El tribunal disciplinario de la Universidad Nacional destituyó en las últimas horas al profesor Porfirio Ruiz por supuesto acoso en contra de dos estudiantes de la Facultad de Ciencias Humanas.
Según la decisión, Ruiz llegó al punto de usar frases muy fuertes en contra de los estudiantes con una conducta reiterada. Eso llevó a que se le impusiera la destitución e inhabilidad para ejercer cargos públicos.
Una de las primeras reacciones fue de Colombia Diversa. “¡Se hizo justicia! Sancionan a un profesor que acosó sexualmente a dos hombres gays en Universidad Nacional”, escribió el grupo que visibilizó lo ocurrido.
Y agregaron: “Durante el transcurso del semestre, a uno de los estudiantes, el profesor le escribía de manera insistente, preguntando por su vida íntima. Esta insistencia llegaba más allá, pues también hacía comentarios en clase como que se veía ‘despampanante’ o lo llamaba con apodos. Con el otro estudiante estableció conversaciones en su oficina que incluían elementos sexuales que le incomodaron, como hablar de su vida sexual o preguntarle por el tamaño de su pene”.
“Es clave que se visibilicen las violencias contra hombres gays. Muchos se quedan en silencio por miedo a las represalias, la vergüenza o ser percibidos como débiles. Deben existir rutas claras y redes de apoyo para los hombres gays que decidan denunciar el acoso sexual”, concluye el hilo de trinos
En 2015, ocurrió probablemente el hecho que más estremeció a las autoridades de la Universidad Nacional. Un joven, que era abiertamente gay, tuvo que cursar una asignatura que dictaba el profesor en cuestión. El docente terminó agregándolo en Facebook y el cruce de mensajes cada vez era más subido de tono, con expresiones muy directas, con connotación sexual, como “gargantuas profundensis”.
“Pese a que el estudiante siempre mantuvo el uso de un lenguaje respetuoso, (...) este optó, por el contrario, por el uso de un lenguaje propio de quien se comunica con alguien de mucha confianza, desprovisto de cualquier formalidad y de forma insistente, tratando de persuadir al estudiante para que no lo tratara como profesor y con expectativa de que accediera a su clara intención”, señala la decisión conocida por SEMANA.
Este no es el único caso que tiene bajo la lupa a un docente de la institución. SEMANA ha venido revelando detalles inéditos del expediente que hoy tiene investigado el profesor Fabián Sanabria.
Las declaraciones y testimonios fueron contundentes para la Fiscalía al momento de presentar la acusación en contra de Sanabria, investigado, imputado y, ahora, a las puertas de un juicio por el delito de acceso carnal abusivo.
SEMANA reveló los testimonios de las víctimas, las mismas que se atrevieron a contar su historia al colectivo feminista Las que Luchan, responsables de tener contra las cuerdas de la justicia a Sanabria, incluso con el riesgo de resultar condenado por los delitos imputados. Un testimonio tomó tanta fuerza que se convirtió en un proceso en la Fiscalía.
Ese testimonio fue crudo en detalles y completo para construir una hipótesis criminal, la misma que quedó en el escrito de acusación contra el profesor Sanabria. “Utilizó palabras como bonito, mi gatico, mi cosita… cosas así para halagarlo a uno. Yo era muy noble, sin carácter e inmaduro”.
Al menos cuatro víctimas se acercaron a las investigadoras de Las que Luchan para contar su tragedia. Esos reportes se convirtieron en el sustrato de tres informes con otras denuncias que incluyen a otros docentes de la Universidad Nacional. “Me dijo que mejor nos viéramos en su apartamento para hablar sobre el proyecto… Al subir me recibió en bata de seda y supuse lo obvio”, advirtió a SEMANA un denunciante.
Otra denuncia
“Se abalanzó sobre mi cuerpo, eso nunca se me va a olvidar, sus dos manos sobre mis manos, sobre mis brazos, haciendo presión tratando de besarme. En vista de que yo no me dejé besar me hizo un chupón en el cuello y yo le dije: ‘¿Qué le pasa? ¡Déjeme! Esto no me gusta, me quiero ir’”, señala otra víctima que aparece en el expediente revelado en su totalidad por SEMANA.
La agresión en este caso fue brutal. La víctima cuenta que Sanabria lo atacó, que le tapaba la boca para evitar que gritara, mientras le decía que quería golpearle las nalgas y quería darle un correazo.
“Él le había colocado seguro a la puerta tan pronto yo entré, y yo tenía muchísimo mareo y él cogió un cinturón como si quisiera atarme a la cama y no podía, como si quisiera amarrarme y su expresión en su cara era como si algo se hubiera apoderado de él en esos momentos y no fuera él, sino que fuera un ente”, dijo la víctima.