Una zona de despeje, curules en el Congreso, eliminar la extradición, rebajas de penas, cese bilateral del fuego, reconocer el conflicto armado y hasta una Constituyente. Esos, al parecer, fueron los ofrecimientos que el expresidente Álvaro Uribe hizo a las guerrillas de las FARC y el ELN para adelantar un proceso de paz. La denuncia fue hecha este martes en el Congreso por el senador Roy Barreras, antiguo aliado de Uribe y hoy uno de los congresistas de la entraña del presidente Santos. El mismo día en que Santos le tendió la mano a Uribe para adelantar un diálogo y deponer las diferencias en procura del bien supremo de la patria, la paz, los parlamentarios de la Unidad Nacional fueron feroces con el expresidente y en la plenaria del Senado lo atacaron sistemáticamente. El pretexto fue el polémico documento que Uribe y su Centro Democrático publicaron el pasado fin de semana titulado “Las 52 capitulaciones del gobierno en La Habana”, en el que hacen objeciones a los acuerdos publicados en torno a los tres primeros puntos de la agenda de conversaciones entre el Gobierno y las FARC. Los congresistas de Santos "destruyeron" ese documento. La estrategia de los senadores oficialistas fue más allá y revelaron todos los acercamientos que se adelantaron con las FARC durante el gobierno Uribe. Por ejemplo, aunque Uribe se hizo elegir con la consigna de la mano dura contra la guerrilla y bajo una política de seguridad democrática que se soportaba en la presión militar a los grupos ilegales, desde el primer año de su gobierno autorizó los primeros acercamientos con la guerrilla. Primeros pasos Octubre del 2002. Uribe convocó a la Comisión de Conciliación y le pidió ayuda a la Iglesia para buscar la paz con la guerrilla y los paramilitares. Ese fue el primer paso. Un año más tarde, en octubre del 2003, el presidente Uribe les solicitó a monseñor Luis Augusto Castro y al padre Darío Echeverry que se acercaran a las FARC. En el 2004 estos representantes de la Iglesia se encontraron en el río Putumayo con Rodrigo Granda y Raúl Reyes para proponerles, a nombre del Gobierno, un acuerdo humanitario para la liberación de los secuestrados. El enlace con Catatumbo Siguiente paso, diciembre del 2004. Henry Acosta, quien estudió en la infancia con ‘Pablo Catatumbo’, se reunió con el comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo, en la casa de un senador. Convinieron que Acosta le manifestara a ‘Catatumbo’ el interés del gobierno nacional en sostener lo que llamaron un ‘cara a cara’ con las FARC. Pasó un año y medio y el 2 de junio del 2006 el presidente Uribe se reunió con el enlace Henry Acosta en la Casa de Nariño. La reunión se extendió 30 minutos y en ella también participó Luis Carlos Restrepo. Dos semanas después, Uribe fue a Cali y se reunió con Acosta, Luis Carlos Restrepo y Julieta López, esposa de Acosta. De esa reunión salió la famosa idea de llevarle a 'Catatumbo' una carta borrador. La misiva señalaba que había “condiciones para desmilitarizar una zona de encuentro”, es decir, un despeje. Se discutiría la posición del Gobierno en torno a la extradición de miembros de las FARC en relación con un proceso de paz y la viabilidad de un cese de hostilidades con reciprocidad gubernamental. Y les manifestaba a las FARC la posición del Gobierno. La carta, además, tenía una sorpresa. El gobierno Uribe había negado la existencia del conflicto armado, con la tesis de que en Colombia lo que había era una amenaza terrorista. Este fue uno de los puntos de diferencia entre Uribe y Santos, pues el expresidente se opuso a que la ley de víctimas así lo reconociera. Acosta fue a llevar la carta en julio del 2006. En septiembre, el enlace dice que entregó la carta, pero que no tuvo respuesta “ni positiva ni negativa”. Pese a ello, en octubre del 2006, Acosta le llevó a 'Catatumbo' una propuesta de una misión técnica exploratoria, aprobada por el presidente Uribe, para desmilitarizar 868 kilómetros cuadrados, que incluían los municipios de Florida y Pradera, en el Valle del Cauca. Acosta también le entregó a 'Catatumbo' un informe denominado “Reglas de juego para el despeje”. La zona de despeje 2007, quinto año del gobierno Uribe. Empezó con la disposición del Gobierno de brindar