EL PASADO 28 DE AGOSTO, DOS FISCALES que hacen parte de la comisión que tiene en sus manos el proceso 8.000, tomaron un avión rumbo a Estados Unidos. La primera escala fue Miami, donde funcionarios del Departamento de Justicia estadounidense, que tenían la misión de ayudarles en todas sus tareas, les dieron la bienvenida. Los investigadores sin rostro iban a cumplir con dos importantes diligencias. La primera tenía por objeto revisar el indictment clasificado secretamente con el nombre de Tarpont Spring, relacionado con una investigación por presunto tráfico de estupefacientes, en el que aparecen involucrados José Santacruz Londoño, Helmer Herrera, alias Pacho Herrera, y los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela. La otra diligencia tenía que ver directamente con el proceso 8.000. Los fiscales habían concertado citas con altos funcionarios de la agencia de control de drogas de Estados Unidos, la famosa DEA, con el fin de conocer en detalle los movimientos de dinero registrados en tres cuentas en entidades bancarias de Nueva York y en las que habría sido depositado dinero para la campaña del entonces candidato Ernesto Samper. La primera parte de la tarea se cumplió en Tampa, Florida, en menos de cuatro días. La segunda diligencia los obligaba a desplazarse a Nueva York. Los dos funcionarios les informaron a sus anfitriones que habían concluido las labores en Tampa y que estaban listos para viajar a la ciudad de los rascacielos. Los hombres del Departamento de Justicia les respondieron que antes de partir hacia Nueva York, había una diligencia que no estaba en la agenda del viaje, pero que bien podría convertirse en la más trascendental de todas. Los agentes norteamericanos les dijeron a sus colegas colombianos que solicitaran autorización para quedar bajo la responsabilidad de las autoridades de Estados Unidos. A pesar del hermetismo que caracterizó la conversación, en Bogotá entendieron que podía tratarse de algo importante y les dieron vía libre. Sin sospechar siquiera de qué podía tratarse, pero conscientes de que estaban detrás de algo grande, los dos investigadores cumplieron al pie de la letra las instrucciones que les fueron impartidas. En medio de estrictas medidas de seguridad, al final del día fueron llevados a una base militar no muy lejos del área urbana de Tampa, donde pasaron la noche. Al día siguiente, muy temprano, los agentes federales los acompañaron a una oficina ubicada en la misma base, donde esperaron durante más de media hora. Finalmente apareció ante ellos un personaje custodiado por varios hombres vestidos de civil. EL HOMBRE DE LA PLATALa sorpresa fue grande. Frente a ellos estaba Guillermo Alejandro Pallomari González, un chileno residente en Colombia desde hace muchos años, más conocido con el alias de Reagan. Este hombre, señalado por las autoridades colombianas como el jefe administrativo y principal contador de Miguel Rodríguez Orejuela, era para los dos fiscales un personaje familiar. Una declaración rendida por él a mediados de 1994 a la Fiscalía Regional en Cali, y que permaneció engavetada durante varios meses, se transformó luego en la punta del ovillo que los investigadores comenzaron a desenrollar y que se convirtió luego en el ya famoso proceso 8.000, por cuenta del cual hay media docena de personas detenidas. Pallomari había sido capturado por el Bloque de Búsqueda el 8 de julio de 1994 y en declaración juramentada ante una fiscal regional de Cali, había confesado la misma noche de su detención que trabajaba para Miguel Rodríguez y que le había manejado por mucho tiempo su contabilidad. Esa noche Pallomari en sus revelaciones relató a la Fiscalía Regional la forma como, en los meses que acababan de pasar, él había aportado por orden de Rodríguez millonarias sumas de dinero del cartel a la campaña liberal para el Congreso y la Presidencia de la República. En un hecho que resulta a todas luces inexplicable, Pallomari fue dejado en libertad 24 horas después de su detención, por decisión de la Fiscalía Regional, que en ese entonces estaba al mando del fiscal Felipe López (ver siguiente artículo). Ahara, los dos fiscales sin rostro lo tenían ante sus ojos. Los agentes estadounidenses les explicaron que Pallomari había pedido protección de la DEA, unos días después de la captura de Miguel Rodríguez en Cali. Que se había entregado en Colombia donde se entrevistó con varios agentes de la DEA a quienes les informó que estaba dispuesto a contar todo lo que sabía sobre las operaciones del cartel de Cali y la financiación de la campaña liberal. A cambio de convertirse en testigo, Pallomari esperaba que las autoridades norteamericanas le brindaran a él y a su familia amparo y protección. La respuesta de los agentes secretos fue que antes de concederle el beneficio del programa de protección de testigos, debía comprobar que lo que iba a decir era verificable. Agregaron que tendría que sustentar sus afirmaciones con el mayor número posible de documentos. Según lo dicho por los funcionarios norteamericanos a los dos fiscales colombianos, Pallomari demostró en muy pocos días que era capaz de cumplir con esas exigencias. LO QUE CONTODespués de esta detallada presentación de los antecedentes del encuentro, los dos funcionarios colombianos y Pallomari tomaron asiento y dialogaron durante una hora. La Fiscalía General de la Nación ha mantenido en absoluta reserva el contenido de esta conversación, calificada por fuentes norteamericanas y colombianas como informal desde el punto de vista jurídico. Sin embargo, SEMANA ha podido establecer con fuentes en Miami, Washington y Bogotá, el alcance de las revelaciones que Guillermo Pallomari ya le hizo a las autoridades norteamericanas y estaría dispuesto a hacer a las colombianas, en caso de que, tal y como está previsto en los próximos días, este importantísimo testigo declare formalmente ante los fiscales sin rostro en una diligencia que se realizará