Además de las condiciones infrahumanas en la que viven los presos de la cárcel El Pesebre, ubicada en el municipio de Puerto Triunfo, Antioquia, otro fenómeno criminal amenaza las vidas de quienes permanecen en esa prisión custodiada por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec).
SEMANA conoció que los vejámenes sexuales son pan de cada día en ese centro penitenciario con posibles casos de empalamiento, violaciones y hasta una práctica de castigo para los detenidos que llegan a este lugar acusados de esos mismos actos aberrantes que se estarían presentando dentro de la prisión antioqueña.
La situación sería tan grave que hasta los mismos reclusos denunciaron que se han presentado casos de violaciones sexuales con palos de madera, pero las autoridades judiciales sólo tienen en sus registros el caso de una mujer transgénero que se sedó para dormir y un hombre la atacó violentamente.
Pero el subregistro reflejaría otra realidad aterradora en la cárcel El Pesebre donde los privados de la libertad, a diario, son testigos de los vejámenes que llevan a cabo los líderes criminales de ese centro penitenciario. Una de las víctimas de estos ‘plumas’ reconoció que “son personas que toman el mando de los patios, son jefes con mucho poder, como comandantes de guerrilla, de las AUC, jefes de bandas criminales”.
Pero además, sus crímenes dentro de prisión son respaldados por el ejército de condenados que los acompañan, a pesar de que el Inpec advierte que son sus dragoneantes los que tienen el control y la labor de cumplir las normas dentro de la prisión.
Uno de los privados de la libertad en la prisión ubicada en Puerto Triunfo, le contó a esta revista que “todos los que vienen por el delito de violación tienen que ser abusados, ven ese delito como lo peor. Hay personas que no son culpables de eso, solo acusadas, y también les hacen lo mismo”.
Los presos también han señalado que la noche se ha convertido en el escenario perfecto para que los responsables de las violaciones sexuales dentro del penal sometan a sus víctimas y ejecuten sus fechorías sin ser identificados ni judicializados. “Coge, gonorrea, siente lo mismo que sintió el niño”, son las aterradoras frases que se escuchan en el penal.
Otro de los detenidos hizo una dura advertencia frente a este complejo panorama, señalando que “los abusos sexuales pueden venir de la propia guardia, que dice por qué viene el PPL. O los mismos internos investigan por fuera por qué están. Aunque quien les da la información es la misma guardia”.
De esa forma, quedaría al descubierto el modus operandi que se estaría ejecutando en la prisión, y el cual, se llevaría a cabo con la colaboración de los uniformados del Inpec a los ‘plumas’ de la cárcel con los apartados de los expedientes de los reclusos para que tomen una decisión final. Todos los entrevistados dan cuenta de violaciones diarias, en las que las víctimas frecuentes son hombres entre los 20 y 60 años. Varios de ellos están entre los 16 fallecidos de la “cárcel de la muerte”.
Otra víctima que sufrió en carne propia este drama relató: “Nos amarran, nos golpean, nos dan palos en la cabeza, nos hacen chupar el pene de cada uno. Aquí no solo se ve el maltrato sexual, también la tortura psicológica y física de los cuadros de mando”.
“Hay PPL (persona privada de la libertad) que son abusados diariamente y no pueden hablar. Cuando hacen una denuncia, los tenientes y cabos realizan operativos, no para buscar a los abusadores, sino a la víctima y le dan una paliza”, es otro de los testimonios escalofriantes.
Lo peor de todo es que para no sufrir estos vejámenes, existirían paquetes de comodidades que comienzan en 300.000 pesos para poder dormir bien, y los lujos adicionales se cobran en cheques aparte, como las visitas conyugales. Buena parte de las responsabilidades por estas irregularidades, según las fuentes consultadas por este medio, recaen sobre los funcionarios del Inpec y operarios de los contratos de la Uspec.