condiciones de seguridad a los delegados de Suiza, Francia y España (los países amigos) para que recorrieran la cordillera y pusieran una zona de encuentro. Se suspendieron operativos militares en aquel corredor. Las gestiones adelantadas por Acosta habrían quedado suspendidas en octubre. O por lo menos así se desprende de la carta que Luis Carlos Restrepo le envió a María del Pilar Hurtado, en ese entonces directora del DAS, en la que le anexó el informe final de Henry Acosta: "… con el fin de dar prioridad a la labor facilitadora que adelanta la senadora Piedad Córdoba con el apoyo del señor presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, el canal de comunicación que se mantenía con 'Pablo Catatumbo' queda suspendido". Acercamientos con ELN En diciembre del 2007 se concretó un acuerdo base con la guerrilla del ELN. Se propuso cese de operaciones y dispositivos ofensivos entre la fuerza pública y el ELN. Y también se comprometió a liberar a los detenidos del ELN por rebelión; a suspender las órdenes de captura contra miembros del equipo negociador del ELN, incluso por crímenes atroces, y a reconocer al Comando Central (COCE) como cuerpo representante. Los últimos intentos con las FARC En el 2009, en la recta final del gobierno Uribe, se adelantó la última estrategia, esta vez en cabeza del comisionado Frank Pearl, quien había renunciado por aventurarse a la política (fue, de forma efímera, presidente del Partido de la U). En ese momento, y luego de las liberaciones de los secuestrados por las FARC que se lograron a través de un contacto que consiguió el gobierno de Uribe, Frank Pearl consideró la posibilidad de buscar un encuentro exploratorio secreto con las FARC fuera del país. Con esa propuesta viajó Frank Pearl el 10 de noviembre del 2009 al Brasil y se reunió en Brasilia con el canciller Celso Amorim. Brasil accedió a la propuesta. Entre noviembre del 2009 y febrero del 2010, el Gobierno y las FARC trabajaron en torno a la posibilidad de una reunión que contaría con el apoyo logístico de Brasil y de la Cruz Roja. El 5 de marzo del 2010, a menos de cuatro meses de abandonar la Casa de Nariño, Uribe autorizó a Pearl a enviar una carta dirigida a Alfonso Cano y Pablo Catatumbo en donde se les manifiesta su interés en mantener un encuentro secreto y directo en Brasil. El 25 de marzo la embajada de Brasil en Colombia le entrega a Pearl la lista de cuatro sitios posibles para ese encuentro secreto: Cachimbo, Boa Vista, Porto Velho y Hermosa. Fue el último episodio de búsqueda de paz del gobierno Uribe. Tras ese inventario, el senador Barreras dijo que Uribe "les ofreció de todo a las FARC", incluso más cosas que las que ha ofrecido Santos. "¿Por qué la paz suya era buena y por qué la de ahora es mala?", cuestionó. Uribe responde Uribe no tardó en responder y dijo que ese inventario de episodios son hechos públicos, lo que sí controvirtió fue la forma de hacer el proceso de paz. El expresidente aclaró que ofreció curules en el Congreso pero bajo la luz de la Constitución del 91, es decir, a quienes sólo estén comprometidos con delitos conexos al delito político. Sin embargo, dice que el marco jurídico para la paz de Santos concibe que el narcotráfico sea un delito conexo al político. También dijo que ha aceptado reducción de penas y que el guerrillero raso no pague con cárcel. Pero asegura que Santos no ha dicho si los criminales de lesa humanidad tendrán elegibilidad. Así mismo, dijo que su propuesta de desmilitarización con efectos de un acuerdo humanitario fue una propuesta de España, Francia y Suiza, pero que las FARC se "corrieron" de la propuesta con el pretexto de que no se les había consultado. Igualmente dijo que les ofreció a los presos de las FARC la condición de que tenían que irse al extranjero, Francia ofreció recibirlos y quienes quisieran quedarse en el país tenían que estar en programas de reinserción, pero nunca volver a delinquir en las FARC. Uribe, por ser crítico al proceso de paz y por haber cuestionado los acuerdos que se han publicado de la mesa de negociaciones de La Habana, debió afrontar un debate en contra en el Congreso. Y aguantar que los congresistas que antiguamente fueron sus aliados le sacaran un pasado que él tuvo que asumir.