Desde hace varios meses existe una gran preocupación en la cúpula del Comando General de las Fuerzas Militares y la Central de Inteligencia del Ejército. El motivo del desvelo tiene que ver con un asunto que puede comprometer la seguridad nacional si llega a manos equivocadas. Decenas de documentos confidenciales que debían ser conocidos únicamente por un muy reducido grupo de altos mandos terminaron en poder de civiles que nada tienen que ver con las Fuerzas Militares. Parte de esa información fue usada con fines políticos pero mucha quedó volando e incluso alguna de esa información estratégica está en poder de gobiernos extranjeros. SEMANA tuvo acceso a decenas de esos documentos, informes, mapas y fotografías clasificadas. Esta revista se abstiene de publicar la mayoría de esos documentos por tratarse de asuntos que comprometen seriamente la seguridad nacional. Otros de esos documentos filtrados contienen información extensa, detallada y muy confidencial sobre la guerrilla. Uno de estos es un extenso informe de 533 hojas en donde hay detalles y fotos sobre decenas de jefes y mandos medios de la guerrilla. Los archivos contienen información sobre cada una de las estructuras de las Farc, sus finanzas, componentes militares, políticos y áreas de influencia. También contiene datos reveladores, información sobre centenares de subversivos, desde los comandantes hasta los más rasos pasando por los mandos medios de ese grupo. El extenso documento tiene datos clasificados sobre el ELN, sus estructuras, jefes, entre otros y, en menor medida, sobre bandas criminales. Otro de los documentos a los que tuvo acceso esta revista y que guarda el carácter de reservado tiene 76 páginas y se titula ‘Análisis cuantitativo y cualitativo de las capacidades críticas de agresión’. Fechado el 16 de septiembre de 2013 contiene un completo estudio no solo del estado de algunas estructuras de las Farc sino de las debilidades de unidades del propio Ejército denominado ‘zonas grises’ y ‘límites jurisdiccionales donde se presentan vacíos operacionales’. Se trata de un escrito altamente confidencial, elaborado por analistas de la Central de Inteligencia Militar, pues contiene observaciones precisas sobre fortalezas y debilidades de los subversivos y del propio Ejército. Estos documentos anteriores tienen rótulos de reservado y contienen los logos del Comando General de las Fuerzas Militares. Otro de los informes es una lista de documentos elaborados por las Regionales de Inteligencia Militar, conocidas como Rimes, y que orgánicamente dependen de la Central de Inteligencia Militar. Uno de estos, de la Rime 4 y de 48 hojas de extensión, está titulado ‘Dispositivo-composición-fuerza enemigo, cuarta división’. Se trata de una presentación en donde está la estructura del bloque oriental de las Farc. Contiene varios ‘mapas de guerra’ en donde se muestran cuáles son las áreas consolidadas por el Ejército y ‘las áreas de confrontación e información estratégica sobre el enemigo’. Tiene además mapas tácticos en todo el territorio que muestran dónde se mueven diferentes frentes de las Farc y el ELN, así como quiénes son los jefes en cada zona y con cuántos hombres cuentan. Otros datos clave de inteligencia militar que se filtraron tienen que ver con una serie de fotos aéreas tomadas desde aviones de reconocimiento del Ejército. Ese tipo de imágenes son utilizadas también para planear operaciones sobre terreno y para diseñar los planes de movimientos y ataque de las tropas del Ejército. SEMANA se abstiene de dar más detalles para no entorpecer las operaciones militares. De igual forma los archivos completos de varios computadores, USB o memorias extraíbles que han sido incautadas en diferentes operaciones militares también terminaron en la calle. Soldado advertido… Los anteriores son tan solo algunos de los documentos en poder de SEMANA. Los informes son de varios años y van desde 2008 hasta finales de 2013. A pesar de que algunos son antiguos no por eso pierden su carácter de clasificados y secretos pues contienen información valiosa. No solo sobre la guerrilla sino sobre las propias Fuerzas Militares y el Ejército. Legalmente ninguno de esos documentos puede, ni debe, ser conocido y mucho menos terminar en manos de cualquier civil. Esa fuga de información ocurrió entre octubre del año pasado y mediados de este año. Parte de dicha fuga se descubrió pocos días después de la captura del hacker Andrés Sepúlveda el pasado 5 de mayo. La Fiscalía en ese entonces reveló que Sepúlveda tenía documentos reservados de inteligencia militar, aunque aquella vez no aclaró cuáles. No obstante, SEMANA estableció que incluso desde antes del episodio del hacker, en marzo y abril de este año, altos mandos en el Comando General de las Fuerzas Militares recibieron informes confidenciales en los que los alertaban sobre la fuga de información clasificada. Aunque inicialmente la identidad de quien alertó en el interior de las Fuerzas Militares sobre la fuga era desconocida, en poco tiempo