Atravesar los pocos metros del río Atrato que separan a Quibdó de la vereda Bahía Solano no es una gran hazaña: basta tomar una lancha que, en menos de cinco minutos, pasa el caudal. Pero hacerlo cada semana, sabiendo que al otro lado esperan con ansias de juego y educación niños de comunidades desfavorecidas, sí es toda una proeza.Ese recorrido atravesando el Atrato, entre otros, es el que realizan semanalmente los ludotecarios Franz Pino y Carmen Romaña. Ambos trabajan para la Corporación Día de la Niñez, una ONG que administra la ludoteca NAVES “Cocorobé”, en Quibdó. Según cifras del DANE, de los 11’249.000 niños de entre 5 y 17 años en el país, 1’091.153 se encuentran trabajando. Las cabeceras departamentales, como Quibdó, son las que más aportan a esta cifra, y la situación es mucho peor cuando se consideran los males, como el reclutamiento infantil y los desplazados indígenas, que agobian a Chocó.La ludoteca NAVES “Cocorobé” es un proyecto que a través del juego y la formación acompaña anualmente a más de 2.200 niños y sus padres en Quibdó y corregimientos cercanos buscando, entre otros, erradicar el trabajo infantil. Decir que la corporación administra la ludoteca se queda corto, puesto que lo que la corporación hace, más que velar porque los fondos no se malversen, es acompañar, formar, y luchar por espacios dignos donde los niños tengan derecho al juego.La Corporación Día de la Niñez no está sola en este proceso. La ludoteca se fundó hace 13 años en alianza con el Politécnico Grancolombiano, que apadrina la institución y aporta el dinero necesario para su funcionamiento. También son aliados de la ludoteca el ICBF, la Policía de infancia, la Alcaldía y Gobernación, y otras entidades.En Quibdó abundan los lugares donde los menores de edad pueden conseguir trabajo: ayudando a cargar paquetes en los supermercados, cuidando motocicletas, descargando bultos de las lanchas, etc. Periódicamente, el ICFB, el Comité de Erradicación de Trabajo Infantil (CETI) y la Policía realizan redadas en estos lugares y hablan con los propietarios de los establecimientos para buscar que no se permita a los niños rondar o buscar trabajo por esos lugares. Pero es una lucha ardua, y el trabajo infantil no es lo único que les puede esperar a los niños de Quibdó en las calles: “El Quibdó de hoy ya no es el mismo de hace 30 o 40 años, cuando yo era niño. Ya ir a la calle sin compañía de adultos, hablando de un niño, equivale a ingresar a bandas delincuenciales, a estar metido en grupos al margen de la ley, a la droga, y cosas que uno no quiere que sus hijos o los niños pasen por ahí”. Así habló Franz Pino, uno de los ludotecarios de NAVES, que busca, mediante su trabajo, que los niños puedan dedicarse al juego y a la educación.Tal vez la determinación de Franz por ayudar a los niños radique en que él, en su infancia, tuvo que trabajar: “A la edad de diez años (…) me tocó descubrir el trabajo. Conocí unos amigos que trabajaban sacando bultos de las lanchas, cuando el comercio en Quibdó se hacía por río. Y uno bajaba y le pagaban en efectivo sus tres, cuatro hasta cinco pesos, y para mí era mucha plata en ese entonces. Y comencé a compartir lo que eran mis estudios con las labores en las lanchas, bajando bultos y esto y lo otro: me volví un niño trabajador”. Franz trabaja con la ludoteca NAVES “Cocorobé” desde hace ocho años, cuando conoció el proyecto. Pero no fue sino este año cuando conoció a alguien del Politécnico Grancolombiano, pues a pesar de que desde hace más de una década cubre los costos del funcionamiento de la ludoteca, ninguno de sus empleados había visitado el lugar. Eso cambió recientemente con la visita de Fernando Dávila, rector de la institución, que viajó hasta Quibdó para ver el proyecto.La labor de la Corporación Día de la Niñez y del Politécnico Grancolombiano, o de Franz, Fernando, y muchos otros que desde diferentes polos trabajan para beneficiar a los niños de Quibdó, ha dado sus frutos: existen ya múltiples casos como el de Freddy, un niño de 15 años cuya madre solía hacer que trabajara, que con ayuda y acompañamiento de la ludoteca ha vuelto al juego y a sus estudios.“Lo importante es que ellos (la ludoteca) evitan que los niños sigan trabajando y ayudan a que le pongan más atención a su estudio” dijo la madre de Freddy, Sandra, que como cabeza de familia debe trabajar a diario para mantener a Freddy y sus dos hermanos, y a veces necesita ayuda de sus hijos.Sobre el trabajo de la Corporación Día de la Niñez, que atiende más de 70.000 niños en más de cien municipios, el rector del Politécnico Grancolombiano, Fernando Dávila, dijo: “La verdad es que el proceso de educación nace cuando la persona es muy niña (…) consideramos que es necesario que el país tenga desde la primera niñez realmente programas y apoyos que desarrollen a estos niños, que los saquen de la violencia (…) y que lo hagan a través de una dinámica como el juego”. A pesar del trabajo de la Corporación y de las ludotecas con los niños, es necesario que el trabajo con las comunidades sea integral y que haya apoyo del gobierno, puesto que: “El problema principal para que los niños trabajen son las condiciones económicas”, afirmó Néstor Sánchez, subdirector de Infancia de la Corporación.Lo que buscan, entonces, es involucrar a las familias, para así poder trabajar con ellas en asuntos culturales, necesidades, y los motivos de cada hogar tras el trabajo infantil, por ejemplo.Las alarmantes cifras del DANE sobre el trabajo infantil han sido contrastadas por el ICBF, que en un comunicado de junio del 2013 afirmó que: “Según el Departamento Nacional de Estadísticas (en un estudio del 2012) (…) de la población de 5 a 17 años de 11.332.000 personas, 1.111.000 se encontraban trabajando, los reportes que nos llegan al Instituto no superan los mil casos al año, y por esa razón en el ICBF vamos a buscarlos”. Así entre entidades no sean claras las cifras de trabajo infantil, entre otras, Quibdó es una ciudad agobiada por males que se manifiestan de diferentes formas. Es la capital, también, de una región (Chocó) en la que todos los colombianos somos los últimos en pensar”, como dijo Fernando Dávila durante su paso por la ludoteca. Pero mientras existan entidades como la Corporación Día de la Niñez y el Politécnico Grancolombiano, comprometidas con iniciativas como la ludoteca NAVES “Cocorobé”, habrá futuro para los niños de Quibdó y otras regiones del país, así sean las más olvidadas. Este tipo de proyectos debe trascender lo estatal y lo gubernamental, y lograr que se unan esfuerzos tanto públicos como privados en torno al tema, con la administración adecuada, de forma que, como afirmó Dávila: “No sean cosas de un momento ni de un gobierno”. Por el bienestar y el futuro de la niñez y la infancia en el país, que NAVES “Cocorobé” continúe, durante muchos años más, atravesando el Atrato.