El pasado 2 de junio, durante la cumbre de la OEA que se desarrolló en San Pedro Sula, Honduras, altos funcionaros del gobierno colombiano buscaron con urgencia a los representantes del gobierno de Venezuela. Tenían una información extremadamente sensible que debía ser entregada a los venezolanos con la mayor discreción posible. El asunto, sin duda, era delicado.Se trataba, nada más y nada menos, de un informe sobre el hallazgo en un campamento de las Farc de varios lanzacohetes de propiedad del Ejército venezolano, los cuales terminaron en manos de esa guerrilla. La preocupación no era para menos. Si bien en el pasado se ha encontrado material bélico de las Fuerzas Armadas del vecino país en poder de la subversión, principalmente munición y fusiles, la gravedad de lo encontrado en las selvas colombianas consistía en que se trataba de la primera vez que se hallaba artillería de ese tipo, con alto poder destructivo, en manos de la guerrilla.Al recibir la información, los funcionarios venezolanos se comprometieron a realizar una investigación para tratar de explicar al gobierno colombiano cómo había terminado material de guerra reservado del Ejército venezolano en manos de la subversión. Los días se convirtieron en semanas y hasta el viernes pasado, casi dos meses después de entregado el informe, la explicación venezolana no había llegado. Desde hace meses los altos mandos militares y funcionarios del gobierno consultados por SEMANA sobre el asunto optaron por no pronunciarse al respecto siguiendo instrucciones del presidente Uribe. Ese hermetismo aumentó la semana pasada a raíz del nuevo deterioro de las relaciones con Venezuela (ver artículo siguiente). Sin embargo, SEMANA investigó y reconstruyó este grave episodio de profundas repercusiones internacionales.Los 'rockets' suecos La historia comenzó a mediados del año pasado en las selvas de La Macarena, durante una de las múltiples operaciones que el Ejército colombiano adelantó contra uno de los jefes guerrilleros más temidos, sanguinarios y perseguidos por el gobierno: Gener García, alias 'Jhon 40', jefe del frente 43 de las Farc. Al mando de 300 subversivos, es uno de los principales objetivos de las Fuerzas Militares ya que, entre otros, es uno de los hombres de confianza de Jorge Briceño, alias 'Mono Jojoy', y desde hace años es el principal responsable del control del negocio del narcotráfico en el oriente del país, razón por la cual ha sido solicitado en extradición por el gobierno de Estados Unidos. A finales de julio de 2008, durante una de las persecuciones contra 'Jhon 40' y sus hombres, el Ejército llegó hasta uno de los campamentos del jefe guerrillero. Aunque el subversivo alcanzó a escapar, en el lugar los militares encontraron algo que los dejó sorprendidos. En una caleta estaban escondidos varios lanzacohetes AT-4. La extrañeza de los uniformados era explicable ya que se trata de un arma que ni siquiera las Fuerzas Militares tienen. Es considerada una de las armas de infantería más efectivas y letales del mundo. Es una especie de bazuca de sencilla manipulación y transporte. Un solo hombre puede dispararla fácilmente y su poder la hace muy eficaz para destrozar vehículos blindados, búnkers o instalaciones fortificadas (ver recuadro y video). En octubre, en otro campamento de las Farc, en esa misma zona, el Ejército encontró partes de otros lanzacohetes de ese mismo estilo. Los militares colombianos sabían que por el modelo (AT-4) esos artefactos eran fabricados por la empresa Saab Bofors Dynamics de Suecia. Los proyectiles tenían anotados los números de serie. Esa información le fue entregada a la embajada sueca en Bogotá y a las autoridades en Estocolmo, con el fin de buscar ayuda para establecer el origen, pero sobre todo conocer cómo llegaron a Colombia esos lanzacohetes. Hace un poco más de tres meses llegó la respuesta oficial para confirmar que los números de serie de los lanzacohetes encontrados en los campamentos correspondían a un lote que había sido vendido hace algunos años por la firma sueca al Ejército de Venezuela. SEMANA habló con diplomáticos de la embajada de Suecia en Bogotá, quienes confirmaron efectivamente que habían sido enterados de que material bélico fabricado por una empresa de su país había sido encontrado en Colombia. Afirmaron que "estamos muy preocupados por esa situación y el gobierno de Suecia está colaborando activamente en la investigación".Los suecos tienen razones para preocuparse. Si bien la venta de ese armamento a Venezuela fue hecha por una empresa privada sueca y no directamente por ese gobierno, la legislación de ese país, así como las normas para la venta de ese tipo de armas son muy estrictas, especialmente en lo que tiene que ver con quién es el destinatario final de las armas. De ahí que no entiendan cómo lanzacohetes vendidos al gobierno venezolano terminaron en un grupo considerado terrorista por la Unión Europea. SEMANA se comunicó con los representantes de la empresa Saab Bofors Dynamics en Estocolmo, quienes afirmaron que "es extremadamente desafortunado que eso haya ocurrido, pero es algo que se sale de nuestro control. Nuestro cliente era el Ejército de Venezuela. Saab siempre actúa cumpliendo la legislación sueca y las regulaciones internacionales para la venta de material de defensa". La pregunta obvia es cómo salieron entonces esas armas de los cuarteles de Venezuela a los campamentos de las Farc. Y es allí en donde el asunto