salió a la luz pública una pista de quién podría haber prendido las alarmas. Se supo gracias a una rueda de prensa que dio el comandante de la Fuerza Aérea, general Guillermo León, pocos días después del arresto de Sepúlveda. En un acto inusual el oficial ‘quemó’ a uno de sus agentes de Inteligencia al contar quién era y confirmar dónde trabajaba. El hecho causó sorpresa entre la comunidad de inteligencia, especialmente porque el propio León fue jefe de Inteligencia de la FAC. El hombre que quedó en la picota por cuenta de esto fue Yesid González. “…Es un agente de Inteligencia que es civil y miembro de la Fuerza Aérea, pero tiene funciones en el Comando General de las Fuerza Militares… Pertenece a la Fuerza Aérea, pero su trabajo se desarrolla en el Comando”, dijo el general el 21 de mayo pasado. González es un analista en seguridad informática y en ese mundo es conocido como Bambino. SEMANA estableció que González fue enviado en comisión al inicio de este año a una unidad elite conocida como Regional de Inteligencia Militar Estratégica Conjunta (Rimec), adscrita al Comando General de las Fuerzas Militares, cuyos blancos cubren aspectos y objetivos por fuera de las fronteras del país. SEMANA intentó, infructuosamente, buscar a González en el Comando General y en la FAC en donde inicialmente dijeron que estaba en comisión en el Ejército y había salido con unos días de permiso. Y en otras llamadas sencillamente dijeron que no lo conocían, ni sabían quién era. En las comunidades de hackers y expertos en informática tampoco dan razón de su paradero. Lo cierto del caso es que pese a las múltiples advertencias poco se hizo por controlar la fuga o determinar cómo y quiénes filtraron datos secretos que acabaron, entre muchas otras manos, en las del tristemente célebre hacker. Curiosamente tal vez la única medida que se intentó y que demuestra que el alto gobierno sabía de la fuga de información fue el decreto 857 el pasado 2 de mayo. En este se fijaron las pautas a los jefes de la inteligencia en el país sobre el manejo de la información, las fuentes, los agentes y la confidencialidad. Lo único cierto es que los informes filtrados son documentos con estricto carácter confidencial y que solo deben conocer un puñado de personas, entre las que están el comandante de las Fuerzas Militares, el jefe de Inteligencia del comando, conocido como J2 y los jefes y directores de las diferentes centrales y regionales de Inteligencia. Parte de esos documentos fueron conocidos por el ecuatoriano Daniel Bajaña, que trabajaba con Sepúlveda, y quien mantenía contactos con miembros de la Inteligencia de Ecuador. La fuga de información que tiene que ver con la Central de Inteligencia Militar coincide con el periodo en el cual se desempeñó como jefe de esa unidad el general Mauricio Forero. En febrero de este año, el nombre de este oficial salió a la luz pública a raíz del escándalo de interceptaciones ilegales en la llamada sala gris, que estaba en esas instalaciones militares. Ese escándalo fue simultáneo con el de la fachada Andrómeda, revelados ambos por SEMANA. Como consecuencia de la denuncia fueron relevados de su cargo el general Mauricio Zúñiga, jefe de Inteligencia en ese momento, y el general Jorge Andrés Zuluaga, jefe de la Central de Inteligencia Técnica del Ejército (Citec). Aunque Forero había resultado involucrado no fue relevado de su cargo, y por el contrario fue ascendido como jefe de Inteligencia y Contrainteligencia del Ejército, cargo que actualmente desempeña. Otra gran parte de los documentos secretos perdidos salieron del Comando General de las Fuerzas Militares. Desde febrero de este año, esa comandancia está a cargo del general Juan Pablo Rodríguez, quien hasta entonces se desempeñó como comandante del Ejército. Voceros de las Fuerzas Armadas informaron que no responderían ninguna pregunta porque, según ellos, “violaban la reserva sumarial y se trataba de asuntos de seguridad nacional” Resolver el misterio de cómo un gran cúmulo de información confidencial de seguridad nacional terminó prácticamente en la calle, es una de las razones por las cuales el pasado 12 de septiembre el Ministerio de Defensa anunció una comisión especial liderada por el vicealmirante César Augusto Narváez y generales de cada una de las Fuerzas Militares y la Policía. Este episodio es un palpable campanazo de alerta para que se revisen todos los protocolos de seguridad que se necesitan para proteger la información de Inteligencia de la fuerza pública. Para nadie es un secreto la importancia táctica y estratégica que significa el trabajo de inteligencia y el valor de esa información para luchas contra flagelos como la guerrilla, el narcotráfico, las bandas criminales, el contrabando, etcétera. En un mundo globalizado, lleno de hackers mercenarios, y de enemigos tratando de ganar espacios, es crucial blindar y proteger la información de inteligencia. Eso permitirá que el Estado tome mejores decisiones y que los ciudadanos puedan dormir más tranquilos.