en territorio norteamericano. De acuerdo con lo que ha logrado establecer SEMANA, en principio el testimonio de Pallomari es más importante por lo que confirmó que por lo que reveló. Su peso es más probatorio que escandaloso y probablemente entusiasmará más a los fiscales que a la opinión pública. El siguiente es un resumen de los principales puntos narrados por Pallomari: - Según este hombre, el cartel de Cali aportó más de 5.000 millones de pesos a la campaña liberal. La suma habría sido reunida con base en contribuciones no sólo de los cabecillas del cartel, sino de sus socios en diferentes regiones del país. - Afirma Pallomari que los aportes fueron recaudados en efectivo y en giros y cheques, pero que en un momento dado fue necesario convertir toda esa suma en dinero en efectivo. Este habría sido empacado en cajas de cartón, envuelto en papel de regalo rojo y enviado a Bogotá en vuelos privados.- También habría dicho que las dos personas que tuvieron a su cargo la responsabilidad del traslado de esos dineros de Cali a Bogotá habrían sido Eduardo Mestre y Alberto Giraldo, actualmente detenidos en la cárcel La Modelo de la capital del país.- Pallomari también habría confirmado las afirmaciones de Santiago Medina en el sentido de que, una vez recibido en Bogotá, el dinero habría sido llevado a la residencia del tesorero de la campaña. Según el testigo, el conteo y distribución de esos recursos habría sido supervisado por personas de entera confianza del cartel. - Pallomari habría dicho también que parte de los dineros aportados a la campaña estaban representados en cheques de gerencia, que él mismo habría adquirido en sucursales bancarias de la ciudad de Cali. - Pallomari habría señalado que buena parte de los dirigentes regionales del liberalismo, que apoyaban la candidatura de Ernesto Samper, habrían ido personalmente a Cali a reunirse con los hermanos Rodríguez Orejuela para recibir dinero destinado a sufragar gastos de la campaña presidencial en sus departamentos. - El testigo también habría afirmado que él fue la persona encargada de obtener y manejar los recursos que fueron luego consignados para la campaña liberal en cuentas bancarias de la ciudad de Nueva York. Una fuente del gobierno federal en Washington aseguró a SEMANA que "de todo esto, Pallomari entregó muchos documentos, entre ellos los comprobantes que demuestran las consignaciones en las cuentas de los bancos de Nueva York". LA HORA DE LA VERDADDe todo lo anterior se desprende que Pallomari, más que revelar cosas nuevas, lo que podría ofrecer a la Fiscalía colombiana en caso de brindar esta semana su declaración jurada, sería una completa y detallada confirmación de los detalles relatados en sus indagatorias por Santiago Medina. "Lo que sí es evidente es que Pallomari parece estar en posesión de documentos que demuestran buena parte de las afirmaciones en las que él y Medina dan la impresión de coincidir", explicó un funcionario judicial colombiano, quien dijo que de ser verdad lo anticipado por Pallomari a las autoridades norteamericanas, este hombre podría ayudar a llenar muchos vacíos documentales que hay aún en el proceso 8.000. "Al fin y al cabo -agregó la fuente- estaríamos ante una situación extraordinaria desde el punto de vista testimonEal y probatorio: los dos tesoreros, el que habría pagado y el que habría recibido, contando la misma historia". NEW YORK, NEW YORKLa sorpresa de los fiscales colombianos no terminó con la entrevista informal que sostuvieron con Guillermo Pallomari. El viaje que tenían programado a Nueva York en busca de pistas que les permitieran establecer qué tan real era la versión sobre las consignaciones de plata de la campaña liberal en cuentas bancarias en esa ciudad, resultó innecesario. Cuando terminó la entrevista con Pallomari, los fiscales sin rostro fueron informados por los funcionarios estadounidenses de que allí, en esa base militar de Tampa, ya se encontraban, debidamente obtenidos y diligenciados, los documentos relacionadas con las cuentas de Nueva York. Durante varias horas se reunieron a puerta cerrada para analizar la documentación que les fue suministrada, pues al fin y al cabo las cuentas fueron congeladas por la DEA en febrero de este año y esa intervención sirvió para hacer un completo barrido de todos los movimientos de dinero que fueron realizados por medio de esos bancos y que podrían tener relación con la campaña liberal. Los fiscales tomaron atenta nota de los documentos, los relacionaron en sus agendas personales y acordaron que en los próximos días, tras el lleno de las formalidades del caso, serían enviados a Bogotá en un vuelo especial. "Lo más interesante del viaje de los fiscales a Tampa fue el altísimo grado de colaboración demostrado por los funcionarios norteamericanos, algo que nos hace prever que no habrá problemas para obtener la declaración jurada de Pallomari y que en pocos días tendremos toda su información en nuestras manos", dijo a SEMANA un funcionario judicial colombiano. Sin embargo, aunque todo lo anterior suena bastante emocionante desde el punto de vista de quienes vienen siguiendo la trama del 8.000, lo cierto es que si el testimonio de Pallomari se limita a ser una comprobación -incluso si es muy bien documentada- de lo que hasta ahora se ha venido revelando su impacto ante la opinión pública será bastante moderado. Con todo, jurídicamente el peso de su testimonio es enorme. Al fin y al cabo la confesión de Santiago Medina no había tenido hasta el momento quién lo confirmara pues los demás protagonistas de sus acusaciones niegan los hechos. Los que habrían girado la plata, los Rodríguez, no lo reconocen. Los que la habrían transportado, Mestre y Giraldo, tampoco. Los que la habrían recibido, Samper y Botero, menos. Todos desmentían a Medina, a pesar de la documentación que entregó. Ahora finalmente apareció alguien que dijera lo mismo que Medina, pero con muchos más documentos.