Juan Carlos Restrepo fue el último director que tuvo de la extinta Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) y quien destapó la olla podrida de la entidad que derivó en su liquidación y en el escándalo que puso tras las rejas a dos ex directores de esa entidad.

SEMANA dialogó con el exfuncionario.

SEMANA: ¿cómo llegó usted a la DNE?

Juan Carlos Restrepo (J. C. R.): el presidente Juan Manuel Santos me invita a ser el director de esa entidad en el entendido de que él quería a alguien que viniera de afuera del establecimiento y no tuviera ninguna conexión con la política, pues había manos de algunos sectores de la política que le estaban metiendo mano a la entidad para aprovecharse de los bienes incautados al narcotráfico, de esa gran fortuna que no tenía mayor control. Entonces el presidente Santos quería alguien que viniera de afuera del establecimiento y me encargó a mí que me hiciera cargo de esa dirección.

SEMANA: ¿y qué fue lo primero que hizo?

J .C. R.: yo le dije al presidente que lo que había que hacer era liquidar esa entidad, porque estaba muy corta con la misión que tenía que cumplir. Y eso fue lo que acordamos, se hicieron todas las denuncias y se armó el escándalo.

SEMANA: ¿qué debilidades encontró?

J. C. R.: la primera debilidad que se encontró fue el manejo del inventario de los bienes y como no había inventarios era muy fácil desaparecer los bienes, cambiarles el valor, etc. Entonces con la certeza de que los bienes estaban totalmente alterados, se presentó una denuncia a la Fiscalía y se hizo una investigación que fue la que dio lugar a que dos predecesores en el cargo mío terminaran en la cárcel, presos por corrupción.

SEMANA: ¿qué paso después?

J. C. R.: se propuso al Gobierno una nueva política que terminó entregando la administración de esos bienes a una nueva entidad dependiente del Ministerio de Hacienda y liquidando la DNE. Se creó la SAE, una entidad con más capacidades.

SEMANA: ¿usted liquidó la DNE?

J. C. R.: yo llevé la Dirección de Estupefacientes hasta el punto de su acto de disolución y, a partir de ahí, se nombra a una liquidadora que fue la doctora María Mercedes Perry. Ella tomó todo lo que había en la DNE, liquida al personal y prepara el inventario y se lo entrega a la SAE.

SEMANA: ¿la SAE resultó peor que la DNE?

J. C. R.: no. No es así. La DNE era una entidad que se la habían entregado a un sector político, como muchas entidades dentro de la repartija burocrática. Esa era una entidad que estaba en manos del Partido Conservador y ese partido, en cabeza del director de la entidad, Carlos Albornoz, hizo una cantidad de cosas para beneficiar a los amigos de su partido, congresistas y demás. Fuera de eso, la DNE no tenía funcionarios ni recursos para administrar 74.000 bienes, entre ellos, varias sociedades. Pero la SAE es diferente, pertenece al Ministerio de Hacienda y es una entidad mixta, pública y privada.

La SAE hereda los bienes malditos de la DNE, que son bienes que están en problemas, que tienen testaferros, que tienen un origen ilícito y demás.

¿En qué se puede repetir el error? En que los políticos no le vuelvan a echar mano. Si le vuelven a echar mano, volvemos a caer en la misma y vuelven a nombrar políticos, otra vez se va a podrir eso.