El 7 de agosto de 2018, cuando se posesionó el presidente Iván Duque, una mujer mayor detuvo el saludo de pasamanos del mandatario por varios minutos, mientras le hablaba y le insistía en que saludara a su hijo Wilber. Se trataba de Francisca Sierra, más conocida en La Guajira como Mamá Franca, una de las más reconocidas matronas wayuu, quien suele presumir en la región de sus nexos con el uribismo y con la Presidencia. Duque ha visitado la península dos veces en cinco meses de mandato. En la primera, Mamá Franca le entregó un bastón de mando wayuu y, en la segunda, el jueves, el mandatario llegó expresamente a un consejo de seguridad en Riohacha, a propósito de las tres muertes ocurridas este principio de año en las trochas que en medio del desierto conducen de Uribia hacia los atractivos turísticos del cabo de la Vela. Puede leer: Los piratas que roban en el Pacífico Desafortunadamente, estos crímenes son comunes en la región y vienen de años atrás. Los delincuentes asaltan a los turistas aprovechándose de retenes ilegales, en los que adultos obligan a niños indígenas a pedir monedas, agua o comida. En uno de los hechos falleció el locutor bogotano Gabriel Mauricio Gracia, quien por alguna de las trochas buscaba el camino de regreso junto con su familia el 7 de enero. En esas lo abordaron dos sujetos en moto que ofrecieron guiarlo, pero en realidad lo desviaron a un paraje solitario donde lo asaltaron. Y como se resistió, le propinaron un disparo en el tórax. “Cada vez que cometen sus delitos, vienen a festejar al pueblo y andan como Pedro por su casa. Las autoridades saben quiénes son, pero si alguien quiere denunciarlos, el inspector no la recibe. Todo el mundo les tiene miedo” Ese mismo día, en las cercanías, una camioneta en la que se transportaba una familia, también de Bogotá, se volcó y mató a Héctor Manuel Martínez, de 76 años. Las autoridades pensaron primero en un accidente, pero una de las personas que viajaban en el vehículo narró que un encapuchado disparó sobre la camioneta. Beatriz León de Martínez, de 75 años y esposa de Héctor, falleció el jueves en un hospital de Maicao a causa de las heridas. Por estos hechos, Duque, tras el consejo de seguridad, afirmó que “vamos a fortalecer las capacidades de inteligencia para dar con los responsables de los crímenes que se han presentado en los últimos días”. Horas antes, el gobernador (e) de La Guajira, Wilson Rojas, había pedido en medios de comunicación a los líderes wayuu entregar “este par de delincuentes, los cuales se conocen ya”. En el caso de Gracia, Musharango es el mote del presunto asesino del locutor. Muchos en La Guajira saben que el mensaje iba para la ranchería Kaiwa, donde los presuntos responsables de estos crímenes tendrían su centro de operaciones. Se trata de los Pingüinos, una banda conformada por unos 20 hombres, entre tíos, sobrinos y su prole, comandada por un hombre identificado como Jorge Pana y secundado por su hijo, apodado Pingüino, sobrino de Mamá Franca. Le recomendamos: La caleta de oro del Clan del Golfo Justamente, Mamá Franca es la jefa del clan, teniendo en cuenta que en las familias wayuu la descendencia va por línea materna. Para hacer claridad en este caso, ella no manda sobre la banda, pero por el vínculo familiar sí es responsable de sus acciones y ella debe entregar a los sospechosos a las autoridades, dijo a SEMANA un miembro de la etnia, que criticó “su silencio cómplice”. Le sugerimos: Capturan a supuestos responsables de ataque con fusil en Cartago Kaiwa, entre los corregimientos de El Cardón y Carrizal, en Uribia, es su territorio ancestral, además del sitio donde reposan sus muertos. Precisamente allí, el 29 de diciembre, en una ceremonia tradicional, la familia de Mamá Franca sacó los restos de su hija asesinada en noviembre de 2012, Martha Dinora ‘Chachi’ Hernández Sierra, quien según declaraciones de exparamilitares en Justicia y Paz murió por una disputa de narcos. Aunque, según su madre, el exgobernador de La Guajira Juan Francisco ‘Kiko’ Gómez ordenó el asesinato. En 2013 la banda se hizo tristemente célebre al secuestrar a una pareja de turistas españoles, María Concepción Marlaska y Ángel Sánchez Fernández, quienes visitaban el cabo de la Vela. Fueron 31 días de cautiverio antes de ser rescatados por la policía. Cristian Sierra, cabecilla del crimen y sobrino de Francisca, huyó y nunca fue capturado. Si bien la situación es compleja para los turistas, resulta insostenible para los locales: “Cada vez que cometen sus delitos, vienen a festejar al pueblo y andan como Pedro por su casa. Las autoridades saben quiénes son, pero si alguien quiere denunciarlos, el inspector no la recibe. Todo el mundo les tiene miedo”, narró uno de ellos.