SEMANA: ¿Quién es la bruja?
Mario Villalobos: Ella se llama Sofía del Güercio. Y es tal vez la bruja más temida del país. La conocí en 1999, cuando yo producía un programa para RCN. Hicimos una entrevista con ella para hablar de los ritos satánicos. Al terminar la entrevista, ella me dijo que me quería echar el tarot. Ahí me anticipó mi divorcio y mi primer premio Simón Bolívar. Todo lo que me dijo que iba a pasar, pasó.
SEMANA: ¿Cuál es el don de ella?
M.V.: A ella la posee desde niña el espíritu de un sanador venezolano. Se supone que este don era para ayudar, pero a ella lo que le gusta es la brujería negra porque su abuela se la enseñó. Yo no le creía ese cuento, hasta que lo vi en vivo y en directo. Cuando comienza el trabajo, ella sufre de repente una especie de convulsión. Y cuando vuelve en sí, habla como un hombre con acento venezolano y empieza a fumar tabaco. Se lo sopla a la gente y hace cosas inexplicables.
SEMANA: ¿Cómo cuáles?
M.V.: Ella usa la brujería para matar, para eliminar enemigos de gente poderosa, para esconderlos. Ella misma tiene el don de que su materia se transmuta en lo que quiera, en otra persona. Puede enfermar a la gente, hacer que un fiscal no llegue a una audiencia. Liga y desliga amores, bendice negocios, decreta la muerte lenta de una persona a punta de brujería. Con eso hizo trabajos para gente muy mala y gente muy poderosa, y ganó muchísima plata. Fue una persona imprescindible para políticos, paramilitares, etc.
SEMANA: ¿Cómo llegó a ese mundo del alto poder?
M.V.: Ella comenzó cuidando a los marimberos de la Sierra Nevada. Les protegía con sortilegios la salida de cargamentos de 30 toneladas de marihuana. Luego acompañó a los primeros paras. Más adelante, en Barrancabermeja se metió a abrir unos billares y una cancha de tejo, y ahí se volvió amiga de alias el Panadero. El hombre llegaba a hacer allí sus reuniones: “Vamos a secuestrar así, vamos a hacer pescas milagrosas, así vamos a hacer extorsiones por acá, vacunas por allá, secuestros”. Un día el tipo le dijo: “Me toca matarla, tía, porque usted sabe todos mis secretos”. Ahí huyó a Bogotá. Y en la capital se convirtió en la mano derecha de políticos, fiscales, cantantes... De mucha gente.
SEMANA: ¿A qué políticos ayudó?
M.V.: Todas esas historias están relatadas en el libro. No puede dar nombres porque son hombres muy poderosos, pero cualquiera que sepa leer va a tener muchas pistas. Uno de ellos es uno de los hombres más poderosos del país. Tenía una relación escondida con una mujer, y ella, la amante, fue clave en el ascenso de su carrera. Cuando él se convirtió en un hombre muy conocido e importante, la llevó a vivir a un apartamento y vivieron una relación llena de alcohol, drogas y sexo. Un día, la mujer se dio cuenta de que el político se iba a casar y acudió a la bruja. Le dijo: “Necesito parar ese matrimonio”, y, efectivamente, la bruja dañó el matrimonio tres días antes de lo previsto. También cuenta la historia de un senador.
SEMANA: ¿Y el senador para qué la buscó?
M.V.: La consultó porque él estaba enamorado. Era gay. En público defendía a capa y espada los principios de la familia tradicional. Digamos que públicamente era un tipo muy conservador, muy puestecito… muy en su sitio. Pero su secretario privado era su amante y era el que lo manejaba. Entonces este senador iba donde la bruja para que le dijera cómo tenía que velarlo y qué tipo de sortilegios y hechizos tenía que hacer para que le pasaran los proyectos de ley.
SEMANA: ¿Y le ayudó a eso?
M.V.: Sí. Pero le decía siempre que lo esencial, para él, era que su amante no se fuera de su lado. Le pidió que le ayudara para que quedara de alcalde de un pueblo de la costa. Y él sigue siendo muy importante. Confesiones de una bruja realmente es el retrato de muchas “colombias”. Este es un libro que tiene 20 años de reportería, en el que yo fui todos los fines de semana a su casa a ver cómo hacía cosas, porque yo no creía, yo no creía hasta que lo vi.
SEMANA: ¿Qué cosas puede hacer ella con la brujería, así de no creer?
