El 26 de julio Angie Romero, de 13 años, estaba donde una tía en El Carmen de Bolívar cuando de repente sintió frío, la invadió un mareo, un dolor de cabeza y piernas y por unos minutos perdió la vista. Aunque al rato se le pasó, la crisis no tardó en volver, esta vez en el colegio, en un día de mucho calor. Le dieron unas pastillas para el dolor y la mandaron a casa. El 15 de agosto, después de sufrir cuatro recaídas, la llevaron a la Clínica Giovanni Cristini de El Carmen. La canalizaron con un suero vitaminado, le pusieron oxígeno y le suministraron un par de analgésicos. Pero no se le pasaba el dolor. El domingo pasado terminó en el Hospital Monte Carmelo, rodeada de decenas de muchachas, todas con los mismos extraños síntomas y todas vacunadas hace unos meses contra el Virus del Papiloma Humano (VPH).Al cierre de esta edición, 243 niñas y un niño habían padecido la misteriosa enfermedad de Angie en El Carmen de Bolívar. Del grupo, 11 fueron remitidas a Bogotá donde detectaron en dos pacientes presencia de plomo en la sangre, en unas enfermedades cardiovasculares y en otras nada. Esta epidemia, que aún no tiene una explicación definitiva, desató un álgido debate alrededor de la vacuna, la misma que han recibido 2,9 millones de niñas y jóvenes a lo largo y ancho del país; y ha puesto contra la pared uno de los programas bandera del Ministerio de Salud para luchar contra un mal que cada año en Colombia afecta a 6.600 nuevas mujeres y provoca 3.500 muertes. Lo sorprendente es que se trata de un caso insólito en Colombia y en el mundo, donde más de 180 millones de mujeres, han sido vacunadas contra el VPH en más de 120 países. Y aunque en algunos ha habido polémicas, la Organización Mundial de la Salud e investigaciones científicas, tras años de seguimiento con millones de mujeres en Estados Unidos y Finlandia, no han encontrado efectos negativos. Así lo ratificó a SEMANA la doctora Nubia Muñoz, una de las mayores especialistas del mundo en cáncer de cuello uterino y el VPH. “La vacuna es totalmente confiable. Incluso está en permanente vigilancia en Estados Unidos, la Unión Europea y los expertos en seguridad de vacunas de la OMS en Suiza, entre otros. El único efecto reportado hasta el momento es dolor en el sitio de la inyección”.El ministerio decidió incluir en 2012 esta vacuna dentro del programa de inmunización pública. En un ambicioso plan, adquirió a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) 6 millones de dosis para vacunar 3’200.000 niñas entre los 9 y los 17 años. La campaña, que costó 90 millones de dólares (162.000 millones de pesos), ya ha cubierto a 2’900.000 colombianas sin mayores problemas. Hasta ahora.“Mi hija no sale de la casa para que no le den mareos, no se puede agitar, no puede coger rabia, no puede asustarse y ha optado por no ver televisión para no saber de las niñas de El Carmen, porque hasta de locas y brujas las han tratado. María José era una niña sana hasta hace cuatro meses, pero todo su deterioro se debe a la vacuna”, dijo Danis Salcedo, madre de María José Lora, de 15 años, quien ha estado hospitalizada cuatro veces. El médico Camilo Uribe, jefe de toxicología del Hospital San José Infantil y uno de los mayores expertos del país, examinó una a una a las niñas y les tomó muestras de sangre a ellas y a sus padres. Además, el ministerio ordenó un seguimiento diario de cada paciente por un mes. Toda la información científica recolectada hasta ahora ha dejado en claro, según el Ministerio de Salud, la OPS y las organizaciones médicas nacionales “que no hay una relación directa, clara, contundente entre el cuadro clínico de las niñas y la vacuna”.Sin embargo, en El Carmen algunos creen que el lote de vacunas estaba contaminado o que hubo problemas de manejo. Una de las colegialas contó que algunas ampollas quedaron expuestas al sol y un médico, que atendió el caso y prefirió no ser