SEMANA: Para muchas de las personas de su sector ya era rutina pasarse por su restaurante y darse un gustico. ¿Le han dicho que extrañan ir a almorzar allá? Alexánder Bermúdez (hijo del fundador): Sí, nos lo dicen todo el tiempo. Cuando todavía no se sabía nada del coronavirus, las personas nos decían cosas como: “Cuando yo era pequeño mi papá me traía aquí”. Eso era muy bonito. Lo cierto es que a nosotros también nos hacen falta. Por hora, sin mentir, recibíamos a unas 800 personas. Muchos venían en plan familiar, para celebrar cumpleaños, grados y otros eventos importantes. Les encantaba venir a comer fritanga, morcilla y más. Eso ya no es así. Lo más duro fueron los primeros días, porque nos tocó cerrar. SEMANA: ¿Por qué tomaron esa decisión? A.B.: Nosotros no sabíamos mucho de los domicilios, no teníamos. Tampoco comprendíamos muy bien las normas de bioseguridad. Sopesamos muchas opciones, pero pensamos en que tampoco queríamos arriesgar a nuestro personal. Muchas de las personas que trabajan son señoras de edad y no queríamos imaginarlas por las calles entregando domicilios, ¿y si les pasaba algo?
Cuando el restaurante funcionaba con normalidad, los fines de semana recibía un promedio de 800 personas por hora. Foto: Karen Salamanca/ SEMANA. SEMANA: ¿Y el resto de los miembros del restaurante estuvo de acuerdo? A.B.: Nosotros somos unas 40 personas. Somos una empresa familiar. Y entre todos nos tratamos como tal. La decisión fue dura, pero por la situación nos tocó. Ya después las circunstancias externas comenzaron a afectarnos. El tiempo nos agobiaba. Así no estuviéramos trabajando como normalmente lo hacíamos, las cuentas comenzaron a llegar. Fue un declive financiero.
SEMANA: ¿Y entonces qué hicieron? A.B.: Empezamos a prestar servicio de domicilio con una empresa externa. Más o menos desde el 5 de abril comenzamos a hablar con ellos por videoconferencia. Hablamos de toda la logística y comenzamos a trabajar juntos. "Sopesamos muchas opciones, pero pensamos en que tampoco queríamos arriesgar a nuestro personal. Muchas de las personas que trabajan son señoras de edad y no queríamos imaginarlas por las calles entregando domicilios, ¿y si les pasaba algo?". SEMANA: ¿Por qué no prestar el servicio con su personal? A.B.: No teníamos la logística propia para hacerlo. También nos preocupaba mucho la salud de las personas que forman parte de nuestro restaurante y, claro, de nuestros clientes. Si no sabíamos cómo llevarles la comida de una forma segura, eso también los iba afectar a ellos.
Luego de unos días de negociación con una empresa de domicilios, a inicios de abril, Don Jorge pudo comenzar a atender sus clientes desde la distancia. Ahora también los recibe en el local, tratando de cumplir con las normas de bioseguridad. Foto: Karen Salamanca/ SEMANA. SEMANA: ¿Fue la situación la que los obligó a empezar con los domicilios o ya querían hacerlo? A.B.: Ya habíamos visto la necesidad. Llevábamos casi un año en negociaciones con Rappi, por ejemplo. Negociaciones que no se concretaron por diferentes factores. También se trabajó en el desarrollo de una aplicación. Eso ya hace tres años, pero comenzó a funcionar hace dos semanas. Se llama Click Express.
SEMANA: ¿Por qué entró en funcionamiento desde hace dos semanas si ya se venía desarrollando? A.B.: Queríamos aprender más sobre cómo funcionan este tipo de aplicaciones. También queríamos estar seguros de que la imagen de nuestro restaurante estuviera ahí tal cual es.
El restaurante tomó la decisión de trabajar con una empresa externa porque no tenía mucha experiencia con los domicilios. Asimismo, los administradores no querían arriesgar a su personal. “Muchas de las personas que trabajan con nosotros son personas de edad y no queríamos imaginarlas por las calles entregando domicilios”, dice Bermúdez. Foto: Karen Salamanca/ SEMANA. SEMANA: ¿Eso es esencial para ustedes? A.B.: Definitivamente. Queremos respetar el legado de mi papá, de mi abuela. Ella comenzó a vender pasteles de yuca en Tolima. Luego mi papá, Jorge Eliécer Bermúdez, vino muy joven a Bogotá y también inició vendiendo los mismos pasteles. Al principio, era un local de una pieza. Ahora el negocio ya está conformado por 17 casas. Ya son casi 43 años de trabajo. La verdad es que mis hermanos y yo estamos muy orgullosos del empeño que ellos le metieron al restaurante. Ahora somos quienes lo administramos. Queremos respetarlo y hacer siempre todo muy bien. Todos hemos construido esto juntos. Desde las personas que nos acompañan, nuestro equipo, hasta nuestros clientes. SEMANA: ¿Cómo son los miembros del restaurante? A.B.: Las personas que forman parte de esta familia son en su mayoría cabeza de hogar. Sus hijos son policías, abogados, contadores, médicos. Todos sacaron adelante el restaurante para también darle lo mejor a sus familias. Eso creó un sentido de pertenencia. Ellos siguen dando lo mejor, incluso en los momentos más difíciles. "Al principio, era un local de una pieza. Ahora el negocio ya está conformado por 17 casas. Ya son casi 43 años de trabajo". SEMANA: El sector se ha visto afectado en los ingresos, ¿cómo los ha tocado a ustedes la pandemia? A.B.: Sí, así es. Lo cierto es que los domicilios no nos alcanzan para cubrirlo todo. Todavía no nos han dado para salir del estanque. Nos tocó reducir el sueldo de nuestros empleados. Hasta abril pudimos pagarles bien, el problema fue este mes. Recibimos un subsidio del Gobierno. Eso nos alivió, con eso pagamos, por ejemplo, la seguridad social de nuestros empleados.
Bermúdez trata de enfrentar la crisis con optimismo. A pesar de que el restaurante no está pasando por el mejor momento, ve la situación como una posibilidad de reinvención y de aprendizaje. Foto: Karen Salamanca/ SEMANA.
SEMANA: ¿Cómo cree que serán los próximos meses para ustedes? A.B.: Pienso que la pandemia es como un Dofa. Tenemos que revisar nuestras debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas. Esta es una oportunidad también de crecer, de reinventarnos, de aprender a maniobrar lo desconocido. El primer día que habilitamos los domicilios, se dispararon, eso nos alegró mucho. Nos alegra tener personas fieles con nosotros, desde nuestros empleados hasta nuestros clientes, porque nos da optimismo. Nosotros ya veníamos tratando de reinventarnos y de perfeccionar nuestros procesos. Hace cuatro años instalamos aquí una planta industrial para optimizar algunos procesos, sin cambiar el sabor que nos caracteriza. Ese fue un reto, ahora tenemos otro reto por delante.