M.V.: Uno de los episodios más impactantes tiene que ver con su propia vida. Ella le ayudaba a un ganadero a hacer sus negocios prósperos. Ella le protegía a todos los escoltas. Les hacía aseguranzas, siete tatuajes en todo el cuerpo que, bendecidos, impiden que se muera si a uno le dan tiros, incluso a quemarropa. Se los hacía a todos menos a él porque era muy incrédulo. Aunque ella solo manejaba efectivo, una vez necesitó una plata para pagar un crédito hipotecario. Entonces le pidió al hombre que le girara una plata a la cuenta bancaria. Y la Fiscalía le expidió orden de captura por lavado de activos y vínculos con organizaciones al margen de la ley.
SEMANA: ¿Y ella por qué terminó ahí?
M.V.: Ella misma no entendía. A los 15 días vio la noticia de la muerte de Miguel Arroyave. Y se dio cuenta de que era su cliente, el que ella creía que solo era ganadero resultó ser uno de los más temidos jefes paramilitares del país. Finalmente, ¿cómo muere Miguel? Acribillado por hombres de las autodefensas. Sofía duró 15 años en ese proceso judicial y se zafó gracias a la magia negra. Con sortilegios logró confundir a los fiscales que la estaban investigando. Narra, por ejemplo, cómo hizo accidentar a una fiscal que venía a Bogotá a procesarla. La accidentó y la incapacitaron. Al final, los términos prescribieron.
SEMANA: Ella también asesoró a muchos artistas. Cuéntenos de eso.
M.V.: Hay un episodio bestial, un cantante que llegó con la garganta enferma. Ahí lo llevó un amigo, porque él era devoto de la Virgen del Carmen y no creía en brujas y no le gustaban. Pero el amigo lo llevaba a rastras. La bruja le dijo: “Tráigame un aceite de oliva en lata extravirgen y unos limones”. Los puso en un vaso, hizo un sortilegio, una oración y lo puso a la luz de la luna. El tipo se lo tomó y comenzó a vomitar sapitos. A otro cantante le hicieron un trabajo de vudú haitiano también. En ese entonces era un ídolo naciente que lo único que quería era que su papá le diera el apellido, no porque fuera a heredar una herencia o plata, sino por tener un lugar en su familia. Sofía le tumbó el maleficio que le habían hecho.
SEMANA: ¿Cómo funcionan esas contras?
M.V.: Hay una historia de una altísima ejecutiva en un banco muy importante del país que llegó enferma donde Sofía, baja de peso, se le cayó el pelo, los médicos no le encontraron nada, y ella le dijo: “Bueno, miremos a ver qué pasa”. Le tiró el tarot y le dijo: “Usted tiene amante, ¿sí o no?”, y la vieja se puso roja. Esa noche, la mujer se quedó en casa de la bruja, tomó un brebaje que ella le dio y al otro día expulsó por la vagina un tumor horrible. Entonces la bruja le contó que le hicieron un trabajo con el que querían alejarla del tipo, pero matándola.
SEMANA: ¿Cuál es el costo que se paga cuando uno usa esa magia negra?
M.V.: Es muy alto. Ella cuenta que, en su caso, un espíritu le mató dos hijos y ella soñó cómo iban a morir. Un espíritu con el que ella se metió le dijo: “Usted se metió conmigo, yo le voy a matar a sus hijos”. Decidió parar con la brujería negra cuando su segunda hija murió en sus brazos. Para esa época, Sofía estaba obnubilada con la plata y con la droga. Tenía mucha plata y era drogadicta. Un día, delante de mí, en una rumba se metió tres gramos de perico. Pero después de la tragedia de sus hijos decidió no hacer más brujería. Pero eso es como la mafia, una vez adentro, nadie se puede salir. Los narcos, los guerrilleros y los paracos que la consultaban la comenzaron a amenazar de muerte.
SEMANA: ¿Por qué la amenazaron?
M.V.: Porque la gente llega a depender de una manera irracional de ella para tomar decisiones de vida, si se va del país, si tiene un hijo más, si hace una inversión, si alguien es amigo o enemigo, y en el mundo del crimen o del poder, para muchas cosas más.
SEMANA: ¿En qué anda hoy Sofía?
M.V.: Está aquí en Bogotá, por esos días está pendiente del lanzamiento del libro, que es el 7 de noviembre, pero ella vive en Barranquilla. Ahora se dedica a la magia blanca.