‘Alternativa’ solo ha habido una. El 18 de febrero de 1974 se lanzó su primera edición. Duró apenas seis años, pero en ese corto lapso produjo un periodismo diferente de lo que hasta ese momento se había visto en el país. Con motivo de los 40 años de la fundación de este singular proyecto, hace pocos días el Archivo de Bogotá inauguró una exposición para revivir lo mejor de la revista. Al homenaje asistieron varios de los protagonistas de esa aventura. Allá estuvieron con más kilos, más canas y menos pelo Enrique Santos, Antonio Caballero, Hernando Corral, Bernardo García, Jorge Orlando Melo y Jaime Abello. Ante más de 100 personas que se abarrotaron en un moderno salón del Archivo, los veteranos evocaron los días de gloria. Solo faltaron algunos grandes como Gabriel García Márquez y Orlando Fals Borda. Alternativa nació como un medio de izquierda, comprometido con la causa socialista pero distante de las arengas trasnochadas. Como era antiestablecimiento tenía algo de tirapiedra. Sin embargo, como los que tiraban la piedra eran algunos de los mejores escritores del país, siempre se cuidó la elegancia en la prosa y en sus diseños. “Dábamos valor a la imagen, a todo lo gráfico, que no era algo característico de la izquierda”, recordó Enrique Santos. Santos, quien había sido uno de los fundadores de la revista, rápidamente se convirtió en el líder. Esto le granjeó el mote de ‘guerrillero del Chicó’. Hasta ese momento había sido solamente el heredero del periódico El Tiempo, el cual representaba todo lo que Alternativa habría de atacar. Su tránsito de delfín a revolucionario no fue visto con buenos ojos por su padre. Este había sido maltratado en el testamento de su tío Eduardo Santos por haber sido en su juventud simpatizante del general Franco durante la Guerra Civil española. La disidencia ideológica no solo tuvo un costo económico para el padre sino también para el hijo una generación después. Enriquito tomó tan en serio su militancia contra el sistema, que para financiar Alternativa vendió una de las tres acciones de El Tiempo que había heredado de su tío Eduardo. “Amplios sectores de la opinión pública colombiana están sintiendo, ahora más que nunca, la carencia de una publicación nacional, periódica, independiente y crítica. La progresiva concentración de los medios masivos de información en manos de quienes detentan el poder político y económico ha permitido que esta minoría oculte, deforme y acomode a su antojo los grandes hechos nacionales. (…) No es fácil en Colombia abrir una ventana por donde entre el viento fresco de un pensamiento de izquierda”. Con esas palabras, escritas en el editorial del primer número de la revista 40 años antes, Santos abrió el conversatorio. Este grupo de escritores, periodistas, artistas, investigadores y, ante todo, pensadores pretendía decir lo que según ellos ocultaba la ‘gran prensa’ aunque su meta final no era periodística sino política: unir a toda la izquierda colombiana, un proyecto que aún nadie ha logrado. Precisamente, “uno de los fracasos de ‘Alternativa’ fue que nunca consiguió esa unidad. Y en eso seguimos 40 años después”, dijo Antonio Caballero en la sala. Tan novedoso era tener una revista que no hablara desde la esquina conservadora ni liberal, que los primeros 10.000 ejemplares se agotaron en 24 horas. La oposición siempre cuenta con un nicho y en Colombia por esos días había poca oposición. Alternativa tuvo un gancho especial al haberla ejercido no con arengas de lucha de clases sino con el fino humor de las caricaturas de Antonio Caballero. Gabo –quien entró al proyecto a regañadientes pero luego se convirtió en uno de los mayores contribuyentes en términos económicos y periodísticos– dijo: “Yo creo haber encontrado en ‘Alternativa’ una forma de militancia que he buscado durante muchos años: un trabajo periodístico serio, comprometido hasta el tuétano. No tengo vocación, ni formación, ni decisión para ir más allá. Sé que circulan algunos rumores, pero que nadie espere de mí, en el campo de la política, nada distinto, ni más importante, ni más heroico, que mi trabajo en esta revista”. Este mensaje se lee en una pared de la exposición. En la sala del Archivo se pueden ver muchas de las portadas de los 257 números, las caricaturas de Caballero, una línea del tiempo con los eventos mundiales que antecedieron a la revista: el Frente Nacional, la Revolución Cubana, la consolidación del ELN, la muerte del Che Guevara, Mayo del 68, el golpe de Estado de Pinochet y finalmente el surgimiento del M-19 (un mes antes del lanzamiento de Alternativa). La exposición también muestra los grandes momentos que cubrió la línea editorial y las secciones de la revista, con artículos que, casi cuatro décadas después, sorprenden por su vigencia. Se puede leer, inclusive, la correspondencia que mantuvieron los alternativos durante las crisis internas. Como es usual en los medios con sesgo izquierdista, Alternativa tuvo problemas económicos y de seguridad: Hernando Corral recordaba en el conversatorio los dos atentados que sufrió Enrique Santos, el bloqueo económico y el sabotaje en la distribución. Lo más grave fue el boicot de anunciantes. El tono de la revista era tan radical, en esos días en que aún estaba presente el fantasma del comunismo, que a pesar del éxito en la circulación prácticamente ninguna empresa se atrevía a pautar con ellos. Sin pauta, con poderosos enemigos y con fuertes divisiones internas, la revista tambaleaba. En 1980 publicó su último número a modo de despedida. En el editorial de aquella edición del 27 de marzo del ochenta se leía: “Si hoy ‘Alternativa’ se despide, tampoco queremos dar la impresión de que se debe exclusivamente a las canalladas del sistema. También hemos sido víctimas de la improvisación, del sectarismo, de nuestra incapacidad empresarial y de nuestro ingenuo desprecio por las implacables reglas económicas de la llamada libre empresa”. “A la larga, ‘Alternativa’ fue un fracaso económico pero un triunfo político”, dijo Jorge Orlando Melo. “Hoy día, sin duda, ‘Alternativa’ estaría a favor de la paz. La lucha armada está totalmente descartada y hemos visto cómo exguerrilleros llegan al poder por las vías legales en toda América Latina. Hoy la izquierda tiene posibilidades de movilidad que en esa época no tenía”, dijo Santos en una entrevista con El Tiempo, al reconocer que en ese entonces la revista tenía “una mal disimulada simpatía por la lucha armada”.