Si Luis Carlos Galán viviera hoy tendría 78 años. Este 18 de agosto se cumplen 32 años de su magnicidio, ocurrido el 18 de agosto de 1989, en la plaza central de Soacha, Cundinamarca, un crimen que le dio la vuelta al mundo y que partió la historia política del país.

Desde el momento en que el cuerpo de Galán cayó sobre la tarima donde pretendía entregar uno de sus aclamados discursos liberales, no se ha dejado de hablar del entonces candidato presidencial. Su apellido, tres lustros después, sigue convertido en una marca poderosa y atractiva políticamente.

Del crimen han quedado varios condenados, otros señalados y algunos más en proceso de investigación. John Jairo Velásquez, alias Popeye, el entonces jefe de sicarios de Pablo Emilio Escobar Gaviria, puso el dedo en la llaga y reveló una gran cantidad de detalles que se desconocía, y otros que reafirmaban lo que las autoridades ya conocían. Al Cartel de Medellín, bajo el liderazgo de Escobar, se le atribuye el magnicidio. Pero sus cabecillas no actuaron solos. El exministro de Justicia Alberto Santofimio Botero, uno de los hombres que hacía parte del Partido Liberal, y quien integró la negociación que pretendió traer de vuelta a la tolda roja a Galán tras su rebeldía con el partido, estuvo detrás del magnicidio.

El 18 de agosto de 1989 el más seguro candidato a ganar la Presidencia de Colombia, Luis Carlos Galán Sarmiento, fue asesinado en Soacha, Cundinamarca. La indignación y el sentido de patria fue general.

Era su rival político, pero además era el enlace entre la política y el narcotraficante Escobar, el hombre que, según testimonios recaudados por la justicia, le permitió al capo acercarse al poder en el país. Santofimio Botero terminó preso, condenado en 2017 a 24 años de prisión, según confirmó recientemente la Corte Suprema de Justicia.

En las investigaciones también resultó salpicado el director del DAS de la época, Miguel Maza Márquez, porque en uno de los momentos más álgidos de la seguridad del entonces candidato presidencial ordenó cambiar su esquema de protección. Él designó a Jacobo Alfonso Torregrosa para que cuidara al político.

Del homicidio se han abierto varios frentes de investigación. Se ha señalado que los paramilitares del Magdalena Medio están involucrados. Justicia y Paz, la jurisdicción especial para investigar a paras desmovilizados, investiga a Cuco Vanoy, Ramón Isaza, entre otros.

Alias Don Berna confesó en su momento que el exjefe de las AUC Carlos Castaño ordenó el asesinato de Luis Carlos Galán, un tema que sigue bajo la lupa de las autoridades en el país.

Mientras la justicia avanza en las investigaciones, el apellido Galán sigue con la misma vigencia de la década de los 80. Su esposa, Gloria Pachón, además de Carlos Fernando, Juan Manuel y Claudio, sus hijos, han preservado el legado político de su padre, y lucharon jurídicamente para que la justicia les devolviera la personería jurídica del movimiento que creó el dirigente: el Nuevo Liberalismo.

El renacer del Nuevo Liberalismo tiene trabajando a los Galán Pachón en la búsqueda de líderes que formen parte del partido. Entre ellos hay periodistas, congresistas y deportistas.

La Corte Constitucional le retornó la vida a dicho partido, y actualmente la familia lucha contra el tiempo para organizar de nuevo el movimiento, convocar a las principales cabezas de la época que acompañaron a Luis Carlos Galán en su rebeldía y a quienes no los exterminaron y de paso jugar de cara al 2022.

El cuadernillo y el carné del Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán, dos reliquias de la familia.

Aunque se desconoce si la presidencia del partido estará en cabeza de la familia Galán, Juan Manuel avanza en su precandidatura presidencial y, según la más reciente encuesta de Invamer, su aceptación entre la opinión pública va en ascenso porque pasó del 4,4 por ciento en abril de 2021 al 10 por ciento en agosto de este año.

De acuerdo con los análisis de expertos políticos, la aparición del Nuevo Liberalismo en la baraja para 2022 sin duda representa una competencia para los demás partidos políticos, especialmente para el Partido Liberal, La U, Cambio Radical, y la Alianza Verde porque dirigentes que no se sienten representados en sus colectividades, ya tienen dónde participar y obtener, después de varios filtros, un espacio en sus listas.