La historia política del partido Comunes es corta pero concreta. La colectividad se creó el 1 de septiembre de 2017, fruto del acuerdo de paz firmado con el Estado, y cinco años después se convirtieron en partido de gobierno con la llegada del presidente Gustavo Petro a la Casa de Nariño.
Ese dato, para algunos, podría ser irrelevante, aunque la historia confirmará que es la primera colectividad en tener una transición tan rápida de las armas a la política y posteriormente integrar una coalición de gobierno.
Los comunes hicieron campaña a favor de Petro, aunque él nunca se quiso tomar la foto con ellos en tarima. Desde ahí los antiguos comandantes guerrilleros sintieron el rechazo, pero entendieron que por la dinámica de la campaña pudo tratarse de una decisión acertada. A fin de cuentas, saben que su pasado guerrillero podía restarle adeptos al aspirante presidencial.
Sin embargo, pensaron que la situación cambiaría desde el 7 de agosto, pero los cálculos fallaron. A pesar de que todos los militantes de la colectividad acompañaron al presidente Petro desde el día uno, sienten que los están dejando de lado. El diálogo con el Gobierno no es fluido y les han hecho varios desplantes.
“En algunos casos, el partido ha sido maltratado y consideramos que eso no es correcto porque damos todo nuestro apoyo a los proyectos y reformas del Gobierno, pero uno nota que Comunes no existe para el Ejecutivo”, dijo el representante Luis Alberto Albán.
Los comunes dicen que su reclamo no está detrás de burocracia, sino sencillamente participar en las discusiones programáticas y en la construcción de reformas y proyectos de ley encaminados “a los cambios sociales que requiere el país”. El asunto de fondo es que tienen una interlocución con el ministro del Interior, Alfonso Prada, pero no trasciende los pasillos del Congreso.
Aun cuando el pasado 4 de octubre todos los congresistas de Comunes estuvieron en la Casa de Nariño con el presidente Petro para revisar la agenda legislativa y Julián Gallo dijo que los temas abordados con el mandatario eran la muestra de que el Gobierno estaba comprometido con la implementación del acuerdo de paz, más de un mes después la percepción ha cambiado.
“En la implementación se avanza en anuncios, pero en la práctica no hay soluciones reales. Entonces, los funcionarios están lejanos y no es fácil acceder a ellos. Sobre la paz total, tenemos una experiencia que es válida, pero no quieren hablar con nosotros”, reiteró Albán.
La molestia de los otros congresistas del partido Comunes es que en las discusiones importantes no los han tenido en cuenta como ponentes, por ejemplo, en la reforma tributaria. Además, el día que el presidente Petro estuvo en el Congreso para radicar el proyecto que dará vida al Ministerio de la Igualdad no invitaron a ninguno, pero Sandra Ramírez e Imelda Daza llegaron al lugar y se notó la tensión.
Por esa razón, creen que el trato no es igual con los demás partidos de gobierno. Sienten que el Ejecutivo cede a las presiones de las colectividades tradicionales y no atienden los llamados de los minoritarios. “Puede ser que estén cometiendo el error de pensar que nos tienen seguros”, sentenció Albán.
Lo cierto es que la política se construye con votos y, aunque los comunes en las urnas aún no logran conectarse con los colombianos, las diez curules en Senado y Cámara podrían hacer la diferencia en cualquier momento. Sobre todo, con el paso de los meses cuando la luna de miel con el mandatario empiece a acabarse.
Sin duda, los comunes siguen aprendiendo del mundo de la política, tan dinámico y en el que unos intereses priman sobre las lógicas. Incluso, sienten que son el patito feo de la política, pero Albán contradice a sus copartidarios diciéndoles que deben recordar que “el patito feo tiene la esperanza de convertirse en el ganso lindo, y no sé si llegaremos allá”.
La prueba de fuego de esta tormentosa relación será el 26 de noviembre en Cartagena, donde se conmemorará el acuerdo de paz. A la herida de los comunes le cayó sal cuando supieron que el Gobierno habilitará pocos cupos para que los firmantes asistan al evento, pero habrá muchos más para otras personalidades y actores políticos. ¿Se romperá esta fugaz relación?