identificado, dijo que “no se respetaron los protocolos”. El gobierno y la OPS descartaron esa hipótesis, e incluso advirtieron que miles de dosis del mismo lote fueron usadas en 23 departamentos sin ninguna novedad. Ahora bien, así las vacunas hayan sido expuestas al sol o incluso se hubieran podrido, como dicen los angustiados padres del pueblo, ello “no representa ningún peligro para la salud ni tiene efectos secundarios. Lo único es que pierde eficacia”, dijo un experto. Por ahora, las hipótesis del ministerio apuntan en dos direcciones. La primera, que algunos casos, como los de las niñas con plomo en la sangre, se podrían explicar por algún factor ambiental externo. “Todas las vacunas tienen aluminio en sus fórmulas, por lo que es absurdo pensar que la causa esté en la vacuna”. A pesar de eso, en El Carmen una de las madres le dijo al enviado de esta revista que si en el pueblo todos “respiramos el mismo aire y tomamos la misma agua, ¿por qué no se han enfermado los niños, los ancianos, sino las niñas que recibieron la vacuna?”. La segunda hipótesis del ministerio, la más fuerte, según el ministro, es que todo se deba a una “enfermedad psicógena masiva”. Como explicó la doctora Muñoz “es una reacción de histeria colectiva, eso no quiere decir que estas niñas no tengan problemas. La vacuna produce dolor y eso causa miedo, es una reacción de masa que tiene su origen en un estado de estrés”. Aunque aún no es una conclusión definitiva, los investigadores dicen que es raro que la mayoría de casos hayan ocurrido en el colegio, entre semana y siempre en presencia de otras personas. También encontraron que los picos de ingresos a urgencias coinciden con la llegada de los medios y la visita de altos funcionarios. Un funcionario añadió que la gran mayoría de muchachas no tenía síntomas graves, que llegaron con hiperventilación pero que tenían una saturación de oxígeno normal. Y que incluso a algunas les administraron una solución salina intravenosa, un placebo en realidad, que les quitó los síntomas. Y que el mal también afectó a dos niñas, un niño y una adulta que no fueron vacunadas. Incluso hay quienes van más allá y sugieren una presión religiosa, pues en algunos países han dicho que se trata de una vacuna del ‘pecado’. Quienes la califican de ese modo sostienen que al ser puestas en edades tan tempranas, incitan a las niñas a una sexualidad precoz. Lo curioso es que en El Carmen, 52 de los primeros 60 casos aparecieron en la Institución Educativa Espíritu Santo, administrada por monjas benedictinas. Este tipo de casos, extremadamente raros, no han pasado desapercibidos para la ciencia. Uno de ellos es el de Le Roy, un pueblo del estado de Nueva York donde de repente 20 adolescentes empezaron a tener tics incontrolados y violentos. Mientras algunos culparon a la contaminación y otros a la vacuna del VPH, unos médicos concluyeron que era una “enfermedad psicógena masiva”. Eso quedó confirmado después de que aislaron a las niñas, les prohibieron usar redes sociales y exponerse a los periodistas. Todas se curaron, salvo una que en efecto tenía síndrome de Tourette. En El Carmen, las explicaciones del ministerio no convencieron y los parientes temen que las niñas terminen aún más estigmatizadas. El jueves, decenas de personas cerraron calles, incendiaron llantas y se enfrentaron con la infantería de Marina. Ya varios abogados empezaron a rondar por el pueblo, prometiendo indemnizaciones de 2 y 3 millones de dólares por niña.La situación es tensa e incluso miles de personas en el país dudan ahora en vacunar o no a sus hijas. En juego, como dijo el ministro Gaviria, está la confianza en una de las herramientas más importantes para prevenir las enfermedades. Aún se desconoce el desenlace de esta historia, que sin dudas al nobel García Márquez le hubiera encantado narrar, pero que con seguridad hará parte de la literatura médica universal.