se vuelve mucho más complicado para el gobierno venezolano.Los generales y las Farc En el campamento de 'Raúl Reyes' en Ecuador, se hallaron varios computadores del jefe guerrillero. En los computadores, cuya autenticidad fue certificada por Interpol, se encontró información que describe en detalle las polémicas relaciones de las Farc con Ecuador y con Venezuela. Pocas semanas después del bombardeo del primero de marzo, se conoció públicamente el contenido de parte de la información que guardaba 'Reyes' en donde se evidenciaba, entre otros, estrechos vínculos y colaboración económica, política y militar de funcionarios y militares del gobierno de Hugo Chávez con la guerrilla colombiana. Muchos de esos documentos fueron entregados por el gobierno de Colombia a Venezuela pocas semanas después del bombardeo. Chávez siempre ha negado públicamente cualquier colaboración de su gobierno con la guerrilla. Algunos de los correos más polémicos eran aquellos en los cuales 'Reyes' y otros jefes guerrilleros intercambiaban comunicaciones sobre la entrega de armas por parte de Venezuela a las Farc. Caracas siempre lo negó. Sin embargo, ha llamado la atención la coincidencia de la información de algunos correos y los lanzacohetes que Suecia le vendió al Ejército venezolano y que acabaron en poder de la guerrilla. El 4 de enero de 2007 'Iván Márquez' le envió un correo electrónico a 'Reyes' y otros miembros del Secretariado, en el cual les da un reporte con varios puntos. "Como estaba previsto, el 3 de enero me reuní con los generales (Cliver) Alcalá y (Hugo) Carvajal con el cual ya me había reunido en tres ocasiones en compañía de Ricardo (Rodrigo Granda)). Hablamos del Plan Patriota, canje, la 'para-política' y de tres aspectos del plan estratégico: finanzas, armas y política de fronteras", afirma al comienzo de su carta. "Entre tanto nos van a hacer llegar (la próxima semana) 20 bazucas (no recuerdo el calibre) de gran potencia, según ellos, de las cuales 10 serían para Timo (Timochenko) y 10 para acá. Alcalá sugirió que fuera una cantidad mayor", dice el cuarto de los ocho puntos del e mail de Márquez. Pocos días después de esa comunicación, el 20 de enero de 2007, Márquez envió un nuevo correo dirigido a 'Tirofijo' y al Secretariado. Allí les confirmó, entre otras cosas que "los aparatos que hemos recibido con Timo son cohetes antitanque de 85 mm., dos tubos y 21 cargas. El amigo dice que tienen más de 1.000 cargas y que próximamente nos hará llegar otras más, así como algunos tubos". (Ver facsímiles) Cuando fueron hallados y divulgados los correos, en mayo de 2008, Venezuela le restó cualquier credibilidad al contenido. Las autoridades colombianas, por su parte, sabían de tiempo atrás de la vieja intención de las Farc de tratar de conseguir armamento pesado en cualquier lugar del mundo. Aunque los correos de Márquez eran muy claros sobre el tipo de arma que había recibido la guerrilla por parte de los generales del Ejército venezolano Cliver Alcalá y Hugo Carvajal, la realidad es que ni las Fuerzas Militares ni los organismos de seguridad nacionales tenían la certeza o evidencias que ese tipo de armamento lo tuviera la guerrilla. Pero el hallazgo de los tres lanzacohetes encontrados en La Macarena, los cuales tienen las características de los descritos por Márquez, y la confirmación por parte de los suecos de que habían vendido esas armas a Venezuela, se convirtieron en la prueba reina.Los dos militares venezolanos que son mencionados por Márquez en su correo hacen parte del círculo de mayor confianza del Presidente venezolano y no han estado ajenos a ser señalados de ayudar a las Farc. El general Alcalá es el comandante de la 41 Brigada Blindada y Guarnición Militar de Valencia. Pero el más polémico, sin duda alguna, es el general Hugo Carvajal, jefe de la Dirección General de Inteligencia Militar de Venezuela (Dgim). En febrero de 2008 SEMANA reveló una extensa investigación que evidenció la estrecha colaboración de Carvajal con las Farc, así como la protección efectiva que ese oficial les daba a grupos de narcotraficantes colombianos. Carvajal estaría, también, implicado en la tortura y el asesinato de dos miembros del Ejército colombiano en territorio venezolano. El caso ocurrió en abril de 2007, cuando el capitán Camilo González y el cabo Gregorio Martínez se infiltraron en territorio venezolano para dar con guerrilleros colombianos que actuaban en ese país. Pero fueron descubiertos y brutalmente torturados y asesinados en la sede de la Guardia Nacional localizada en Santa Bárbara, estado Zulia, (ver artículo anexo en SEMANA.COM). El año pasado el Departamento del Tesoro de Estados Unidos incluyó en la lista de Traficantes de Narcóticos Especialmente Designados, popularmente llamada la 'Lista Clinton', a Carvajal y tres altos funcionarios del gobierno venezolano, el ex ministro del Interior y Justicia de Venezuela Ramón Rodríguez Chacín, y Henry de Jesús Rangel Silva, director de los Servicios de Prevención e Inteligencia (Disip).El asunto de los lanzacohetes del Ejército venezolano en manos de las Farc, sin duda se conoce en un momento crítico de las relaciones entre los dos países. Sin embargo, aunque el gobierno de Uribe ha intentado manejar discretamente el asunto para no "echarle más leña a la hoguera", es claro que Venezuela está en mora de explicar, y no sólo a Colombia, sino también a Suecia, por qué terminaron esas armas en poder de las Farc.