El Clan del Golfo es la organización criminal y narcotraficante más grande del país. Los cálculos más modestos plantean que puede tener más de 8.000 hombres en armas y tentáculos en alcaldías, asambleas, concejos, y lo más complejo, oscuras y comprobadas alianzas con las Fuerzas Militares. Es ese último grupo el que estaría, entre otros, empujando con toda la fuerza la idea de que esta gigantesca máquina de guerra se sume a la propuesta de paz total del presidente Gustavo Petro, que no sería completa y menos total sin el clan.

Generales, coroneles, capitanes, suboficiales y otros mandos, hoy en retiro, están impulsando que el Clan del Golfo se suba al tren de la paz total. ¿Por qué tanto interés en sentarse a la mesa de negociación? SEMANA revela los acercamientos que están haciendo desde esta organización y la posibilidad de llegar a un sometimiento o “negociación de paz” como ellos insisten en llamarlo.

El afán de estos exmiembros (y miembros) de la Fuerza Pública, que están a la sombra, al servicio del Clan del Golfo, se da por un trabajo sigiloso que vienen realizando las autoridades de Estados Unidos con las de Colombia, y que los tiene con las alarmas prendidas por la inminencia de nuevas órdenes de captura con fines de extradición, por sus estrechos lazos con la organización narcotraficante.

No es solo el fantasma de Otoniel el que los asusta, tienen claro lo que ya sucedió con un general que terminó en Estados Unidos, Mauricio Santoyo, extraditado y condenado en ese país por vínculos con los paramilitares, quien hoy, ya de regresó a Colombia, se encuentra tras las rejas pagando las deudas pendientes.

Wilmer Antonio Giraldo, alias Siopas, mano derecha de Otoniel, sí le apuesta a la salida negociada.

En las investigaciones en Colombia hay pruebas, audios y seguimientos contundentes que evidencian las relaciones con el Clan del Golfo. Un ejemplo son las grabaciones que presentó la Fiscalía contra el célebre coronel Robinson González del Río y varios militares de alto rango, del Batallón Simón Bolívar en Nariño, quienes se torcieron y entraron a ser parte de la nómina del abatido alias Matamba y su organización La Cordillera, aliada del clan. Casos como estos habría muchos y estarían documentados.

Además, saben que los cabecillas de esta organización que ya fueron extraditados, entre ellos el máximo jefe Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, y buena parte de su familia que ya está en Estados Unidos, estarían prendiendo el ventilador a cambio de beneficios, y en cualquier momento podrían echarles mano.

No son solo los militares sino los “políticos”, funcionarios públicos, incluso en ejercicio, como alcaldes, diputados, concejales y hasta gobernadores, que están convencidos de que el camino es la salida negociada, antes de que les caiga la noche y terminen en una cárcel o en Estados Unidos. Con la paz total, finalmente estarían expiando sus culpas.

El miedo a la extradición y la certeza de que sus nombres están en expedientes, ha generado que a través de equipos jurídicos se hayan sentado para buscar la forma de persuadir a los jefes del ala armada del Clan del Golfo y se sumen a la negociación, finalmente detrás está la promesa del presidente Petro de hacer reformas profundas a las extradición.

Precisamente, emisarios de esta organización avanzan en los borradores de las propuestas que van a presentar ante el comisionado de paz, Danilo Rueda, para concretar el inicio de los diálogos, como ya lo están haciendo las disidencias de las Farc, bandas criminales y hasta la guerrilla del ELN, con la que ya se instaló la mesa de negociación esta semana.

Propuestas

La puerta de entrada a la negociación es la no extradición, que no se dé incluso en gobiernos futuros. Pero ya tienen todo un derrotrero de temas que consideran deben ser discutidos, y en los cuales están dispuestos a colaborar a cambio de beneficios. Aunque resulte irónico, el Clan del Golfo, la más grande organización traficante de drogas, se la estaría jugando por el desmonte del narcotráfico. Al igual, que Petro están seguros que la guerra contra las drogas está perdida, y apoyan un cambio profundo en esta la política. Ya se escucha con fuerza en los diálogos exploratorios la legalización de la droga.

En este caso, el Clan del Golfo no quiere una negociación cerrada, por el contrario, creen que la única salida es incluyendo el acompañamiento de otros sectores de la sociedad, incluso empresarios, que han sido tanto víctimas como promotores. Por eso, cuando hablan de reparación, no se refieren a una reparación general de víctimas, sino que plantean que debe ser para toda la sociedad.

Jobanis de Jesús Ávila, Chiquito Malo, el otro lugarteniente, tiene dudas con la paz total.

En la mesa plantean lo que para ellos significa un gana - gana. Saben que son los más grandes narcotraficantes y están dispuestos, ellos mismos, a renunciar a los cultivos de hoja de coca, apostarle a la sustitución en las selvas y zonas apartas donde están enquistados laboratorios y sembrados, y donde el Clan del Golfo es el que manda. Esto lo harían si el gobierno pone a andar la llamada “reforma rural”.

Un tema que sigue siendo espinoso es la propuesta inicial del Gobierno de permitirles quedarse con el 10 % de lo conseguido en la carrera criminal, a cambio de dejar las armas y entregar todo el resto de los millonarios patrimonios que les ha dejado el narcotráfico.

“Una guerra interna”

Justamente este “brazo político” está mediando en un enfrentamiento que se está dando entre los principales jefes actuales del Clan del Golfo. Luego de la captura y extradición de alias Otoniel, quienes eran sus hombres de confianza, alias Chiquito Malo y alias Siopas, están peleando por el control de esta máquina criminal.

Información de inteligencia y hombres infiltrados en el Clan del Golfo han señalado que esta diferencia se ha visto en los primeros enfrentamientos armados, en la pérdida de cargamentos y caletas, y hasta la disputa por las negociaciones con los clientes compradores de la cocaína, especialmente con los carteles mexicanos.

Pero además, están en posiciones radicalmente contrarias frente a la negociación. Desde Estados Unidos, Otoniel, a través de emisarios ha hecho saber que el camino debe ser subirse al tren de la paz total y tiene el apoyo de Siopas en esta cruzada. Por su parte, Chiquito Malo está en rebeldía, no ha sido fácil convencerlo de entregar fusiles, bienes y su fortuna a cambio de saldar cuentas con la justicia y evitar la extradición. Sin embargo, personas cercanas a este naciente proceso aseguran que está cediendo.

La idea en el Clan del Golfo es llegar unidos y completos a una eventual negociación, aunque el gobierno habla es de sometimiento. Por eso, en la construcción de la propuesta están participando incluso los hombres de la organización que están presos. Y es claro, unos porque están Colombia y esperan evitar la extradición y recuperar la libertad rápidamente; y los que ya están en Estados Unidos, que no renuncian a la posibilidad de una repatriación.

Los temas de la agenda casi que los tiene definidos, tal vez, y así lo reconocen, lo más difícil es lograr que esta organización tan grande se siente a la mesa con una unidad total, en un solo bloque, a negociar. Esta es la apuesta mayor, porque de no lograrlo se podría reescribir la historia de las Farc, que firmó un acuerdo, pero la culebra quedó viva, traficando y cometiendo crímenes bajo el nombre de disidencias. Igual pasó con muchos paramilitares, que hoy hacen parte, justamente, del Clan del Golfo, dispuesto a negociar.