Resulta increíble imaginar que en una larga cuadra, quizá de un kilómetro, en la localidad de Kennedy, los ciudadanos debieron soportar y hasta convivir con las bandas más peligrosas que delinquen en Bogotá. Se trata de La 38, la jurisdicción del Tren de Aragua, Los Camilo, Los Niche y el combo de Satanás, responsables de los más aterradores asesinatos que recuerde la capital de Colombia.

En los titulares de prensa se leyó y de forma periódica, cómo los ciudadanos se empezaron a encontrar con cuerpos mutilados y embalados en bolsas que terminaban en la basura. Uno que se atribuyó a alias Satanás fue dibujado por un testigo que recuerda los gritos de la víctima.

Satanás, el asesino que nadie conoce, pero que tiene aterrorizada a Bogotá | Foto: Montaje SEMANA

La víctima de este crimen fue identificada con el alias de Guaza y estaba de cumpleaños. Con esa excusa, la celebración de su aniversario, lo llevaron a un bar que en La 38 se conoce como Londres. De allí lo sacaron hasta un pagadiario, los improvisados hoteles que cobran por horas de alojamiento. Ese fue el lugar de los hechos, allí mataron a Guaza.

El crimen

“Que no se imagina cómo le va a ir esta noche, que lo vamos a poner a ver estrellas de la machucada de huevas que le vamos a meter”, revela el testimonio de una personas que arrinconada por el remordimientos decidió contarle a la Policía y la Fiscalía, de qué forma los bandidos, al mando de alias Satanás, preparaban un asesinato.

El 29 de enero de 2023 los asesinos de alias Satanás estaban en un pagadiario ultimando los detalles del asesinato como si alistaran los ingredientes de una receta. “Seguidamente llamó a Christopher y le dijeron que cuadrara todo, hoy levantaban al Guaza y se iban a cobrar todas”, dijo el testigo.

Ese mismo día, antes de la media noche, llegan al pagadiario dos carros, en uno los bandidos, en el otro la víctima que a empujones ingresa a la casa. Con armas de fuego apuntando a su cabeza, alias Guaza quedó sumergido en una amenaza que le impidió defenderse, gritar o correr.

“Él ya venía todo golpeado, siguieron maltratando, le decían groserías y los subieron al tercer piso, minutos después escuchó un disparo, yo escuchaba cómo lo torturaban, luego sonaron cuatro balazos, después tres más”, advierte el testigo en las declaraciones que entregó a la Fiscalía.

Una hora después, de acuerdo a las versiones del testigo, bajan el cuerpo, envuelto en una bolsa negra y se lo entregan a un traficante de estupefacientes, con una orden clara, que provenía de Satanás. El cuerpo debía ser arrojado en una esquina, muy cerca de una biblioteca ubicada en el sector del Tintal.

Satanás, el asesino que nadie conoce, pero que tiene aterrorizada a Bogotá. SEMANA conoció los detalles de un informe exclusivo que describe a un peligroso delincuente que nadie sabe si existe. | Foto: Autor Anónimo

“Se lo entregaron envuelto a El Bemba, un vendedor de droga, de piel negra, flaco, alto y con la boca grande, por eso le dicen así. Este lo recibió y creo lo llevó para los alrededores de la biblioteca de El Tintal, a unos dos kilómetros de donde estaban”, señala la declaración que sirvió para identificar a los responsables de otro brutal crimen en La 38.

Mientras alias Bemba, el asesino de la boca grande, llevaba el cuerpo al lugar indicado, en el pagadiario el resto de bandidos borraban con agua y jabón la evidencia del crimen. Celebraban el brutal asesinato, disfrutaban recordando lo que sufrió la víctima y cómo se iban a gastar las ganancias del homicidio.

“Mientras botaban el cuerpo se quedaron en la casa lavando el reguero de sangre. Cristopher, Chinche, Jhon Naiker, Madison, Teletubi y Gocho, al igual de que hablaban cómo le habían pegado para que sufrieran. También mencionaron como Christopher le quitó una oreja y de qué iban a gastar con el dinero que les habían dado por matar a esta persona”, dijo el testigo.

Satanás, el asesino que nadie conoce, pero que tiene aterrorizada a Bogotá. SEMANA conoció los detalles de un informe exclusivo que describe a un peligroso delincuente que nadie sabe si existe. | Foto: Autor Anónimo

Al otro día, en la misma casa, quedaron los rastros del crimen, pedazos del cuerpo que por descuido dejaron por fuera de la envoltura. Incluso el testigo se encontró con un dedo de la víctima y que seguía en el piso. El asesino a cargo de la casa, con el alias de Izarra, advirtió: “Quedese callado, aquí no ha pasado nada”.