011. Si bien no es estrictamente un líder gremial sino académico, experto en el campo de la salud, hace parte del ‘notablato’ caleño por su cercanía a Carvajal. Y aunque ya había gobernado Cali (1992-1994), logró lo impensable en su segunda elección: derrotar a las maquinarias políticas y romper el estigma de que los candidatos de elite no era bien recibidos en el Distrito de Aguablanca, un sector tan populoso que pone y quita alcaldes. “Eso lo logramos gracias a que no había un candidato que inspirara confianza, que la gente estaba cansada de lo que había pasado y a que yo tenía una larga historia de trabajo social con la Fundación Carvajal”, explicó Guerrero a SEMANA.En 2016 recibió ese legado otro cacao caleño, el actual alcalde, Maurice Armitage, dueño de una siderúrgica, una cementera y un ingenio azucarero. Aunque aún es muy temprano para calificar los efectos profundos del timonazo en sus administraciones, tanto a Guerrero como Armitage se les reconoce que, al menos por ahora, la dirigencia de la ciudad dejó de figurar en los medios como protagonista de escándalos.En esa misma elección ‘saltó al agua’ otro reconocido empresario que logró un escaño en el Concejo, avalado por Cambio Radical. Se trata de Diego Sardi de Lima, ingeniero industrial que toda su vida se movió en el sector privado, especialmente al frente de su empresa Ventolini.Estos y otros empresarios han tomado tanta presencia pública en la región que hasta la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, entendió el gran momento de esos líderes gremiales y entre sus asesores de cabecera nombró a Roberto Pizarro, exdirector de la Fundación Carvajal y actual presidente de la Unidad de Acción Vallecaucana (UAV), una entidad gremial que tiene el propósito de promover el desarrollo regional y cuenta en su junta directiva con los más prestigiosos empresarios como César Caicedo Jaramillo, María del Rosario Carvajal Cabal, Álvaro Correa Holguín, Rodrigo Otoya Domínguez, por solo citar unos ejemplos.Pero ahí no paran las conquistas de esa nueva clase dirigente gremial. A la Alcaldía de Cali llegaron varias fichas de un kínder empresarial conocido en la ciudad como el Telar (Tejido de Líderes en Acción). Roberto Pizarro, el presidente de la UAV, explicó que el Telar “es una especie de semillero de nuevos profesionales a quienes les estamos inculcando el interés por lo público, y que en estos momentos ocupan cargos estratégicos dentro del sector oficial”. Algunos son hijos o nietos de reconocidos empresarios.Pizarro dijo que la UAV tiene dos estrategias claras que buscan cambiar las prácticas políticas: “Una, promover la participación ciudadana y, la otra, fortalecer líderes”, dijo tras precisar que de ese proyecto ya hacen parte cuatro universidades de la ciudad y están formando una camada de dirigentes De hecho, al menos una docena de pupilos del Telar trabajan en el municipio de Cali. Entre ellos sobresalen Nicolás Orejuela, precandidato a la Alcaldía y ahora gerente de Metrocali, la empresa que maneja el sistema de transporte masivo. También figura Juan Esteban Ángel, ex secretario general durante la administración de Rodrigo Guerrero, quien hoy lidera el Comité Intergremial del Valle.Otros saltaron de sus puestos gremiales para aspirar al Congreso, como Gabriel Velasco, abogado que durante los últimos cuatro años estuvo al frente de la Andi regional Valle y aspira a llegar al Senado avalado por el Centro Democrático. Igual camino recorre, por segunda vez, el joven Juan Fernando Reyes Kuri, quien se postuló a la Cámara de Representantes en la lista liberal. Reyes es uno de los pupilos del famoso Telar.Ese buen momento político de los empresarios se manifiesta en que varios de ellos hicieron parte de la cuota valluna del círculo de confianza del gobierno Santos, como Alejandro Éder, exconsejero para la Reintegración que decidió retornar a Cali y ahora dirige la Fundación para el Desarrollo Integral del Pacífico (FDI Pacífico), creada por los empresarios en 1969 y en el limbo en los años noventa. Alejandro es hijo de Harold Éder, fundador del Ingenio Manuelita. También en este grupo de ‘repatriados’ están Esteban Piedrahíta, exdirector de Planeación Nacional y ahora presidente de la Cámara de Comercio de Cali, o Ramiro Guerrero Carvajal, exviceministro de Salud y ahora director del Centro de Estudios en Protección Social y Economía de la Salud (Proesa) de la Universidad Icesi.Puede leer: La ‘incomprendida‘ medida ambiental del alcalde de CaliÁlvaro José Benedetti, politólogo y docente en la Universidad Javeriana de Cali, resume el fenómeno de la siguiente manera: “Si bien en esta región casi toda la vida mandaron los empresarios con un estilo agroindustrial, el auge del narcotráfico los relevó de ese puesto de importancia. Ahora quieren recuperar el poder de otra manera, ya que el sector privado es muy limitado en materia política y electoral”.Pero no se trata de que el sector privado asuma para siempre las riendas del departamento. “Creo que los empresarios se han vuelto a interesar por lo público, que habían dejado de lado en épocas aciagas del narcotráfico y otros males. Esta renovación que estamos viendo es positiva, pero en el largo plazo los políticos deben hacer la política, ojalá con más formación y estructura”, concluyó Piedrahíta, presidente de la Cámara de Comercio de Cali.