Una nueva generación de capos está emergiendo al frente de la Oficina, una de las estructuras criminales más peculiares que ha tenido el país. De los jefes que hicieron carrera dentro de los grandes carteles de la droga del siglo pasado y en las filas del paramilitarismo, ya queda poco. Eso sí, los herederos mantienen el poder suficiente para regular el crimen en el Valle de Aburrá y controlar buena una buena tajada del narcotráfico en todo el país. La lista de capos que ha tenido la Oficina es larga y temible. Desde los años 90, cuando la estructura delinquía para Pablo Escobar, han pasado por allí don Berna, quien le puso la impronta paramilitar, además de Valenciano, Sebastián, Pesebre, Tom, Pichi, entre otros. Solo en la última década, la Policía, trabajando con la Fiscalía y agencias de Estados Unidos, España, Perú, República Dominicana y Venezuela, ha capturado a 12 delincuentes que llegaron a ocupar el trono de las organización. Seis de ellos ya fueron extraditados a Estados Unidos. En contexto: El mapa del crimen en Medellín tras la captura del jefe de la Oficina Esa racha de capturas comenzó entre 2011 y 2012, con las detenciones de Valenciano y Sebastián, quienes libraron una batalla sangrienta por quedarse con con las llaves de la Oficina, en medio del vacío que dejó la extradición de don Berna en 2008. La más reciente es la de alias Barbado, detenido la semana pasada en Piedecuesta, Santander. Él pertenecía a los Chatas, la facción de la que salió alias Tom, otro capo capturado en 2017. Los investigadores ya tienen identificada la línea de sucesión tras las últimas capturas. Hay tres nombres que sobresalen. Uno de ellos es alias Beto, quien estuvo preso hasta septiembre pasado. Buena parte de la supervivencia de la Oficina se atribuye a su capacidad para reemplazar capos. De hecho, los investigadores ya tienen identificada la línea de sucesión tras las últimas capturas. Hay tres nombres que sobresalen. Uno de ellos es Félix Alberto Isaza, alias Beto, quien estuvo preso desde el 24 de mayo de 2012 hasta septiembre pasado. Obtuvo la boleta de libertad luego de cumplir la mayoría de su pena, que terminó rebajada por los estudios que cursó en la cárcel de Cómbita. De él se sabe que fue muy cercano a don Berna, lo que lo ayudó a ascender en el organigrama de la Oficina. También lo acompañó en los Pepes, cuando le declararon la guerra a Pablo Escobar, y más tarde en la banda La Terraza y en el Bloque Metro de las Autodefensas. En esta última organización sufrió un atentado en el que perdió la mitad de su pierna izquierda. Beto tomó parte de la guerra por el control de la Oficina, tras la extradición de don Berna. Según las pesquisas de la Policía, estaría ahora a cargo de la banda Trianón, que tiene influencia al sur de Medellín, en Envigado, Sabaneta y Caldas. Entre los jefes relevantes que quedan, es el que tiene más historia en su prontuario, algo que podría cobrar a la hora de definir la nueva jerarquía de la Oficina. Otro que está en la lista de reemplazos es Luis Rodrigo Rodríguez, alias Montañero, el jefe de los Mesa, una organización arraigada al norte del Valle, en Copacabana, Bello, Girardota y Barbosa. Otro que está en la lista de reemplazos es Luis Rodrigo Rodríguez, alias Montañero, el jefe de los Mesa, una organización arraigada al norte del Valle, en Copacabana, Bello, Girardota y Barbosa. Delinque desde los años 90, e incluso pasó casi una década en prisión. Su grupo es muy fuerte en el narcotráfico. Por eso, los investigadores creen que podría seguir concentrado en sus negocios, en vez de disputarse la jefatura de la Oficina. Pero eso está por verse. Le recomendamos: La Oficina de Envigado sigue abierta La lista la cierra alias Clemente, quien tiene su fortaleza en la cercanía con Tom y Soto, capos de la Oficina capturados en 2017. De hecho, se dice que a través suyo, estos dos han seguido informados de los pormenores del negocio. Este es el jefe de las finanzas de la estructura en el sur del Área Metropolitana de Medellín, y pretendería hacerse al liderazgo completo, según la Policía. El ajedrez por el control de esa organización apenas comienza a jugarse y es de suma complejidad, por las características y el poder que tiene. La Oficina regula la delincuencia en Medellín y sus alrededores, pero también envía droga al centro, oriente y norte del país, y a otros como México, Guatemala, Honduras y República Dominicana. De esos puntos intermedios, los cargamentos viajan a sus destinos finales: Estados Unidos y Europa. Como si fuera poco el poder delincuencial que ostenta por su cuenta, transan con el temido Clan del Golfo y tienen infiltrados en la Fiscalía, el Inpec y la misma Policía. La reorganización del mando se avecina. La disputa, como ya ha sucedido en el pasado, puede derivar en una guerra. De momento, las autoridades ya tienen identificados a los jefes que podrían protagonizarla.